SUCESIÓN, SEGUNDA TEMPORADA: El día del juicio final
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Con esta entrega se cierra esta serie de textos que nos permiten, mediante la recuperación de los pasajes relevantes de nuestra histórica política reciente, comprender mejor el contexto en el cual se desarrolla el proceso sucesorio de la gubernatura de Coahuila.
Luego de la decisión del TRIFE, los “Burbujos” tomaron rumbos distintos. Una parte siguió a Sifuentes que apoyó a Alejandro Gutiérrez en la interna del PRI y otra facción -la de mayor operación territorial- que encabezaban Miguel Riquelme y Eduardo Olmos, se alió al proyecto de Humberto Moreira.
El 17 de julio se celebró la elección interna, participando Moreira, Javier Guerrero, Alejandro Gutiérrez y Heriberto Ramos Salas. El ganador fue Moreira, que después venció al panista Jorge Zermeño en la contienda constitucional del 25 de septiembre. En esa misma jornada se renovaron alcaldías y el congreso estatal. Olmos contendió en su primer intento por ganar la alcaldía de Torreón, mientras que Riquelme triunfó como diputado local.
A su llegada a la gubernatura, Moreira designa a Olmos secretario de Obras Públicas y luego de Desarrollo Regional para La Laguna. Se formaba el grupo Torreón con Riquelme, Olmos y una buena parte de los “ex Burbujos”.
Por su parte, Ricardo Mejía se acercó en el 2006 a la primera campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador y luego del controvertido resultado se metió en el ánimo del tabasqueño y fue designado subsecretario del Trabajo del “gobierno legítimo”. Después fue diputado federal en Guerrero con Movimiento Ciudadano y en 2019 fue designado subsecretario de Seguridad Pública Federal.
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RESURRECCIÓN
En la noche de su Resurrección, Jesús se apareció a sus apóstoles y les mostró las heridas en sus manos y su costado. Tomás, que no estaba presente, dudó cuando sus compañeros le dijeron “Hemos visto al Señor”, a lo que él respondió: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré”. Días después, Jesús volvió a visitar a los apóstoles y le dijo a Tomás que mirara sus manos y tocara su costado y recriminó a su escéptico seguidor, por qué necesitó “ver para creer”.
Desde que “La Burbuja” estalló, muchas cosas cambiaron a Coahuila. Una parte de sus ex integrantes, llegaron al poder con Miguel Riquelme como gobernador, a quien en un ejercicio de objetividad y sin mezquindades, tendríamos que reconocer que se recuperó de un inicio de gobierno complicado y que hoy, con diplomacia, pragmatismo y un adecuado manejo de imagen, mantiene un férreo control político y altos niveles de aprobación.
Se ganó el derecho de elegir al candidato a sucederlo y ha elegido apoyar la opción del exalcalde de Saltillo, Manolo Jiménez. Lo hace desde una posición consolidada, con un PRI que, en Coahuila, a diferencia del resto de México, tiene una impresionante racha de victorias en elecciones de diputados locales, federales y alcaldías. Riquelme y Olmos, se han formado en victorias y derrotas; conocen la soledad de perder elecciones y se han recuperado una y otra vez.
Pero han aparecido nubarrones en el horizonte, actores políticos, económicos y sociales que se sienten relegados, ofendidos y otros hasta preofendidos. Algunos que no se sienten parte del proyecto sucesorio priista. La lista es larga e incluye a alcaldes, exalcaldes, secretarios, magistrados y titulares de organismos autónomos, dirigentes sociales y empresarios, que buscan cabida en otras opciones políticas. Espere este relato de las rupturas, continuidades y sus personajes, en la siguiente temporada de “Sucesión”. Ahí está la salida de Jorge Luis Morán, que no es una baja cualquiera. Morán fue quien sustituyó a Riquelme como alcalde de Torreón. El mensaje es evidente.
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Mientras tanto, en el otro frente de batalla, el presidente López Obrador se hace acompañar en las mañaneras de Ricardo Mejía, al tiempo que los liderazgos estatales de Morena y otros personajes, desfilan a diario por su despacho. Unos se toman la foto y otros piden no aparecer de momento. Mejía y su jefe el Presidente también se han curtido de dolorosas derrotas y ahora aprovechan la racha ganadora de Morena en los estados y también la innegable alta aprobación de López Obrador.
Esta semana, y luego de años de ausencia, Mejía vino a Coahuila y se reunió en palacio de gobierno con Riquelme para revisar temas de seguridad. Después visitó Saltillo, Castaños, Monclova y Múzquiz en “diálogos” con la sociedad civil, para promover la revocación de mandato. ¿Estamos ante su resurrección política en Coahuila? No lo sé, pues al igual que el apóstol Tomás, muchos escépticos, necesita “Ver para creer”. Y es que hay un hecho incontrovertible: después de casi dos décadas ausente, hay más de una generación de coahuilenses que no lo conoce.
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Y mientras todo eso ocurre, Manolo Jiménez recorre la entidad de lado a lado. Se reúne con grupos sociales y de poder. Hace su tarea y no deja nada al azar y avanza buscando ser inalcanzable. Las encuestas que muchos desestiman, pero en las que a todos les gusta aparecer arriba, marcan en este momento un resultado: Si hoy fueran las elecciones, Manolo sería el próximo gobernador de Coahuila. Pero a veces olvidamos que la política no es una ciencia exacta... y las elecciones no son hoy.