¿Por qué hay tantos contagios de coronavirus entre el personal médico en México?
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A contracorriente de las afirmaciones oficiales, en el sentido de que nuestro país se preparó como ningún otro para la contingencia sanitaria, las cifras de personal del sector salud contagiados de coronavirus resultan no solamente inexplicables, sino inadmisibles
Los números son alarmantes, por decir lo menos: uno de cada tres casos positivos de COVID-19 en Coahuila corresponde a un integrante del sector salud, es decir, a quienes tienen la responsabilidad de enfrentar, en la primera línea de batalla, la pandemia que nos azota.
Para dimensionar el hecho baste referir que, de acuerdo con las cifras reconocidas por el director del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Robledo, a nivel nacional la incidencia de contagios entre el personal médico es de alrededor del 10 por ciento del total de casos confirmados.
En otras palabras, la incidencia de contagios entre los trabajadores de la salud en Coahuila más que triplica el promedio nacional. También debe decirse, por supuesto, que 10 por ciento de contagios entre el personal médico es una tasa inaceptable.
La cifra es alarmante no solamente por su peso estadístico, sino por lo que representa en términos de la capacidad para hacer frente a la pandemia: cada integrante del personal de salud que se contagia, enferma o muere disminuye la capacidad que tenemos para responder a la contingencia.
Más allá del análisis estadístico resulta obligado cuestionar cuáles son las razones que nos condujeron a esta realidad indeseable.
No hace falta ir muy lejos para tener la respuesta: frente a la inaceptable incidencia de contagios entre el personal médico, sin duda debe darse crédito a todas las historias que circulan en redes sociales, relativas a la insuficiencia de equipo, instrumental y protocolos para la atención de la pandemia.
Es muy difícil explicar -y aún más entender- que los trabajadores de la salud estén contagiándose, enfermando y muriendo, a las tasas que ocurren en México, si se escuchan las versiones oficiales según las cuales nuestro país “comenzó a prepararse desde enero” para hacer frente a la emergencia.
Si se tomaron previsiones durante tres meses y el resultado es éste, no quisiéramos imaginar lo que habría ocurrido si no se hubiera realizado este presunto trabajo de “planeación y preparación”: estaríamos ante un sistema de salud cuyos integrantes no tendrían capacidad ni siquiera para atender ellos mismos, ya no digamos a la población.
La explicación a esta realidad parecer más bien que no se tomaron las previsiones necesarias y la evidencia de ello es que apenas en los últimos días han comenzado a llegar a país los cargamentos de mascarillas, lentes protectores, batas e instrumental médico que se adquirió a trompicones cuando ya se había decretado la emergencia sanitaria.
Todo hace indicar, a contracorriente del discurso oficial, que se actuó con extrema irresponsabilidad y por ello se puso en riesgo la salud y la vida de miles de trabajadores de la salud que han dependido en las últimas semanas del altruismo de ciudadanos que se han organizado para colectar, adquirir y distribuir el instrumental que las autoridades no les dieron.
Sin duda estamos ante un heroico ejército de mujeres y hombres que han honrado el juramento hipocrático y han protegido, aún a costa de su propia integridad, la salud de todos nosotros pese a no haber recibido los instrumentos necesarios para cumplir su misión.