Afirma hijo de Clemente Orozco que su padre era mejor muralista que Diego Rivera

A sus 83 años, Clemente Orozco es quien dirige la fundación que lleva el nombre de su padre y es quien vela por el pago de derechos de autor en caso de que se reproduzca alguna obra.

"En el testamento que mi padre hizo en 1944, concedió el usufructo de todos sus bienes por partes iguales a su esposa (Margarita Valladares) y sus tres hijos. Si alguien moría los demás heredaban esa parte", explica el heredero. Su hermano Alfredo falleció y su hermana Lucrecia le ha dado un poder para que se haga cargo de todo lo relacionado al legado de su padre.

Aunque niega que la familia tenga ya muy poca obra en su poder, Orozco hijo acepta que su madre vendió la casa de su marido, hoy Casa-Museo José Clemente Orozco en esta ciudad, además de negociar con el gobierno federal la compra de la parte de obra que le correspondía, al igual que Lucrecia.

Los motivos de dicha venta, asegura Clemente, no los conoce: "A mí no me pareció bien, mi parte decidí conservarla. Quería que algunas de mis piezas fueran a dar a grandes museos y le vendí una al Vaticano, otra a Japón, pero a la fecha conservo una buena parte".

Mientras los herederos del muralista se quejan del escaso apoyo para difundir la obra de su padre, instituciones señalan que éstos cobran un elevado precio para su reproducción en algún catálogo

Aunque también asegura no conocer con exactitud el número de cuadros vendidos al gobierno, estima que por lo menos había 60 piezas "más infinidad de dibujos (.) parte de esa colección es la que tiene en comodato el Instituto Cultural Cabañas" y es administrada por el Instituto Nacional de Bellas Artes, asegura Orozco, quien acepta que hoy en día vive de lo poco que gana por los derechos de la obra.

Clemente Orozco asesora a coleccionistas particulares para autentificar piezas, por lo que cobra entre 500 y tres mil pesos, dependiendo de su valor y además otorga certificados de autenticidad que han alcanzado hasta 15 mil pesos.

A pesar de esto, lamenta no tener los recursos necesarios para que su parte de la herencia salga a la luz en exposiciones itinerantes. "Desgraciadamente está embodegada porque la fundación no ha tenido la ayuda para que circule por el mundo y no ha cumplido con esa misión (.) La gran tragedia es que México no ha sabido aprovechar este legado, que es lo único que nos podría dar prestigio (en el ámbito de las bellas artes)".

Incluso, el hijo del muralista lamenta que la obra de Orozco sea desdeñada en comparación con la de Diego Rivera, lo que atribuye a un asunto político.

"Orozco les pasa como satélite" y asegura que su padre nunca estuvo de acuerdo con ensalzar la Revolución Mexicana como una victoria del pueblo, porque consideró que había solo una "rebatinga" por el poder, además de que era un hombre preparado académicamente y su obra es de una profundidad tal, que se requiere de un sentido de la estética.

"Diego es pura propaganda (.) Diego con su decoración mural no va a ningún lado, no tenía la menor idea de la arquitectura, no podía pintar a escala.. Orozco es el único que trasciende su época por razones técnicas, tiene una profundidad filosófica", explica el hijo, quien insiste en que su padre solía pintar imágenes alusivas a la revolución, pero con una dimensión filosófica para lograr "la total universalidad" y no sólo apuntalar los ideales del movimiento social que generó el México moderno.