Café Montaigne 102
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La flaca Asia Jazmín tiene 27 años, es bailarina de un table dance regio, tiene dos hermosos hijos, es dueña de una piel blanca y lechosa, y en lugar de pechos tiene dos palomas blancas de aureolas rosas y pezones siempre erectos al contacto de mis manos. Tenerla a un lado, me mueve el esqueleto. Más cuando se viste de esa manera tan sexy, la cual hace arder al mundo todo. No es alta, es más bien tirando a tamaño regular, pero usa unos tacones de verticalidad imposible, los cuales los tiene a pasto y nunca, nunca tiene los pares de tacones y botas suficientes en su armario. Asia Jazmín, como toda buena mujer, es Cenicienta. O Penélope, aquella mujer / personaje de Joan Manuel Serrat la cual deja su bolso marrón y sus “zapatitos de tacón” tatuados a nuestro recuerdo en su conocida copla.
La flaca nunca tiene el suficiente par de zapatos en su armario. Por estos días asoma en el calendario eso de celebrar el amor en todas sus manifestaciones y variantes. Es verano. Y en verano hay un poco de días libres, sudor escurriendo, playas repletas de bañistas y, claro, amor en el ambiente. ¿Cuántos tipos de amor hay? Hay amor filial, amor de hijos, amor de padres, amor apasionado, amor hasta la muerte. Cosas de idealización y canciones populares, pues. Un portugués, el cual no podía dormir, escribió en cuadernos y libretas todas las letras posibles, el eterno Fernando Pessoa (con sus múltiples heterónimos los cuales le habitaban en su corazón y cerebro), dejó para la posteridad lo siguiente, lo cual suscribo letra por letra: “Nunca amamos a nadie: amamos sólo la idea que tenemos de alguien”. Sí, eso llamado idealización del amor. Por eso, nada más estúpido que encontrar o buscar “la media naranja.” Eso es basura. Lo vimos en texto de la anterior tertulia de “Café Montaigne”, fue el canto descarnado del grupo español “Amaral”, el cual decía a la letra: “Sin ti no soy nada, / sin ti no soy nada”. ¡Caray, cuánta despersonalización y poco respeto de sí mismo! Hay un equivalente terrible mexicano de ello, la melodía de Daniela Romo, la cual a la letra dice: “Cuando te conocí/ mi identidad perdí”. Caramba, clientes urgentes para el psicólogo.
¿Usted piensa lo mismo de los anteriores versos de cancioncillas populares, le gustan y los canta? Eso de perder la identidad y ni darse cuenta es algo patológico. Como lo es eso de medir, pesar y cuantificar el amor, el cariño, la querencia. La flaca periódicamente me dice de ello. Es como aquella sandez de “pesar” el alma. Lo cual se puso de moda, creo recordar, por alguna película anodina. Le digo y le platico a la flaca Asia Jazmín de todo esto, le acerco libros y, claro, le digo de quererla mucho, me la paso muy bien con ella cuando se puede y trato de apoyarla en todo; pero ella y nadie más debe de hacerse cargo de sí misma, de sus hijos y salir adelante. Le digo de aquello de lo cual todo mundo lo hemos practicado: algunos buscan amor, otros sexo, otros ternura; dinero, cariño, otros buscan ser esclavos de la otra persona…
ESQUINA-BAJAN
Le digo de un viejo chascarrillo de mi época: “masturbarse es bueno… pero es mejor hacer el amor. Se conoce gente”. La flaca se molesta y luego ríe. Le digo de sentirme aún muy a gusto con ella y salir a comer, a convivir con ella de la mano. Es decir, me siento muy a gusto hoy de tenerla y caminar estos tramos juntos. Lo piensa. Luego dispara: “hoy, ¿y mañana?”. Pues no sé. El mañana no existe. ¿Mañana amanece? ¿Lo sé yo, lo sabe usted, señor lector, lo sabe la flaca? Cada día tiene su afán, dice Proverbios de la Biblia. Tomado eso de un viejo filósofo de la antigüedad. ¿No soy romántico, no obstante de mi apuesta de vida por la poesía? No lo sé. Pero eso de encontrarse cara a cara con el “alma gemela” y la “media naranja” es algo tan bizarro como juvenil y estúpido.
Y claro, tiene su raíz… en la literatura. Como casi todo en la vida, pero el problema es la nula o escasa lectura, preparación y cultura de todos los involucrados en el proceso amoroso de encontrar a su “alma gemela” o su “media naranja.” Pues sí, es un mito platónico el cual dejó escrito Aristófanes. Este sabio de la antigüedad dijo de haber sido alguna vez un “sólo ser”, dos personas pegadas, pero un día llegó un dios malévolo y cínico, el cual se divirtió separando a este ser pegado, y por lo cual ahora hombres y mujeres caminamos separados. Una naranja incompleta, pues. Usted es un hombre, una mujer completa, señor lector. No necesita de nadie más para ser feliz. Bueno sí: necesita de buenos libros, buena música, café y ron. Y si llega “una buena mujer” o “un buen hombre a su vida”, pues eso será la cereza del pastel. Pero todo acaba. “El amor acaba”, dijo el filósofo de la canción, José José en aquel viejo álbum de música amorosa: “Secretos”.
¿Es bueno cuando el amor acaba? Pues no es cosa de bondad o maldad, no es una cuestión moral ni de someter lo anterior a una balanza de sentimientos. Simplemente pasa y es necesario estar preparados. ¿El amor es perpetuo? Pues es algo irreal, una ilusión no terrena sino algo patológico de nuestro triste pensamiento. Pues sí, es aquella vieja tonada la cual todo mundo canta y se regodea con ella: “Reloj no marques las horas… / haz de esta noche perpetua…”. ¡Puf! Más almíbar no se puede, por Dios. Quien escribió esta canción debe de ir al doctor psiquiatra urgentemente. La pura irrealidad y falta de cariño y respeto a sí mismo. Todo esto le digo a la flaca y sí, me regaña. “Amar es combatir, si dos se besan / el mundo cambia, encarnan los deseos, / el pensamiento encarna, brotan alas / en las espaldas del esclavo…”. En lo anterior sí creo. Son versos de Octavio Paz en “Piedra de sol”.
LETRAS MINÚSCULAS
Siento a la flaca en mis piernas y le digo cierre los ojos y estire las manos para entregarle un regalo… lo abre. Su risa y grito es su mejor halago hacia mí este día. Amanece.