¡Mueran los gachupines!, lo que en realidad dijo Miguel Hidalgo

Círculo
/ 29 septiembre 2015

Muchas son las versiones del discurso que proclamó el cura Miguel Hidalgo y Costilla la mañana del 16 de septiembre

México, DF. A todos nos enseñaron esa historia desde muy pequeños: Miguel Hidalgo y Costilla, un cura de Dolores Hidalgo, salió la primera hora del 16 de septiembre de 1810 y llamó al pueblo a levantarse en armas para luchas por la Independencia del territorio contra España. Tomó un estandarte de la Virgen de Guadalupe y sonó las campanas de la iglesia. Su llamado, su lucha y su muerte lo convertirían en El Padre de la Patria.

"El Grito" se convirtió en un símbolo y en un festejo de los mexicanos. Cada año, en todas las plazas públicas del país, gobernadores, presidentes municipales y el presidente de la República, emulan lo que Hidalgo hiciera hace ya 202 años. El funcionario en turno, ondea la bandera, toca las campanas y lanza vivas para la multitud presente. Por lo general se hace referencia al mismo Hidalgo, a Morelos, Allende, Aldama, etc, se dan vivas a México y a los mexicanos.

Pero, evidentemente esto no fue lo que dijo Miguel Hidalgo y Costilla aquella madrugada en que a un grito llamó a la Independencia.

Aunque hay varias interpretaciones de lo ocurrido, todas coinciden en que el cura llamó a la insurrección, lanzó vivas a favor del entonces rey de España, Fernando VII y a la religión católica. Aunque existen dos versiones de lo que en realidad habría dicho rescatadas por dos católicos: Fray Diego de Bringas y Fray Servando Teresa de Mier.

La primera presentada por Fray Diego de Bringas, en un sermón predicado en Guanajuato el 7 de diciembre de 1810 señala que el llamado del cura de Dolores fue:

"¡Americanos oprimidos! Llegó ya el suspirado día de salir del cautiverio y romper las duras cadenas con que nos hacían gemir los gachupines. La España se ha perdido. Los gachupines por aquel odio con que nos aborrecen han determinado degollar inhumanamente a los criollos, entregar este floridísimo reino a los franceses e introducir en él las herejías.

"La patria nos llama a su defensa. Los derechos inviolables de Fernando VII nos piden de justicia que le conservemos estos preciosos dominios. Y la religión santa que profesamos nos pide a gritos que sacrifiquemos la vida antes que ver manchada su pureza.

"Hemos averiguado estas verdades, hemos hallado e interceptado la correspondencia de los gachupines con Bonaparte. ¡Guerra eterna, pues, contra los gachupines! Y para pública manifestación que defendemos una causa santa y justa, escogemos por nuestra patrona a Ma-ría Santísima de Guadalupe. ¡Viva la Amé-rica! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la religión y mueran los gachupines!".

La otra versión conocida es la de 1813, de Fray Servando Teresa de Mier, quién afirmó que lo que el cura Hidalgo había dicho esa mañana fue:

"Hoy, debía ser mi primer sermón de desagravios; pero será el último que os haga en mi vida. No hay remedio: está visto que los europeos nos entregan a los franceses; veis premiados a los que prendieron al Virrey y relevaron al Arzobispo, porque nos defendían. El Corregidor, porquees criollo, está preso. ¡Adiós, Religión! Seréis jacobinos, seréis impíos. ¡Adiós Fernando VII! Seréis de Napoleón.

-No, Padre, gritaron los indios, defendámonos: ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva Fernando VII!

-Vivan, pues, y seguid a vuestro cura, que siempre se ha desvelado por vuestra felicidad.

Lo cierto es que desde el llamado de Hidalgo del 16 de septiembre empezaron a aparecer proclamas de insurgentes tanto manuscritas como orales que llamaban a sumarse a la lucha y que ahora forman parte de una tradición que ya es un símbolo de identidad y orgullo nacional.




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