¿Qué tan educado eres?

Círculo
/ 29 septiembre 2015

En el siglo XVII se escribieron las reglas elementales para comportarse en sociedad, aun cuando el mundo ha cambiado, muchas de éstas siguen vigentes

México.- Una suegra debe avisar con tiempo y prácticamente pedir permiso para llegar de visita a la casa de su hijo(a). Si tienes un invitado y van a pasar por una puerta o pasillo estrecho, debes darle el paso por educación. Lavarse la cara no es suficiente, impera que te bañes a diario...

Las ideas que se pueden leer en el Manual de Carreño son miles y divididas en todo tipo de temas, desde cómo regalar hasta cómo comportarse con los jefes. El texto fue escrito en el siglo XVII por Manuel Antonio Carreño (1812-1874), un político y escritor que buscaba marcar las pautas para que la sociedad se condujera en buenos términos.

La población ha crecido y muchas objetos hacen que ciertos puntos de este libro se vuelva obsoleto, pero lo cierto es que la educación que ahí se hace, también está vigente en muchos sentidos.

Hagamos un breve repaso por una parte de este libro, que además fue considerado como obligatorio para educación primaria, en muchos países durante varios años.

¿EDUCADO YO?

- Chuparse o morderse un mechón de pelo.

- Morderse las uñas o cutículas.

- Sentarse con las piernas separadas o con las piernas cruzadas o torcidas de una manera poco convencional.

- Masticar chicle mientras habla o hacerlo con la boca abierta.

- Fumar en la calle o hacerlo sin pedir permiso a los presentes, especialmente a sabiendas de que el olor a cigarro puede ofender o incomodar a alguien.

- Tener un cigarrillo en los labios mientras habla.

- Hacer que los demás se sientan culpables o incómodos mientras comen algún delicioso postre solamente porque usted debe abstenerse debido a alguna dieta.

- Rascarse o pellizcarse la cara.

- Cometer la indiscreción de hacerle alguna pregunta íntima a alguien en voz alta: ¿Es eso una peluca?

- Usar un cepillo o peine sucios.

- Aplicarse maquillaje o peinarse en la mesa de comer.

- Usar rulos en el cabello en público.

- Llevar esmalte de uñas descascarado, uñas partidas o maltratadas o, peor aún, sucias.

- Una línea demasiado dramática y notable que delimite claramente dónde termina el maquillaje y dónde comienza el color natural de la piel.

- Hablar demasiado o en detalle de excentricidades personales: operaciones, enfermedades, neurosis, alergias, accidentes, etc.

- Comer ruidosamente haciendo gestos exagerados.

- Introducir pedazos de comida demasiado grandes a la boca.

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