Feniletilamina, la causa del deseo de chocolate
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Todo esto se debe a que el chocolate, al igual que algunos quesos, contiene feniletilamina, un neurotransmisor cuya presencia en el cerebro se ha relacionado con el amor en varios estudios.
De algún modo, el chocolate nos hace sentir bien, por lo que antes de intentar privarnos de él deberíamos considerar sus virtudes. El proceso que experimenta el cuerpo al comer chocolate es similar al que experimenta en un proceso de enamoramiento, cuando liberamos la hormona del placer, conocida como oxitocina, además de endorfinas, las hormonas que controlan el bienestar y la euforia. Todo esto se debe a que el chocolate, al igual que algunos quesos, contiene feniletilamina, un neurotransmisor cuya presencia en el cerebro se ha relacionado con el amor en varios estudios, ya que las personas enamoradas cuentan con altas dosis de feniletilamina, aunque esta también puede aumentar con un apretón de manos o con un intercambio de miradas.
Consumir una pequeña cantidad de chocolate cada día es muy positivo para el cuerpo, ya que tiene cualidades excelentes: es rico en flavonoides, que ayudan a mantener una buena presión en la sangre, y tiene muchos antioxidantes y nutrientes, como hierro, cobre, magnesio y potasio.
Uno de los motivos por el que se nos antoja el chocolate es porque el cuerpo reclama estos nutrientes. Por ejemplo, durante el periodo de menstruación, el cuerpo necesita más hierro del habitual y el chocolate es uno de los alimentos que lo contiene en mayor cantidad, incluso más que en la carne de buey. Sin embargo, estos antojos a veces se parecen más a una adicción que a un capricho, lo que se explica porque el chocolate también contiene anandamida, un químico que a la vez es un ingrediente activo en la marihuana.
Las adicciones al chocolate son, por suerte, mucho más fáciles de controlar que en otros casos más peligrosos. En principio, conocer qué tipos son los más beneficiosos puede ser suficiente para hacer un consumo responsable y aprovechar al máximo sus virtudes. Así, el chocolate negro es siempre el más provechoso para la salud, sobre todo si está poco procesado y tiene un gusto entre dulce y amargo.
En cambio, en el proceso de hacer chocolate con leche, muchas de las propiedades originales se pierden, lo que se multiplica en la producción del chocolate blanco, que mantiene toda la grasa y las calorías del proceso y pierde todos los antioxidantes y los flavonoles, un ingrediente presente en muchas plantas que tiene usos terapéuticos asociados a la función pulmonar, la demencia y el colesterol.
También puede ser útil buscar qué tipo de grasa se usa para producir el chocolate. En aquellas descripciones en las que hallemos mantequilla de cacao, tendremos la garantía de que el producto ha sido procesado con una grasa saturada que no hace aumentar el colesterol. Además, conviene fijarse también en los niveles de cafeína de determinados tipos de chocolate, puesto que además de mantenernos despiertos o poder provocarnos ansiedad, es especialmente contraindicada en momentos puntuales como el embarazo.