El arte sonoro se abre paso en México

Círculo
/ 29 septiembre 2015

Tras la experimentación, artistas crean poesía, paisaje y escultura sonora, radioarte y música electroacústica y electrónica.

México, D.F..- En la última década el arte sonoro y la música experimental en México han tenido una efervescencia que se ha traducido en la producción de poesía sonora, radioarte, música electroacústica y electrónica, paisaje sonoro, escultura sonora, entre otras expresiones. Sin embargo, el quehacer de los artistas sonoros y de los compositores no ha tenido el interés de musicólogos y académicos.

Los compositores y artistas sonoros Manuel Rocha Iturbide, Rodrigo Sigal y Rogelio Sosa, tres de las figuras más emblemáticas del arte sonoro, que se han especializado sobre todo en música electroacústica, son algunos de los que paralelamente a la creación se han dedicado a teorizar sobre este arte y a abrir espacios para resguardar la memoria de lo que, dicen, está marcando el futuro de la música en México.

Mientras que jóvenes compositores, como Jorge Alberto Alba, no sólo han tomado la experiencia de la generación que les procede, también buscan un lenguaje y una estética que les sea única; alejados de las reglas de la composición académica crean obras híbridas y cada vez más "libres".

Un arte reciente

De acuerdo con Manuel Rocha Iturbide (ciudad de México, 1963), quien ha sido maestro, curador, creador y promotor de festivales de arte electrónico como Transitio, y fue pionero en la creación de festivales dedicados a este arte, como el que realizó entre 1999 y 2002 en el Museo Ex Teresa al lado de Guillermo Santamarina, hablar de arte sonoro mexicano no es algo sencillo debido a la ambigüedad de este termino que intenta denotar un campo interdisciplinario con fronteras vagas.

Sin embargo, establece que en los últimos años hay más gente interesada en el arte sonoro y en la música experimental, como resultado de una serie de sucesos que se dieron, sobre todo, en los años 90, con la creación del Centro Multimedia y del primer festival de arte sonoro que hizo en el Ex Teresa.

"El arte sonoro tiene que ver con lo interdisciplinario, mientras que la música experimental tiene una existencia independiente. En este sentido, la segunda ha tenido un renacimiento fuera de la academia y está siendo creada por autodidactas y por artistas plásticos que están haciendo música, porque a partir del uso de la computadora muchos quisieron experimentar con ella", dice.

Rocha fue de los primeros en escribir investigaciones al respecto e impartir clases. "Es una área que como no sabemos definirla bien, no muchos le han querido entrar. La música experimental está fuera de la academia y si actualmente tiene una efervescencia es gracias al arte sonoro, por eso los festivales son muy importantes para su difusión".

Si bien en México la música experimental podría remontarse a los años 60, en el mundo una figura fue fundamental para su expansión y para la formación de una generación: el estadounidense John Cage, de quien se cumplieron 20 años de su fallecimiento el pasado 12 de agosto, y el 5 de septiembre será recordado por el centenario de su nacimiento.

El doctor en composición, Rodrigo Sigal (ciudad de México, 1971), director del Centro Mexicano para la Música y la Creación Sonora y director artístico del Festival Internacional "Visiones Sonoras" de música electroacústica, sostiene que John Cage tuvo una gran influencia en la creación sonora de México.

"Gracias a su obra entendí que en la música todo es posible y válido. Creo que la efervescencia que actualmente hay en México se debe a que finalmente todos entendimos que sí se puede tener libertades creativas, sin ataduras", asegura.

Sobre su propio trabajo, sostiene: "No soy un artista sonoro, me considero un compositor electroacústico que trabaja con instrumentos, tecnología y computadoras, ¿dónde se conecta esto?, en la idea de que el concepto atrás de la obra puede ser suficiente para justificar la propuesta innovodara. En este sentido, hay una generación de jóvenes, de entre 18 y 25 años, que ha crecido sabiendo que existe la posibilidad de componer desde una perspectiva que no sea la norma de la complejidad instrumental de la posguerra europea, y que hay espacios más vinculados a la enseñanzas de Cage, la fusión con nuevos géneros, la inclusión de nuevas tecnologías; eso ha dado como resultado obras, paisajes sonoros, y un montón de disciplinas que pareciera que surgen de la nada, pero que en realidad vienen de la misma semilla".

Libertad creativa

Rogelio Sosa, artista sonoro, músico y promotor, que ha sido director del festival Radar y Aural, sostiene que el simple hecho de que la música experimental "acepte" hacedores sin "formación musical", ha disparado la cantidad de creadores, fenómeno que no implica que exista una mala factura, sino, por el contrario, de pie a una riqueza sonora.

"Lo más interesante de todo este universo es que puedes estar sorprendiéndote constantemente, porque cuando empiezas a sentir que tienes fórmulas, llegas al hartazgo y vuelves a experimentar".

Y añade: "La música experimental y el arte sonoro buscan siempre escapar de las categorías, por eso es difícil hablar de generalidades, pero podemos establecer temporalidades. Por ejemplo, a principios de este siglo todos usamos computadoras, pero desde hace cinco años noto una reticencia a lo digital y se ha vuelto a lo análogo. La tendencia es hacia la hibridación, porque hay una suerte de libertad, la gente se atreve al rock, a lo electrónico, ya no hay una experimentación pura".

Jorge Alberto Alba (Aguascalientes, 1984) es ejemplo de la nueva generación, estudió en el Conservatorio de las Rosas y aunque su formación ha sido académica, ha seguido por el camino de la tecnología.

"Ya no me preocupa definir qué soy o a qué tendencia pertenezco, lo que busco es crear; tenemos todas las herramientas a nuestro alcance. Además, creo que mi generación no sólo está buscando sus sonidos, sino también sus propios espacios para darla a conocer, y contamos los circuitos de gente quesí está muy interesada, la paleta de posibilidades es tan amplia que lo que hacemos ya no debe ser catalogado, el tiempo será el que juzgue qué fue bueno y qué no".



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