Regresar a lo básico
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¿Qué hacer? Soy el menos indicado para dar alguna recomendación. ¿A dónde caminar y cómo hacerlo? Sin duda, cada quien hurgará en su interior y tomará la mejor decisión al respecto. Siguen los días infaustos, largos, lerdos y dolorosos. En fecha pasada murió el político y académico Galo Medina Torres. No resistió los fieros colmillos del virus chino. Siempre fue galante y atento conmigo. No pocas veces me comentaba de mis textos aquí editados en VANGUARDIA. Lo hacía con respeto y atención. Lamento enormemente su partida.
¿Qué hacer? No tengo respuesta para ello. Muchos, atentos lectores como usted el cual hoy me favorece, me han comentado de las diversas sagas de textos publicados en este generoso espacio. Pues sí, sigo manteniendo todas mis tiradas de naipes: la única solución para salir de este maldito atolladero se llama educación y cultura. Dos: habitamos una noche perpetua, oscura y cerrada. Tres: los suicidios no tardan en agudizarse e incrementarse (ya lo están siendo desde el inicio de este año) por un motivo, el maldito calor demencial el cual nos va a caer como fardo.
Los suicidios tienen un factor también en común con los recurrentes accidentes de tráfico y la muerte de adolescentes (niños). La ingesta bestial de alcohol ya es un grave motivo de salud. Y claro, al final pero como elemento cohesionador de todo, la frase letal acuñada por el académico y periodista Luis Carlos Plata: esto ya se jodió. ¿Para siempre? Soy catastrofista. Ojalá sea así para que una nueva generación se forme. ¿Hay futuro en las nuevas generaciones? Sí y no. No hay contradicción de por medio.
Pero, dentro de este mar austral donde no se ve tierra firme a la vista, tengo al menos algo “positivo” que ofrecerle señor lector: es sólo un comentario, jamás una recomendación. Menos una imposición: volver a lo básico. Algo tan sencillo y claro, que de tan sencillo y a la vista, lo hemos dejado de hacer: tener sentido común en todo y regresar a nuestra semilla, a lo básico.
Es como siempre un poeta, quien nos guía en el infierno desolado en que se ha convertido la tierra: “La ventaja de ir/ solo al restaurante/ es la de dar la espalda a la pared/ disfrutar del paisaje/ alerces abetos/ manadas pastando/ las aguas tempestuosas/ vida bulliciosa...” El texto es del poeta italiano Bartolo Cattafi. Dentro de su aparente sencillez, nos regresa a lo nuestro: caminar, disfrutar nuestra soledad y nuestra compañía en un restaurante. Otear el horizonte y tal vez ver en una mesa de comensales a una sirena de cabellos como fuego.
Hace falta, tanta falta regresar a nuestros orígenes: leer, caminar a librerías de hormigón y concreto (ya no hay, pero bueno), dilatarse allí y escoger un par de libros; hace falta filosofar en el café y ver los muslos torneados de la señorita de buen ver que almuerza con su amiga; hay que regresar a la básico: leer poesía, tomar una copa de vino tinto con la dama en turno, ver caer las hojas de los árboles...
Esquina-bajan
Cuando el poeta (al cual internaron en un manicomio por sus ideas políticas) Ezra Pound vio el cuadro “Venus reclinada” de Jacobo del Sellaio, expresó: “los ojos de esta mujer muerta me hablan”. Caray, por eso son poetas y por eso la humanidad ha avanzado alguna vez en la historia. Desgraciadamente ya no hay evolución, sino involución. Lejos quedaron y muy atrás, los días dorados en que uno podía ir a la librería cercana y bastimentarse con un buen café y un buen libro. Alimentos para el cuerpo y el espíritu. Por lo anterior, es urgente regresar a lo básico.
Punto uno: ¿y si no lo hacemos? Pues nos vamos a perder como humanidad, como seres humanos. Cosa que de a poco, ya casi no nos reconocemos. “Aquí todo es húmedo y feraz”, reza un verso del italiano Bartolo Cattafi. Parafraseándolo, diremos: aquí todo es sangre y desolación. Vamos a tomar cualquier día de la semana y repasemos someramente las noticias. Lunes 21 de marzo, la cabeza de una nota periodística es la siguiente: “Pega en Jalisco la narcopugna”. La guerra es cruel y despiadada entre el CJNG y el de Sinaloa. Dije “guerra”, como lo dijo Felipe Calderón en su momento. Pues no, no hay otro término para definirlo.
Punto dos: “Asesinan sicarios a siete durante fiesta en Tamaulipas”. Y fue directamente en la capital, Ciudad Victoria, otrora ciudad donde no pasaba nada. Ni para bien ni para mal. Ciudad aletargada en el tiempo. En los años noventa del siglo pasado, si usted se quedaba en su hotel el fin de semana para cumplir sus compromisos el lunes, había un “pequeño” inconveniente: no había restaurantes abiertos. Hoy, la apacible Ciudad Victoria es tierra de narcotraficantes. El día 21 de marzo asesinaron a siete personas durante una fiesta privada (colonia Bertha del Avellano).
Punto tres: si Ciudad Victoria era apacible, todo un Estado era eso, un paraíso: Colima. Conozco Colima en un par de ocasiones. Nada por ver. Pero era bonita ciudad. No más. Ahora las balaceras e inseguridad, son recurrentes como en todo el territorio nacional. Ni se diga lo que pasa en Zacatecas, Michoacán, Guerrero...
Letras minúsculas
Pasan las guerras, pasan los gobiernos, pasan los imperios; pero la poesía permanece para siempre. Leer. Filosofar. Regresar a lo básico y eterno.