Ultimos años de Trotsky rodeado de cactus y Frida Kahlo

Círculo
/ 22 septiembre 2015

Esteban Volkov siempre vuelve a la mansión protegida por pequeñas torres de Coyoacán en cuyo jardín, bajo una bandera roja, reposan los restos mortales de sus abuelos, León Trotsky (Lev Davidovich Bronstein) y su mujer Natalia Sedova

México, D.F. .- El revolucionario ruso León Trotsky se pasó toda la vida huyendo, hasta que hace 70 años fue asesinado en México por órdenes de Stalin. Un agente infiltrado le destrozó el cráneo el 20 de agosto y murió un día después.

Esteban Volkov siempre vuelve a la mansión protegida por pequeñas torres de Coyoacán en cuyo jardín, bajo una bandera roja, reposan los restos mortales de sus abuelos, León Trotsky (Lev Davidovich Bronstein) y su mujer Natalia Sedova, custodiados por dos árboles de jaracanda y cactus que cuidó el propio político ruso.

"Esto ha cambiado mucho", asegura el nieto de Trotsky, de 86 años, que heredó de su abuelo sus despiertos ojos claros. El jardín de Trotsky en Ciudad de México es un oasis de tranquilidad. Los altos muros que el revolucionario hizo erigir tras su primer intento de asesinato, en 1939, lo aislan del ruido de la metrópolis.

El actual museo tiene pocos visitantes. Quienes se acercan hasta allí fotografían el sepulcro con la bandera roja y contemplan la pequeña casa cubierta de hiedra en la que Trotsky redactó sus últimos escritos contra el dictador soviético Josef Stalin.

"Vi a mi abuelo por primera vez cuando vivía en el exiliio en Turquía. Fui allí con mi madre Sinaida, a comienzos de 1931. Y vivimos en casa del abuelo en las Islas de los Príncipes, en el mar del Mármara", recuerda Volkov.

Por aquel entonces, el revolucionario ruso, fundador del Ejército Rojo, ya había vivido toda una odisea. Stalin derrocó a Trotsky y en 1927 le desterró a Siberia, de donde fue expulsado a Turquía. El dictador soviético mató a toda su familia, entre ellos su primera mujer Alexandra Sokolovskaya, su hermana y hermano, uno de sus hijos y dos de sus yernos, entre ellos el padre de Esteban, Platon Volkov.

En 1933 los Trotskys se mudaron de Turquía a París. Pero a los dos años el revolucionario fue expulsado de la capital francesa después de que Stalin acusase al gobierno galo de acoger a un terrorista. De ahí viajó a Oslo, donde tampoco pudo permanecer durante mucho tiempo. "Temía que los noruegos le entregasen a los rusos", explica su nieto.

Trotsky encontró su último hogar en México. La pareja de pintores Diego Rivera y Frida Kahlo abogaron por él ante el entonces presidente, Lázaro Cárdenas. "Enseguida le otorgó asilo", cuenta Volkov. En un primer momento se trasladó a la casa de Frida, por lo que se le atribuyó un romance con la pintora, aunque su nieto no da veracidad a esa historia: "No estaba casi nunca sólo".

Y es que también en México la vida del político estaba siempre en peligro, por lo que su vida transcurría en torno a la pequeña casa a la que se mudó en 1939 y su jardín. "Muy raramente salía de la casa, siempre estaba rodeado de amigos", asegura Volkov. "A veces, los fines de semana, se organizaban excursiones a los alrededores de Ciudad de México para buscar cactus", añade. Su abuelo criaba además conejos, tenía perros y gallinas y escribía las biografías de Lenin y Stalin.

El 20 de agosto de 1940 fue atacado por el agente soviético Ramón Mercader, que se había ganado su afecto para infiltrarse en su círculo. Trotsky murió al día siguiente.

Los 20 siguientes años, Esteban Volkov vivió con su abuela Natalia en la misma casa. Ahora sus hijas residen y trabajan en México y en Estados Unidos. Una vida normal, al contrario que su bisabuelo.

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