En otras casa cuecen habas, y en la mía, a calderadas
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El Quijote II, 13
En el capítulo 13 de la segunda parte de El Quijote, Cervantes narra una muy graciosa plática que sobre su vida sostienen Sancho Panza y el escudero de El Caballero del Bosque, en tanto que sus amos se cuentan sobre sus amores, uno con Dulcinea del Toboso y el otro con Casildea de Vandalia. La charla de los escuderos es tan deliciosa, que bien vale la pena leer aunque sea este solo capítulo.
La conversación de los escuderos da un giro y empiezan a hablar sobre sus amos. En el desarrollo de la charla Sancho dice: “padezco con este mentecato de mi amo, de quien sé decir que tiene más de loco que de caballero”.
En cierto momento Sancho dice que en don Quijote “No hay camino tan llano que no tenga algún tropezón o barranco; en otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas; más acompañados y paniaguadas debe de tener la locura que la discreción” (el buen juicio).
Para entender el refrán ha de tenerse presente que durante mucho tiempo las habas fueron alimento común de personas y animales, por lo que se les consideraba de baja calidad. El refrán, en consecuencia, tradicionalmente se ha relacionado con las flaquezas, debilidades o limitaciones humanas, que no son exclusivas de alguien o sólo de algún determinado grupo humano. Es el origen del muy conocido refrán mexicano: “donde quiera se cuecen habas”.
Como lo cita Sancho, quiere dar a entender que si alguien tiene fallas o flaquezas (o que cuece habas), en el caso de su amo don Quijote las habas son por calderadas, es decir, muy abundantes.
Don Francisco Rodríguez Marín, quizá el más erudito anotador de El Quijote, escribe sobre el punto lo siguiente: “Denota este adagio que en todas partes se hallan trabajos, miserias, vicios, defectos, etc.”.
En todas partes se cuecen habas.