Elecciones 2016, apenas 24 horas después
COMPARTIR
TEMAS
Las cifras de los programas de resultados electorales preliminares dejaN claro que partidos actuaron con una dosis de inmadurez.
Apenas ha transcurrido poco más de un día desde que cerraron las casillas en las 14 entidades del País donde se realizaron elecciones el fin de semana anterior y la evidencia en contra de las cuentas alegres que candidatos y dirigentes partidistas pregonaban la tarde-noche del domingo es abrumadora.
Como se comentó en su oportunidad, uno de los signos distintivos de las primeras horas posteriores al cierre de casillas fue el alud de declaraciones de triunfo realizadas por las figuras visibles de la contienda, declaraciones en las cuales claramente algunos —muchos— estaban incurriendo en excesos.
Las cifras de los programas de resultados electorales preliminares de cada entidad, aunque lentas, se han consolidado en las últimas horas y han dejado claro que partidos y candidatos actuaron con una reprochable dosis de inmadurez.
En Veracruz, por ejemplo, los tres principales contendientes se dijeron ganadores de la elección de Gobernador y afirmaron tener “información fidedigna” que convertía en “irreversible” su triunfo. La noche del mismo domingo, el órgano electoral veracruzano dio a conocer los resultados del conteo rápido ordenado por dicha autoridad, mismo que apuntó como ganador de la contienda al aliancista Miguel Ángel Yunes.
De acuerdo con las cifras del PREP de Veracruz, que cerró con el 96 por ciento de las actas publicadas, el candidato del partido Morena terminó más de ocho puntos porcentuales por debajo del primer lugar, lo cual implica una diferencia de más de 224 mil votos; mientras que el abanderado de la coalición encabezada por el PRI terminó casi cuatro puntos porcentuales abajo, lo cual implica más de 100 mil votos de diferencia.
Las cifras se repiten —con algunas diferencias— en Chihuahua, con una diferencia de ocho puntos entre primero y segundo; Oaxaca, con una diferencia de siete puntos; Quintana Roo, con 10 puntos de diferencia; Tamaulipas, con cuatro puntos y Zacatecas, con 10 puntos de diferencia.
¿Por qué en todos estos casos unos y otros salieron a declararse ganadores? ¿En que cifras basaron sus declaraciones, si el universo del cual debían recoger sus datos —fuera quien fuera el responsable de hacerlo— era exactamente el mismo para todos?
Sólo algunas pocas respuestas se antojan posibles: la primera es que los partidos políticos habrán contratado empresas incapaces de desarrollar una metodología robusta que les permitiera calcular con mayor cercanía a la verdad el resultado final de la elección; la segunda es que, en realidad, no tenían datos fidedignos que les permitieran salir a realizar las afirmaciones que finalmente hicieron ante millones de espectadores.
Una u otra constituye una falta de respecto al electorado y valdría la pena por ello que partidos políticos y candidatos tomaran nota del asunto a fin de considerar la posibilidad de modificar en adelante su conducta, al menos en lo que corresponde a declaraciones incapaces de sostenerse en pie por más de 24 horas.