¿Cómo se podría frenar el desarrollo de tumores cerebrales malignos?
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Prácticamente no existe ninguna esperanza para las personas con un glioblastoma, pese a ser sometidos a una operación, quimioterapia y radioterapia.
Hamburgo, Alemania .- Es el más peligroso, agresivo y maligno de los tumores cerebrales: el glioblastoma. Este tumor canceroso se expande en un plazo de unos pocos meses en el cerebro y, dependiendo de su posición, los pacientes sufren de diferentes síntomas: problemas visuales, ataques de epilepsia, dificultades de movimiento o fuertes dolores de cabeza.
Prácticamente no existe ninguna esperanza para las personas con un glioblastoma, pese a ser sometidos a una operación, quimioterapia y radioterapia. Por lo general, no se pasa de un año.
Los científicos de la Clínica Universitaria Hamburg-Eppendorf (UKE) se dedican al estudio de este tipo de cáncer. "Queremos determinar qué características especiales tienen las primeras células del tumor. Tal vez entonces puedan combatirse", dijo Oliver Heese, médico jefe de neurocirugía de la UKE.
¿Qué hace al glioblastoma tan maligno? Los precursores de las células tumorales se abren paso entre las neuronas sanas y no forman tumores delimitados. Hasta ahora no se conoce ningún factor de riesgo.
"El glioblastoma libra una especie de guerra de guerrillas en la cabeza", dijo por su parte Michael Weller, del Hospital Universitario Zúrich. Este profesor de neurología es portavoz de la Red Alemana de Gliomas, una asociación de investigación promovida por la organización Ayuda Alemana contra el Cáncer.
Así, el crecimiento invasor e irregular hace difícil extirpar por completo el tumor.
"La extirpación total no es posible para un neurocirujano ni siquiera con las técnicas más modernas", dijo el neurocirujano Heese. "En el cerebro uno no puede, como es posible parcialmente en otros órganos, cortar a gusto mucho tejido. El cerebro no vuelve a crecer y por lo tanto tenemos que limitarnos".
Además, un glioblastoma se adapta rápido a cosas "molestas" que amenazan su supervivencia, como la reducción del flujo sanguíneo o la quimioterapia.
La barrera sangre-cerebro -una red formada por células y determinadas sustancias que protege al cerebro de sustancias tóxicas que podrían ser transportadas por la sangre- limita además una terapia sistémica, por lo que la quimioterapia sólo tiene un efecto acotado en el cerebro.
Desde algún tiempo se sabe que también en el cerebro hay células madre, es decir células precursoras de neuronas y células gliales, apunta Weller. Posiblemente una degeneración de estas células desencadena un glioblastoma. "En realidad es positivo que en el cerebro haya aún células que se pueden desarrollar", indicó el especialista.
Para otras enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, estas células hasta podrían ser de utilidad. Pero el jefe de Heese, el profesor Manfred Westphal y su equipo, al igual que otros grupos, quieren investigar si en estas células existe algún marcador que pueda ser inhibido.
El genoma de una línea celular del glioblastoma fue descifrado totalmente hace algún tiempo, pero Westphal no es demasiado optimista de que a partir de este conocimiento se pueda desarrollar en breve una terapia.
"Tenemos una colección de datos, pero las líneas celulares cultivadas en laboratorio ya no son en general representativas del comportamiento real de los tumores".
Hace 25 años Westphal comenzó a guardar tejido tumoral extraido en las cirugías para investigar. En la búsqueda de un eventual tratamiento, se usan de forma experimental virus, como por ejemplo los parvovirus, que se espera puedan hacer remitir el tumor.
En la ciudad alemana de Heidelberg se realizaron experimentos con ratas y, según Westphal, se están realizando los primeros ensayos clínicos con virus oncolíticos en centros médicos en Estados Unidos.
"Estos son extraordinariamente complejos y antes de que uno tenga algún resultado que pueda ser analizado y sea una base para tener una esperanza justificada pueden pasar años", advirtió Westphal. Pero también puede ocurrir que no se llegue a nada.
Sin embargo, debido a que para los pacientes la situación es muy angustiante, los expertos también se abocan a temas que incluyen las terapias alternativas así como los últimos días del paciente.
Un estudio publicado en la revista estadounidense "Neurology" por la Red Alemana de Gliomas señala que casi uno de cada dos pacientes que tienen un glioblastoma intenta una terapia alternativa, como la homeopatía, la terapia vitamínica o la psicoterapia.
"Esto lo queremos tener en cuenta en conversaciones explicativas y abordarlo", dijo Heese.
Próximamente se iniciará un nuevo estudio. "Queremos escribir a familiares (de pacientes con glioblastoma) y preguntarles cómo son los cuidados de los pacientes en sus últimos días de vida. Tengo la sensación de que en ese ámbito debemos mejorar y descubrir qué necesitan esas personas y sus familiares", añadió el especialista.