"Daniel Sada no murió en la miseria, pero dejó una gran deuda", dice su viuda
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La falta de seguro médico, de previsión y de ser "personas poco prácticas", según cuenta la viuda de Daniel Sada, Adriana Jiménez, hizo que el matrimonio pasara grandes penurias económicas en los últimos días del escritor mexicano fallecido hace poco más de un año, a la joven edad de 58 años y quien hoy recibirá un homenaje en el marco de la XXVI Feria Internacional del Libro, que transcurre en Guadalajara, al occidente de México hasta el próximo 2 de diciembre.
Guadalajara, Jal. "Pasamos problemas y después de la muerte de Daniel quedó una gran deuda médica que iremos pagando poco a poco, pero no es cierto que haya fallecido en la miseria. Decir eso en un país como México donde la miseria tiene dimensiones reales y tremendas resultaría un abuso", aclara Jiménez en entrevista con dpa.
"Vivíamos de una beca que él tenía en el Conaculta, de los talleres literarios que daba y de mi trabajo en la universidad. Cuando la enfermedad crónica que tenía se agravó, hubo que suspender los talleres", agrega Adriana, quien de todos modos no se enoja porque la prensa haya difundido un tanto "exageradamente" la situación económica por la que atravesaba el aclamado autor de "Porque es mentira la verdad nunca se sabe".
Lo que a Jiménez le hace perder la paciencia es por un lado que se diga que el escritor mexicano murió porque "no se cuidaba, en esta nueva corriente de pensamiento histérica desde mi punto de vista y que establece que siempre el enfermo tiene la culpa de lo que le pasa" y por el otro que las autoridades educativas hayan tardado en anunciar el Premio de Cultura y Ciencias 2011 otorgado a su marido cuando "ya estaba entubado e inconsciente".
"Daniel había estado esperando la llamada que le avisara del premio durante mucho tiempo y creo que aunque sea por un tema humano y porque el ex ministro de Educación (el fallecido Alonso Lujambio) padecía la misma enfermedad que mi esposo, deberían haber hecho efectivo el premio cuando tuviera algo de tiempo para disfrutarlo", expresa.
Joven, vital y en una fase de duelo que "como se dice en Mexicali: esto se acaba cuando acaba", Jiménez no tiene problemas en dar a conocer el enorme vacío que dejó en su vida y en la única hijo del matrimonio, Fernanda, de 14 años, la partida de Daniel Sada. Le hace bien hablar del escritor, aunque luego suba a su habitación de hotel "a seguir llorando".
"Era un hombre muy desenfadado, muy gozoso, con un gran sentido del humor, era muy buen conversador y bailaba estupendamente. Siempre estaba rodeado de mujeres. En casa tenemos dos gatas, tenía dos nietas y siempre se refería a todas nosotras como "mis viejas"; además, no soy celosa y mis amigas siempre me lo pedían prestado porque era uno de los pocos hombres que bailaba muy bien cualquier ritmo que le tocaran", cuenta.
La mujer que no quiere que le digan "viuda de Sada", sino "mujer" del escritor nacido en Mexicali, Baja California, el 25 de febrero de 1953 y que hoy será recordado por sus colegas Élmer Mendoza, Antonio Ortuño y Federico Campbell, se muestra sorprendida de todas las muestras de cariño expresadas desde todas partes del país hacia el autor de "Casi nunca" y "Una de dos", entre otras novelas que le valieron varios premios y reconocimientos.
"Estuve viajando todo el año y la verdad es que no pensé que lo querían tanto", admite, al tiempo que muestra sentimientos contradictorios en torno al libro póstumo, la novela "El lenguaje del juego" que acaba de dar a conocer la editorial Anagrama.
"Habíamos armado todo para que él pudiera escribir entre los horarios libres que le dejaban las 4 diálisis que recibía al día. Estaba las 24 horas conectado a un tubo de oxígeno y así y todo, cuando escribía parecía revivir. Mi idea era que mientras él pudiera escribir, no moriría", cuenta.
"Cuando terminó el "Lenguaje del juego" me la dedicó. Y no quise, tenía esperanzas de que fuera para mí el próximo libro, pues eso significaría que iba a estar un tiempo más entre nosotros. Me dedicas el siguiente, le dije, pero no pudo ser", concluye.