¿Por qué los gatos no son fieles?
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Cualquier dueño de un felino, por más cariñoso y doméstico que sea, sabe que su mascota nunca tendrá con él una relación de pertenencia como la que puede desarrollar un perro. Dos estudios exploran los motivos
Un nuevo estudio de la Universidad de Japón ha confirmado que a pesar de que los gatos son capaces de reconocer las voces de sus dueños, eligen ignorarlos. El motivo de esta llamativa indiferencia, que suele esfumarse a la hora de reclamar comida, hay que buscarla en la "autodomesticación" de la especie a través de miles de años.
El estudio de Atsuko Saito y Kazutaka Shinozuka se centró en 20 mascotas analizadas en sus propios hogares. Estimularon a los gatos mezclando las voces de tres extraños con la de sus dueños, todos ellos llamándolos por sus nombres y fuera de su vista.
Luego estudiaron sus respuestas en cada caso, tomando en cuenta factores como los movimientos en sus patas y en sus cabezas, los maullidos, la dilatación de sus ojos y los desplazamientos a través del lugar.
Al escuchar sus nombres, los gatos demostraron tener una "conducta de orientación", moviendo sus cabezas y oídos para saber desde dónde llegaba el estímulo, y aunque tuvieron mayor respuesta a la voz de sus dueños que a la de los extraños, en ningún caso se movieron de su lugar.
"Esto demuestra que los gatos no responden de manera activa con conductas comunicativas hacia sus dueños cuando estos los llaman sin ser vistos, aun cuando pueden distinguir a las personas que conocen de los extraños", concluye Shinozuka, marcando el contraste entre esta actitud felina con la que es habitual en los perros.
Otro estudio práctico de la Universidad de Lincoln, Reino Unido, pone en contexto las diferentes reacciones de los felinos, los perros y los bebés humanos ante una situación de ausencia de su dueño o padre/madre. Mientras los perros acuden ansiosos y felices al regreso de sus dueños y los bebés buscan a sus madres, los felinos son más independientes.
La evolución de la relación gato-hombre
El estudio publicado en la revista Animal Cognition sugiere que la no respuesta gatuna a los llamados de sus dueños o de los extraños se debe a la historia de su domesticación, la que también contrasta con la que desarrollaron los canes.
Los análisis genéticos más recientes indican que el ancestro común de los actuales gatos hogareños es el Felis silvestris, una especie de gato salvaje que comenzó a tener contacto cercano y habitual con humanos hace unos 9.000 años.
A medida que los humanos se hicieron agricultores y sedentarios, comenzaron a acumular granos. Los roedores que buscan alimentación en los depósitos atrajeron a su vez a los gatos, que se acercaron a cazarlos. Así, no fueron domesticados como un perro o un caballo, con fines utilitarios, sino que se fueron para buscar comida en la vida hogareña. Se los adoptó, pero por iniciativa y conveniencia de ellos.
A pesar de esta cuestión histórica, y del saber común que señala que los perros son más afectuosos y cercanos a las personas que los gatos, sus dueños no dejan de entregarse a sus mascotas igual que quienes adoptan a un can. En una conclusión particular, los veterinarios japoneses expresan al final de su informe que "no se ha podido determinar qué conducta felina hace que sus dueños sean tan apegados a ellos".