¿En qué modificó el escenario el debate?
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El encuentro del miércoles sólo mostró las debilidades partidistas y políticas de los candidatos
Ellos mismos se han dedicado a mostrarnos por quién no votar, aunque aún falta que nos convenzan por quién hacerlo. En estas páginas adelantamos desde el pasado domingo que el debate que se desarrolló esta semana nos debería permitir vislumbrar algunas de las ideas y planteamientos que los aspirantes a la gubernatura tienen en mente para aplicarlas en caso de obtener el cargo, sin embargo, por lo que resultó, éstas no terminaron mostrándose como la ciudadanía le hubiera gustado.
El debate puede ser visto desde dos ópticas. Una de ellas -que pudiera resultar conformista- es el avance al registrarse el primer ejercicio de este tipo organizado por el árbitro electoral. A estas alturas de la vida democrática en Coahuila era inexorable que existieran este tipo de actividades.
El segundo crisol con el que se puede vislumbrar lo sucedido el pasado miércoles es que la preparación de los candidatos para este tipo de ejercicios se fincó más en mostrar qué tan malo es el otro, en lugar de mostrar lo bueno que es cada uno.
Es decir, cada uno de los candidatos intentó evidenciar las limitaciones y posibles prácticas indeseables de sus contrincantes.
En este espacio lo hemos reseñado desde hace meses. Las campañas políticas debieran ser también un ejercicio de debate público sobre las problemáticas y áreas de oportunidad que se tienen en Coahuila y que deben ser atacadas, primero con ideas y luego con estrategias posibles y deseables.
Hasta ahora, las campañas han mostrado algunos esbozos de propuestas. Algunas de ellas, dentro de la agenda político-partidista con cierta lejanía hacia el ciudadano de a pie.
En seis semanas, los coahuilenses deberán acudir a las urnas a elegir nuevo gobernador, además de diputados locales y presidentes municipales.
Sin embargo, la información con la que se ha contado hasta el momento parece que no permitiría tomar la decisión más concienzuda y acertada posible.
Podría creerse que ante más oferta electoral, la calidad de las campañas debiera tener una mayor calidad, sin embargo, no aparenta serlo.
Tanto el debate del pasado miércoles, como el del día siguiente en Torreón, sólo mostraron las debilidades partidistas y políticas de los candidatos.
Hasta ahora, ellos mismos se han dedicado a mostrarnos por quién no votar, aunque aún falta que nos convenzan por quién hacerlo.
A expensas de casi 35 días de campaña y al menos un nuevo debate, la ciudadanía debiera estar más atenta y exigente en torno a las actividades de los candidatos.
Sin afán de pesimismo, los tintes festivos de la democracia aún parecen lejanos. El epíteto de elección histórica por condiciones propias del proceso debiera ser un poco más aquilatado por todos los actores.
El esfuerzo de la autoridad electoral por fortalecer la democracia debiera redoblarse. A la par que los partidos deben entender que su actuación hasta el momento no ha sido la adecuada.
El debate modificó en poco el derrotero mostrado hasta ahora en la carrera sucesoria. Lo que sí es que pudo abonar en la desilusión por la democracia de la entidad.