PAN Coahuila 2023
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En Coahuila, el PAN encara una encrucijada definitoria. Hace apenas seis años estuvo a punto de conquistar la gubernatura y hoy se encuentra desplomado, sin posibilidad alguna de competir seriamente en los comicios para elegir Gobernador de Coahuila.
Durante los doce años que gobernaron los hermanos Moreira, el PAN jugó como su más férreo adversario. El resultado electoral de 2017 fue producto de esa lucha orgánica y desde diversas individualidades. Tras esa elección, por las razones que se quiera, tanto el PAN, como su candidato desaparecieron del escenario. Durante esa ausencia, tanto México como Coahuila cambiaron sustantivamente y ahora el PAN corre el riesgo de la derrota histórica, aunque también está la alternativa de la alianza con el PRI de siempre.
Hannah Arendt decía que “aquellos que eligen el mal menor, muy pronto se les olvida que eligieron el mal”. Lo traigo a colación a propósito de los múltiples planteamientos que, de uno y otro lado, se escuchan para justificar esa alianza con el PRI. Alianza que a la luz de la historia del PAN y de su doctrina es, a todas luces, injustificable e incongruente. Pese a todo, esa definición se está haciendo con base en los objetivos y prioridades cortoplacistas del partido. Una cosa sería si el PAN tuviera alguna posibilidad real de incidir en la marcha del Estado, de llevar a los hechos sus propuestas históricas, todo ello desde una lógica de democracia y estado de derecho; y otra muy distinta es jugar de simple tapadera y cómplice de la corrupción pasada y presente.
Si en cambio, parecen aspirar a salvar la cara de un desplome electoral, a colocar dirigentes panistas en unos cuantos cargos públicos para que reciban un sueldo del erario y contentarse con ocupar la fila de atrás en un gobierno 100 por ciento priista.
Bien harían los dirigentes del PAN si consultaran la historia del partido, no digo que consulten sus principios porque esos de plano no les dicen nada. Quizá hasta corto circuito hacen. Durante décadas, el PAN luchó con denuedo, aunque muy lejos de llegar al poder. Su participación en las elecciones era testimonial, en el sentido etimológico de esa palabra: “atestación o aseveración de algo”. El PAN participaba para dejar clara su oposición y desacuerdo con el gobierno en turno, pero también para dejar en claro sus propuestas para un México democrático.
El PAN vivió tiempos de mucha adversidad, en las que su participación electoral era limitada. Fundado en 1939, su primera elección presidencial fue en 1940. Lázaro Cárdenas dejaba el poder al candidato oficial, Manuel Ávila Camacho. Tras mucho deliberar, el PAN decidió no presentar candidato, pero en los hechos apoyó al general Juan Andreu Almazán. El mensaje era claro: fijar su posición opositora al régimen.
En 1946, el partido ponderó con mayor seriedad la posibilidad de postular un candidato propio. Tras mucho análisis, propuso al abogado maderista Luis Cabrera Lobato, pero este acabó declinando. Tenía 70 años, se dice que su edad fue el motivo principal de esa decisión. Al quedarse sin candidato, el PAN siguió la misma estrategia: fijar su postura opositora, sumándose a la candidatura del Partido Demócrata Mexicano que obtuvo un lejano segundo lugar. Miguel Alemán, ganó con un amplísimo margen.
En los procesos subsiguientes, el PAN postuló a Efraín González Luna en 1952, a Luis H. Álvarez en 1958, a José González Torres en 1964 y a Efraín González Morfín en 1970. Llegó 1976, año en que José López Portillo habría de resultar electo. El PAN se encontraba enfrascado en una crisis interna entre el grupo doctrinario que encabezaba González Morfín y los empresarios Conchello y Pablo Emilio Madero. Ayudaba poco el método de selección de candidato. Los estatutos establecían que, para ganar la postulación se requería el 80 por ciento de los votos. Pablo Emilio Madero llegó a obtener 70 por ciento, frente a Salvador Rosas Magallón, de Baja California, quien, tras cuatro rondas de votación, se negó a declinar. Ese resultado dejó al PAN sin candidato y López Portillo fue candidato único a la Presidencia de la República.
Así era el PAN antes de que probara las mieles del poder. Hoy, el PAN de Coahuila enfrenta una disyuntiva fundamental: ganar o existir a cualquier costo, aliándose con su adversario histórico que solapó y solapa la corrupción, que no rectifica, no se disculpa, ni pretende cambiar de rumbo. Esa alianza constituye entonces alta traición a los muchos que construyeron el PAN, una institución esencial para el proceso inacabado y trunco de transición a la democracia.
La derrota del PAN en Coahuila es inminente, no importa en que envoltura llegue. Frente a ese escenario, ¿no valdría la pena mejor buscar a un Luis Cabrera o a un Almazán? Si el desacuerdo es tal, ¿no valdría más su ausencia testimonial en estas elecciones? A fin de cuentas, es un partido nacional y vendrán, tarde o temprano, circunstancias mejores.
@chuyramirezr