México, el paraíso kitsch
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En México, lo kitsch es una forma de expresión artística inconsciente.
México, D.F..- Un domingo soleado en el Parque México de la Ciudad de México, una quinceañera ataviada con un vaporoso vestido rosa posa coqueta para el fotógrafo, mientras que sus chambelanes la secundan con timidez.
Como cantaba Julio Iglesias, la celebración de los 15 años representa la transición de niña a mujer y es un festejo más que extendido en EU y en América Latina. En México es, además, el máximo exponente de lo kitsch.
Pasteles de colores, lazos y moños rosa chicle, verde manzana y azul celeste, brillantina por doquier Todo un "atrezzo" edulcorado a más no poder.
Es lo excesivo decorado en exceso, valga la redundancia. Lo vulgar unido a lo bello. El énfasis del destello luminoso. Y es que el buen y el mal gusto van de la mano cuando de algo kitsch se trata. Â
El curador de arte Alfonso Morales Carrillo explica en el prólogo del libro "México Kitsch", que "en la Alemania de mediados del siglo XIX, nos advierten de los vínculos que desde un principio (lo kitsch) tuvo con la basura, la baratura y el reciclaje".
Las enciclopedias indican que la palabra kitsch proviene del término alemán "yidis etwas verkitschen" y define una pieza artística que está considerada con una copia mala de un estilo ya existente. Alrededor de esta tendencia, abundan los colores llamativos, accesorios de carácter vulgar como aros y pulseras de plástico y telas que imitan la seda, el raso o la piel.
UNA ESTÉTICA FALLIDA
La fotógrafa Paola González, ideóloga del libro que reúne una serie de imágenes kitsch tomadas por todo el país, cuenta en una entrevista con EFE-Reportajes que la idea surgió después de un intercambio de regalos del "amigo invisible" durante unas fiestas navideñas.
"Me regalaron un tortillero hecho como de suéter de recién nacido color rosa mexicano. El objeto me atrapó y fue así cómo empecé a enfocar el ojo y me di cuenta que México estaba lleno de cosas fascinantes".
Para González, lo kitsch sería una estética fallida con reproducciones baratas. Pero, a diferencia de otros países, "México tiene un kitsch muy tropicalizado y toma otras dimensiones. Es inconsciente, inocente y genuino", comparte.
De hecho, en el libro "México Kitsch", ninguna de las imágenes fue intervenida con tecnología. Son instantáneas tomadas de modo espontáneo, lo que le confiere un valor adicional a la obra: la originalidad.
El país azteca posee una inmensa riqueza visual presente desde hace siglos. Abunda el color, la creatividad, la necesidad de vender. Algo que el grupo artístico "Las Pokiankitsch" ha sabido exprimir con un trabajo en esa línea.
Esta unión nació hace más de nueve años en el puente Guadalupe-Reyes, en un portal del norte de la Ciudad de México, al lado de una refinería, con música de la Santanera y en lo que era el centro de reunión de distintas tribus urbanas.
Diana `Pokiankitsch', una de las tres componentes, comenta que "queríamos mostrar la poesía urbana yjuvenil, la rebeldía, la creatividad, lo más kitsch de la Lagunilla (un mercado de antigüedades)".
El colectivo eleva este peculiar estilo hasta el extremo. Su última exposición, en el Museo del Chopo de la capital mexicana, contó con una instalación en el que había un corazón gigante interactivo para bucear en las profundidades del amor o el desamor. La pieza se llamaba `¡Ay, cabrón amor!'. Un trabajo que va más allá del mal gusto e invoca al sentido del humor y la fascinación.
TUMBAS COLOR ROSA
Una fijación por lo fascinante que se puede apreciar hasta en los cementerios. Es probable que México sea el único país en tener tumbas color rosa chicle. En opinión de la también fotógrafa, Olivia Vivanco, los mexicanos son kitsch desde antes de lo kitsch.
"Amamos los colores, los brillitos y los pleonasmos: torta de tamal, peluche con lentejuela, tinte rubio sobre piel morena, vestido de quinceañera verde limón y harto olán, foto de bodas en la sala con terciopelo rojo y marco dorado, ¿por qué no?. Somos kitsch, ilógicos y redundantes hasta en el lenguaje".
En el norte de México, este concepto convive con la cultura popular. En Tijuana (Baja California), por ejemplo, el contraste con la vecina y pujante San Diego, se siente nada más cruzar la frontera.
Cientos de vendedores enseñan objetos grotescos que buscan ser elegantes. Diana Rosas, profesora de literatura en la casa de la Cultura de San Luís (Sonora), nacida en Arizona y educada en Tijuana, afirma que "en México casi todo es surrealista o feo, pero junto da como resultado un color peculiar y fascinante".
Esta mexicoamericana dice que hasta el vestuario de la gente es kitsch. "Pueden llevar algo muy poco estético, pero lo muestran con mucho orgullo".
En el centro de la ciudad fronteriza se puede ver un burro gigante. Siendo una frontera influenciada enormemente por el mundo californiano, en Tijuana la gente es "eso".
O como recuerda Olivia Vivanco. "En México somos todo exceso. Será, como dicen por ahí, que nos da miedo el vacío".
DESTACADOS:
* Para la fotógrafa Paola González, editora del libro "México Kitsch", lo kitsch sería una estética fallida con reproducciones baratas. Pero, a diferencia de otros países, "México tiene un kitsch muy tropicalizado y toma otras dimensiones. Es inconsciente e inocente. Genuino".
* Alrededor de esta tendencia, abundan los colores llamativos, accesorios de carácter vulgar como aros y pulseras de plástico y telas que imitan la seda, el raso o la piel.
* Diana Rosas, profesora de literatura en la casa de la Cultura de San Luís (Sonora), nacida en Arizona y educada en Tijuana, afirma que "en México casi todo es surrealista o feo, pero junto da como resultado un color peculiar y fascinante".