Las decepciones amorosas pueden ser una adicción

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El rechazo sentimental activa regiones del cerebro asociadas con la búsqueda de un objetivo y las adicciones; pensar en la persona amada puede ser en una obsesión
"No puedo ir a comer contigo, mucho menos al cine", decía el mensaje de texto en respuesta a la invitación que yo le había hecho. Por mi mente sólo pasaba una idea: no quiere verme. Días después, apareció en mi monitor una ventana de chat con estas palabras de él: "Si por este medio comenzamos la relación, por este medio terminamos".
Al leer esa frase, inmediatamente sentí rodar lágrimas en mi cara. Desesperada, cerré la ventana de diálogo y fui a llorar al baño, donde nadie pudiera verme. El dolor del rechazo, la inminente pérdida de una relación amorosa y sentir su desprecio fue difícil. Intenté insistir, pero no obtuve respuesta.
El rechazo romántico es un fenómeno común que causa sufrimiento intenso en muchos individuos. Canciones, historias y poemas han sido creados en momentos inundados de desamor, inspirados en la obsesión por obtener una respuesta positiva ante las peticiones afectivas o eróticas. Nos empeñamos en seguir ahí, atrapados, insistiendo.
La doctora Helen Fisher y sus colaboradores publicaron este año un artículo en la revista Journal of Neurophysiology en el que explican detalladamente el sistema de regulación de recompensa, adicción y emoción generado durante el rechazo romántico.
Este estudio tiene implicaciones en la comprensión de esos sentimientos difíciles de controlar y que pueden derivar en conductas extremas asociadas al rechazo, como perseguir y acechar, así como en suicidios y homicidios, practicados en varias culturas alrededor del mundo.
Al percibir una respuesta negativa en el ámbito amoroso se activan regiones cerebrales involucradas en la motivación hacia un objetivo específico (no hacia una emoción), lo que genera una forma de adicción.
De pronto, uno se encuentra enviando mensajitos, llamando por teléfono y escribiendo cartas de amor. Ese comportamiento de insistencia tiene como fin alcanzar una meta, como si se tratase de obtener una recompensa.
El estudio se realizó en personas jóvenes que habían sido rechazadas por su pareja (expareja) y que aún se sentían enamorados y enamoradas intensamente. Les aplicaron un test llamado "Escala de amor pasional", para determinar que tan fuertes eran sus sentimientos de enamoramiento.
En promedio, los participantes dijeron ocupar aproximadamente un 85 por ciento de su tiempo despiertos en pensar en la otra persona, y también anhelaban que ella los correspondiera y volviera con ellos o ellas.
A todos los participantes les pidieron observar una foto de su expareja mientras les aplicaban una resonancia magnética computarizada. Se apreció en esta fase la actividad cerebral de las siguientes áreas:
a) Area ventral tegmental. Relacionada con el sistema límbico, esta región controla la motivación y la recompensa, así como los sentimientos de enamoramiento.
b) Corteza prefrontal. Ahí se regulan la adicción y la ansiedad, así como el sistema de recompensa de dopamina(principal sustancia química cerebral implicada en el enamoramiento), que también se activa con la adicción a la cocaína.
c) Otra región de la corteza cerebral que asocia dolor físico y sufrimiento.
Con estos datos, la doctora Fisher y su equipo sugieren que una decepción amorosa se convierte en un estado motivacional orientado a una meta, en lugar de una emoción específica. Se trata, pues, de resultados consistentes que apoyan la hipótesis en la cual se aprecia al rechazo romántico como una forma específica de adicción.
Quienes vivimos un rechazo amoroso podemos estar luchando contra un sistema fuerte de supervivencia que, al parecer, es la base de muchas adicciones. Por eso resulta tan difícil renunciar a quien amamos.
¿Hay esperanza para los rechazados en el amor? Afortunadamente sí. Quienes hemos vivido una situación de esta naturaleza presentamos actividad en áreas que solucionan conflictos emocionales complejos, así como la evaluación de pérdidas y ganancias.
Lo anterior se traduce en individuos que buscamos entender y aprender de esta incómoda situación. Esto deriva en una respuesta adaptativa al rechazo. Es un proceso de aprendizaje que demuestra que el tiempo es el mejor aliado para curar las heridas de amor.