Derviches: el baile del sol y los planetas

COMPARTIR
TEMAS
¿Puede una persona dar infinidad de vueltas seguidas sin llegar a marearse? ¿Y entrar en una especie de trance en su búsqueda de la unión con Dios?.
El Cairo, Egipto.- En el corazón del barrio islámico de El Cairo, el ondear de sus faldas sigue siendo una animada atracción turística que los aires de la revolución no han podido tumbar.
Dos días por semana, varios cientos de egipcios y extranjeros se acercan al palacio de Wekalet el Guri, con más de 500 años de historia. Lo que en su día fue un lugar para la residencia y el negocio de los mercaderes se ha transformado en un teatro para todos los públicos.
Ejemplo de la más elaborada arquitectura mameluca, sus paredes de piedra y sus amplios ventanales de madera se iluminan hasta crear un ambiente que invita a retroceder en el tiempo y sentarse a observar el arte de la "tanura" o falda.
UNA FALDA PARA DEJARSE LLEVAR
Aunque la danza de los derviches es originaria de Turquía, en Egipto los musulmanes sufíes la adaptaron a su propia cultura. Para ellos, la importancia de la falda es vital. Los bailarines la visten y comienzan a girar sobre sí mismos en un viaje espiritual con el que dicen transportarse al origen del mundo.
Parten del concepto de que el universo empieza y termina en el mismo punto. En ese instante, al ritmo del folclore egipcio, dan infinitas vueltas. Son varios sobre el escenario.
Una figura principal llamada "latif" representa al sol y, a su alrededor, giran en contra de las agujas del reloj aquellos que simbolizan los planetas.
Mientras que el primero viste una falda de colores brillantes, las de los segundos son completamente blancas, pues pretenden reflejar el alma. Todos ellos alzan una mano hacia el cielo y mantienen la otra hacia la tierra, como una forma de "canalizar" la energía entre los dos mundos.
"A la falda le he dado toda mi vida", explica Mohamed Salah. A sus 29 años, lleva más de 17 de experiencia rotando con más o menos rapidez y elevando al aire faldas que pueden pesar hasta nueve kilos.
¿El secreto de sus giros? "Fuerza física y mental", reconoce. Habituado a participar en los grupos musicales que acompañan las tradicionales fiestas religiosas y bodas egipcias, Salah supo pronto que, si se quería dedicar a esa danza sufí, debía ofrecer sus "mejores movimientos". Por eso se equipara con los jugadores de fútbol, ya que también necesita "experiencia y entrenamiento".
NOTAS SALIDAS DEL CORAZON
Esos astros giradores que representan los bailarines se guían en todo momento por la música.
Nunca falta esa melodía que, creada con tambores, panderetas, castañuelas y otros instrumentos populares, dicta el ritmo de los movimientos.
La primera parte de las actuaciones de los derviches suele ser una introducción musical en la que también aparece el personaje central del cantante. Con su prominente voz, este relata versos y canciones religiosas alabando al profeta Mahoma. Nunca se despega de esa intención mística.
El jeque Said al Mugui trata de expresar ese sentimiento con cada palabra, de modo que siempre "salga del corazón para llegar a otro".
A veces parece como si el artista cantase a una mujer con un lenguaje lleno de ambigüedad. "El sol no se hubiera levantado si no hubieras existido. Solo se ha levantado por ti", recita de memoria Al Mugui, experto en rescatar ese tipo de poemas durante sus más de treinta años sobre el escenario.
La poesía impregna el resto del espectáculo, en el que los danzantes rozan el éxtasis con unas coreografías, en principio fijas, que describen el sistema solar. Luego pasan a moverse en círculo y con algo más de libertad en los minutos finales.
DANZA UNIVERSAL
Además de evocar a Dios, la danza sufí indaga en el amor y otros valores universales como la amistad, la generosidad o la sabiduría. Son parte del ideario de esa congregación perteneciente al sufismo y fundada por Jelaludin Mevlana Rumi en el siglo XIII.
En la localidad de Konya, en el centro de la península turca de Anatolia, los derviches de la orden original de Mevlevi recuerdan cada año la muerte de su guía en una espectacular ceremonia que la UNESCO proclamó, en 2005, obra maestra del patrimonio oral e intangible de la Humanidad.
Numerosos grupos de seguidores de distintas nacionalidades se dan cita en esas celebraciones. Incluidos los egipcios.
"De la danza turca solo tomamos la filosofía, nuestra falda es totalmente egipcia", asegura el director del grupo Tanura, Mahmud Isa.
A pesar de que en Egipto algunas corrientes ultraconservadoras critican a los sufíes por "desviarse" de la tradición islámica, ellos no entienden qué tiene de malo propugnar el amor del ser humano.
Isa responde: "No cerramos nuestro corazón a nadie. Yo no pregunto por la raza o religión de las personas, pero las quiero".
Esas ideas se siguen transmitiendo de generación en generación. Cuando el grupo comenzó a actuar en 1981, los artistas aprendían directamente de sus familiares. Ahora, con una escuela en marcha en la que cada año ingresan nuevos miembros, los 62 integrantes del grupo dedican buena parte de su tiempo a los espectáculos y a su preparación bajo la asistencia de los maestros.
Siempre que pueden, intentan abrir sus mentes cuando ven que es posible introducir pequeñas innovaciones que completen esa danza tradicional.
Lo llevan haciendo más de treinta años en Egipto y de gira por otros muchos países. Y más de una vez han dado la sorpresa, comenta el director, como cuando recorrieron en Italia doce kilómetros dando vueltas sin parar... y sin marearse.
DESTACADOS:
+++ Aunque la danza de los derviches es originaria de Turquía, en Egipto los musulmanes sufíes la adaptaron a su propia cultura. Para ellos, la importancia de la falda es vital. Los bailarines la visten y comienzan a girar sobre sí mismos en un viaje espiritual con el que dicen transportarse al origen del mundo.
+++ La primera parte de las actuaciones de los derviches suele ser una introducción musical en la que también aparece el personaje central del cantante. Con su prominente voz, este relata versos y canciones religiosas alabando al profeta Mahoma. Nunca se despega de esa intención mística.
+++ Además de evocar a Dios, la danza sufí indaga en el amor y otros valores universales como la amistad, la generosidad o la sabiduría. Son parte del ideario de esa congregación perteneciente al sufismo y fundada por Jelaludin Mevlana Rumi en el siglo XIII.
Texto y fotos: Belén Delgado/EFE-Reportajes