Pedir perdón a pedir permiso
Agobiados por el poder delegaron sus obligaciones. En el secretario de gobierno y en el secretario de gobernación.
Claro se parecen. Samuel y Enrique son idénticos. Con esposas divinas. Sacadas de la narrativa de las hadas. Llegaron al poder con la mayoría del voto. Hicieron miles de promesas durante campaña.
Agobiados por el poder delegaron sus obligaciones. En el secretario de gobierno y en el secretario de gobernación.
Cuidar las espaldas. A ellos solo las notas buenas y dulces. Viajar por los confines de la tierra. La agenda apretada en compromisos internacionales. Samuel en primera. Enrique en el avión presidencial.
Es el costo de la investidura. Los primeros meses de sus mandatos como guion de soñadores. Mientras en sus territorios, el incendio social.
A Enrique en la cámara de diputados y el senado, el exhorto. Con Samuel, los diputados locales. Compartir las actividades. La rendición de informes. Los avances de cada una de las reuniones.
Desayunos de primera. Comidas michelin. Cenas de brindis de honor, con músicos internacionales amenizando las veladas.
Sus mujeres, hasta el maquillista, peinadora, diseñador de imagen e influencers. El país y el estado deben conocer la frugalidad.
La Gaviota y Mariana, escenas de whitemexicans. Los grandes negocios amparados en sus espaldas. Follow the money money.
Ambos lanzaron desde sus paseos, vetos a leyes. Firmaron sin la necesidad de la rúbrica. Para eso, la tecnología.
Acortar las riendas de sus excesos de ausencia, es como el coscorrón del papá. Enrique siguió con la parafernalia hasta después de su periodo presidencial, en su residencia en España.
Samuel, les llama borrachos y pleitistas de cantina a los diputados. Los presupuestos unen cuando los separa las diferencias de pensar. El negocio privado a costa del estado.