Clío es una videoteca de la historia de México
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Entrevista con Enrique Krauze, historiador
Ciudad de México. Entre las satisfacciones personales más grandes que Enrique Krauze ha tenido como fundador de Editorial Clío, Libros y Videos está el haber publicado las memorias de su gran ídolo de la infancia, que desde luego no era entonces ni Daniel Cosío Villegas ni Octavio Paz sino una entrañable figura de la cultura popular mexicana: Blue Demon, uno de los grandes héroes de la niñez mexicana de hace más de medio siglo, junto con otros gladiadores legendarios de la lucha libre.
Pero además de haber podido estrechar la enorme mano de su ídolo Blue Demon, Clío le ha dado muchas otras satisfacciones a Krauze. La más reciente, el estreno de la serie de televisión La Conquista, un proyecto con el que celebra 20 años de la fundación de una empresa que comenzó editando libros de historia ilustrados, y que hoy produce documentales que se transmiten por televisión (los domingos por Canal 2, a la media noche, y repeticiones los jueves, a las 23:30, por canal 5 y los sábados a las 22:00 por Forotv).
En dos décadas, esta empresa con nombre de musa ha realizado más de 350 programas para televisión, y en el camino para producir esos proyectos se ha formado un archivo audiovisual de 32 mil imágenes hemerográficas, 3 mil películas del cine mexicano, más de 2 mil 800 entrevistas grabadas, 10 mil horas de material de video, más de 50 mil imágenes fotográficas, entre otras joyas que, hoy por hoy, se han convertido en una fuente de consulta indispensable.
¿Cuando creó Clío pensó que llegaría a cumplir 20 años?
No, lo que no tenía claro es a dónde iría. Empecé esto en 1991 con el objeto preciso de hacer libros de historia ilustrada como veía que se hacía en otros países. Lo hicimos para acompañar la serie de El vuelo del águila, y luego La antorcha encendida. Salieron libros que acompañaron a la telenovela y eso no se había acostumbrado en México. La gente podía comprarlos en los puestos de periódicos a un precio muy cómo porque tenían anuncios.
Era una forma de difundir la historia, y luego siguieron muchos otros libros de historia ilustrada, sobre todos los temas: la cultura, el arte y temas muy populares, como biografías de actores, del cine y también historia deportiva. Pero desde el origen se llamaba Clío, Libros y Videos, entonces la idea de hacer documentales la tenía presente desde que hice, a mediados de los años 80, Biografía del poder, y el proyecto nació como una sociedad entre Emilio Azcárraga Milmo y yo. En la primera etapa, hasta que él murió, se hicieron solamente libros. Al morir él, ya habíamos estado preparando los documentales y le propuse a Emilio Azcárraga Jean que saliéramos ya con una serie documental. Se llamaba Los sexenios y uno de los primeros era sobre Gustavo Díaz Ordaz y el 68. En ese programa, que pasó hace 13 años en la televisión, fue la primera vez que se veían las imágenes del 68 sin ninguna censura.
A propósito de aquel programa sobre Díaz Ordaz y el 68, ¿qué documentales han causado más incomodidad o han levantado revuelo?
La Cristiada. Lo realizó Jean Meyer con la dirección de Nicolás Echevarría. Nos llevó mucho tiempo hacerlo. Es un tema siempre incómodo en la historia de México. Los documentales de Salinas supongo que no le gustaron a un sector de la clase política mexicana. Pero nuestra intención no es tanto el documental de denuncia, aunque sí los hemos tenido, como un programa sobre el levantamiento zapatista u otro sobre las elecciones del 97 que cambiaron la vida política mexicana, por ejemplo, pero la intención de estos documentales es estrictamente histórica.
¿Cuáles han sido los programas más vistos o los más comprados?
Son pocos los comprados porque tenemos poca oferta de dvd's. Es muy caro hacerlos. Lo más visto está entre los programas sobre los grandes actores. Soy básicamente un biógrafo y, ni modo, le he impreso en esos programas un tono biográfico; pero ha habido programas que no tienen que ver con eso, por ejemplo los programas sobre los migrantes, o un par de programas que hicimos sobre el Popocatépetl que fueron importantes. También hemos hecho La visión de los vencidos, basado en la obra de León-Portilla. A mí me importó mucho hacer el programa sobre el sufrimiento en la Revolución mexicana ahora que vivimos la violencia en México. Desgraciadamente parece que cada cien años tenemos un rebrote de la violencia que dura una década. Si esto es así, estamos apenas al principio. Por eso me interesó que recordáramos la Revolución no sólo como la epopeya, idealizada, o a los grandes personajes o las grandes canciones, sino también al sufrimiento, al hambre, la peste y la muerte.
A eso hacía referencia también en el libro "De héroes y mitos" que publicó recientemente
Así, es, hay que ver otras facetas, una de éstas es el sufrimiento de la gente. Debemos tener una sensibilidad para ver ese sufrimiento que estamos viviendo nosotros y que, por cierto, es bastante menor que el que vivieron aquellos porque entonces, por hambre, por la guerra, por la peste, deben de haber muerto cientos de miles de personas.
En 20 años se ha logrado hacer una gran foto de la historia de México.
Prefiero decir que Clío es una gran videoteca de la historia de México
¿Qué es lo que pudo haber hecho mejor en estos 20 años?
La parte más débil de la historia de Clío ha sido curiosamente la historia literaria y de algunas artes, pero estoy tratando de desarrollar proyectos que equilibren más, con artes escénicas, el teatro, la danza. En términos generales, los documentales cumplen con una función de difusión pero en la mayoría de los casos no tienen el rango que muchos programas tienen, por ejemplo, en la televisión inglesa. No lo tienen porque el presupuesto es muy pequeño, porque las posibilidades financieras son limitadas, pero también no lo tienen porque estamos aprendiendo un arte, un vehículo de comunicación que en otros países cuenta con generaciones con años de experiencia y aquí no.
Hemos fallado por omisión de zonas de la vida mexicana que tendríamos que haber cubierto más, y en ser muy exigentes con la calidad. Es indudable que hay programas de los que estoy muy orgulloso y otros de los que estoy un poco menos orgulloso.
Usted es un caso emblemático del intelectual emprendedor. ¿Qué tan complicado ha sido convencer a empresarios de que un intelectual puede crear proyectos empresariales.
Por otro lado, los intelectuales cómo lo tomaron al verlo hacer algo que no era común, ¿con rechazo, desconfianza, la mala leche...?
Daniel Cosío Villegas fue un gran empresario cultural, fue la primera persona en el siglo XX que reunió esas dos palabras, fue un hombre de acción que aplicaba su trabajo, e hizo muchas cosas extraordinarias a la cultura. Él lo hizo sobre todo con apoyos oficiales, ahora un empresario cultural no puede hacerlo única ni mayoritariamente siquiera con apoyos oficiales, no puede ser porque no es justificable. La empresa cultural debe tener algún apoyo oficial, pero también patrocinios privados y aceptación del público. Esos son los tres pies de esa mesa.
La primera empresa en la que aplicamos esta idea fue Vuelta, que duró del 76 al 98 y tuvo exactamente ese concepto, fue una ip, una empresa de la iniciativa privada que contaba, como tradicionalmente ha contado la cultura -y así debe ser-, con una presencia del patrocinio oficial, pero que busca y trata de convencer a los empresarios que apoyen la cultura.
¿Que ha sido fácil? No, pero tampoco me voy a poner en plan de héroe. Hubo siempre en el camino empresarios sensibles que entendieron que la cultura no es un lujo, que es un elemento central en la construcción de un país y que fortalecer y apoyar a la cultura libre, y no sólo a la cultura académica, es importante. La cultura libre es la que se produce para el público; la cultura académica es aquella que se produce para los estudiantes.
Clío nació del hecho de que Emilio Azcárraga Milmo, que por lo demás tenía ideas políticas muy rígidas y antidemocráticas, en lo cultural, por su respeto a Octavio Paz y, posteriormente, por una amistad que entablamos él y yo, comprendió que era importante hacer llegar la historia a la gente. Después hubo, y hay, una sucesión de empresarios y empresas que han entendido esto.
Si cuentas desde Vuelta, en mi caso personal ha sido una larga historia que ya tiene 35 años en cuanto al trato con la iniciativa privada.
En cuanto a mis colegas, te puedo decir que se ha ido abriendo paso la convicción de que la empresa cultural y la difusión de la historia tiene pleno sentido. Observa cómo Proceso hace muy buenas ediciones de difusión histórica, cómo La Jornada ha vendido ejemplares y El Universal... Creo que los periódicos venden cosas que han tenido que ver con la difusión histórica. Se ha entendido que la cultura si no tiene ese brazo de difusión que tan bien entendía Vasconcelos, que fue el primero que entendió que si la cultura no llega a la gente, se vuelve algo muy centrado en la élite.
En cuanto a los resentimientos, rechazos, envidias, desdenes y todo eso, es parte de lo que Marx llamaba la "canalla literaria" y me tiene sin cuidado. En Clío seguimos trabajando. El mejor modo de responder es haciendo cosas de calidad.