"La mastectomía hace a la mujer asumir su cuerpo a partir de la castración, sin perder su femineidad"
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Judith Vizcarra muestra fotos de modelos que quieren ayudar a combatir el cáncer de mama
Barcelona. En una sociedad tradicionalmente androcéntrica, en la que el canon de belleza en el arte también ha sido diseñado a semblanza del ojo masculino, la fotógrafa catalana Judith Vizcarra desvía esa mirada hacia el universo femenino y busca, mediante la imagen, un espacio de reflexión en torno al cuerpo y vida de las mujeres. En esta faceta creativa, enriquecida con una experiencia de más de 30 años en la fotografía comercial, la artista devela el lado más bello de las personas -y en particular de las mujeres-, a la vez que manifiesta una postura irreverente hacia los roles y estereotipos sexistas sedimentados en el mundo contemporáneo.
Por ello, como zambulléndose en los vericuetos del alma femenina, fotografía cuerpos de mujeres que han tenido que pasar por la mastectomía para salvaguardar la vida frente a una enfermedad como es el cáncer. En la exposición itinerante El orgullo de la ausencia, la artista muestra la belleza interior y exterior de las modelos sin que la transformación del cuerpo les reste erotismo y sensualidad. El proyecto, abierto a otras mujeres afectadas por esta enfermedad, ha sido expuesto recientemente en Barcelona y se espera que continúe recorriendo más espacios dentro o fuera de España.
De un mundo contrastante
-Judith, ¿cómo nace el proyecto de El orgullo de la ausencia?
-Por medio de una clienta mía, Montserrat Rovira, a quien ya había retratado en diferentes etapas de su vida, como su embarazo. Vengo de la foto comercial, de idealizar a las personas, de mostrar sus partes más positivas, agradables, así como los momentos más felices de sus vidas. Pero una vez Montse vino a mi estudio con un pañuelo en la cabeza y sin cejas; entonces me di cuenta de que se trataba de alguna enfermedad. Me contó que en el hospital le habían dado una prótesis de silicona, pero se negaba a ponérsela y quería que la fotografiara en ese momento de su vida, porque quería aprender a verse al espejo tal cual estaba.
-¿Cómo fue esa primera sesión fotográfica?
-Fui muy cuidadosa de no mostrar primero la herida. Así que le saqué unas fotos vestida y luego, poco a poco, se fue quitando la ropa. Yo nunca había visto una mujer con la herida de cáncer de mama hasta que vi a Montse. Evidentemente me impresionó, pero sentí que el dolor es intransferible, es íntimo y sólo las mujeres que han pasado por una experiencia así saben lo que significa la castración. Por mucha empatía que yo haya encontrado con mis modelos, sólo ellas saben lo que pasa en su interior. Tenía miedo de que no le gustaran las fotos porque, claro, era mostrar la huella de una enfermedad, el intercambio de un pecho por la vida. Pero le gustaron y para mí fue muy emocionante.
-Y, ¿luego?
-Me propuso que le sacara más fotos. Ahí fue cuando sentí la intuición de que podía ser un proyecto interesante, no sólo por la enfermedad en sí, sino por la lección de vida que dan estas mujeres. Tengo clientas de 23 años que no están contentas con su cuerpo y que se operan para tener más pecho. En cambio, las mujeres que fotografié, como otras muchas que han pasado por una mastectomía, además de la lección de vida que nos dan con su lucha contra la enfermedad, nos dan otra lección muy importante: en una sociedad androcéntrica, en la que el pecho de una mujer tiene una carga erótica muy importante, ellas asumen su cuerpo desde la castración, desde esa herida mutilante, dándole la espalda a los superficiales referentes de belleza femeninos que predominan en nuestra sociedad actual.
"Así que cuando Montse me pidió más fotos, le dije que no me pagara más, pero que me ayudara a buscar otras mujeres que estuvieran en la misma situación y quisieran ser fotografiadas. A la semana me había conseguido cinco modelos, que luego fueron cuatro, y ella misma me acompañó para poder hacer los retratos."
-¿Cómo las ha visto a través de la lente de su cámara?
-Como mujeres muy fuertes. Como han padecido un proceso muy duro y han hecho una recapitulación de su vida por culpa de la enfermedad, yo las veo más fuertes que cualquier otra mujer que puede venir a mi comercio a retratarse, y que se preocupa de si tiene celulitis, si le ha salido un granito o se le ha estropeado la media porque, como es normal, cuando vienen a retratarse están preocupadas por su aspecto físico. Sin embargo, las mujeres que han sufrido una mutilación están más despreocupadas y son más valientes, pero para nada han perdido la femineidad; siguen siendo coquetas y quieren verse atractivas, como cualquier mujer. Pero son muy fuertes. Una de ellas, que ya falleció, un día me dijo: "si estas fotografías sirven para ayudar a luchar a otras mujeres, adelante". Yo creo que sabía muy bien que no superaría la enfermedad, pero quería colaborar con las fotografías para darles fuerza a otras mujeres. Por eso estuvo dispuesta a posar. A la modelo que tiene un tatuaje este verano le han cortado otro pecho; sin embargo, todas estas mujeres siguen luchando.
Situación límite para reaccionar
-¿Qué le transmitió esta experiencia profesional?
-Que es una lástima que a veces el ser humano tenga que pasar por situaciones muy fuertes de la vida para reaccionar, recapacitar o para relativizar ciertos aspectos. Ellas de alguna manera me transmitieron esas ganas de vivir, este modo que tienen, a partir de la enfermedad, de enfrentarse a la vida de otra manera.
-¿Cuál es la reacción del público cuando ve estas fotografías?
-A mucha gente la impresiona. De hecho esta exposición quiso ir a Granada y no fue admitida porque es muy dura. En Mollet, mi pueblo, tengo la fama de hacer desnudos bonitos y eróticos. Y un hombre entró a la sala y salió enfadado, porque pensó que era una exposición de mujeres desnudas. Las mujeres, en cambio, por lo general ven la parte más dramática y emocional de la exposición. Y es que la gente, en general, quiere ver lo que es visualmente correcto porque está acostumbrada a la imagen publicitaria que muestra la parte más perfecta de la personas. Y es normal, entiendo a la publicidad; quien se engaña es tonto. Si yo vendiera maquillaje buscaría la modelo más joven y al retocador más bueno para que esa imagen fuera perfecta; así es la publicidad, somos nosotros quienes no nos debemos dejar engañar. Por eso hay un rechazo hacia esta exposición, porque la gente está acostumbrada a ver lo correcto, lo bonito, y no quiere oír hablar de la realidad y de las cosas no muy buenas de la vida.
-¿El orgullo de la ausencia continúa como proyecto abierto?
-Yo estoy abierta a que las mujeres que quieran participar lo hagan, y mi idea es, con el tiempo, hacer un libro. Pero no siempre las mujeres que han sufrido una mastectomía quieren ser fotografiadas, y eso hay que respetarlo totalmente.