¿Qué hay de cierto en la sincronización de los ciclos menstruales?

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Nunca se ha encontrado una conclusión rotunda.
Muchas mujeres han visto alguna vez cómo se adelantaba o retrasaba su menstruación respecto al mes anterior en función de si pasaban más tiempo con diferentes mujeres.
Esto ha sentado toda una creencia en que los ciclos menstruales se sincronizan de algún modo entre féminas, algo que se ha intentado estudiar en varios laboratorios aunque nunca se ha encontrado una conclusión rotunda.
En 1971 se determinó que la interacción social era la clave para la sincronización de los ciclos menstruales, de manera que las mujeres que pasaban gran parte del día juntas, en el trabajo o durante el tiempo de ocio, tenían más probabilidades de compartir los días de la menstruación.
No era tan probable entre mujeres que simplemente estaban cerca pero que no compartían el tiempo, como entre compañeras de piso. Los mismos estudios aseguraron que las feromonas eran las responsables de esa sincronía, y que no solo tenía que ver con el periodo menstrual, sino que con ellas se podían llegar a controlar todos los tiempos relacionados con la ovulación.
Sin embargo, otros estudios en las décadas posteriores creyeron que esa investigación no habría sido suficiente y tampoco habría sido totalmente comprobada en primates no humanos. Estos estudios rechazaban la teoría señalando su inviabilidad en términos de evolución de la especie, poniendo el ejemplo de que si todas las mujeres en el mundo tuvieran sus ciclos sincronizados, se podría poner en peligro la evolución de la humanidad. Sin embargo, las pocas probabilidades de que toda la población femenina pudiera sincronizarse le restan peso al argumento.
Además, aunque no exista la prueba científica definitiva, en muchas zonas rurales se modifican los ciclos menstruales para que varias hembras de un mismo rebaño estén encintas a la vez. Los agricultores lo hacen a partir de la progesterona, una hormona producida en los ovarios que mantiene el embarazo y desarrolla los caracteres sexuales que no forman parte del sistema reproductor.
Aunque la mera anécdota ya pueda suponer un argumento, es difícil probar qué factores determinan esta teoría y, más aún, si sería posible que los ciclos de varias mujeres pudieran adaptarse mes a mes, teniendo en cuenta las variaciones individuales que de por sí vive cada mujer.