El análisis del arte a través de la ciencia
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Como los grandes museos del mundo, la UNAM tiene un laboratorio de diagnóstico donde se desentrañan los secretos de las obras de arte
México, D.F..- Casi cinco siglos tuvieron que pasar para que La Gioconda del Museo del Prado saliera del anonimato y dejara al descubierto que debajo de las capas oscuras que la cubrían había más que una simple copia de la que se exhibe en el Museo de Louvre.
Los secretos ocultos en este óleo, ejecutado al mismo tiempo que la pieza original de Leonardo Da Vinci, salieron a la luz gracias al estudio técnico realizado a partir de la utilización de una serie de herramientas sofisticadas, como la reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia inducida con luz ultravioleta y examen con lupa binocular.
Las herramientas que el grupo de investigadores y restauradores del Museo del Prado empleó para el estudio de la composición de esta obra de arte, y cuyos resultados proporcionan pistas a los investigadores sobre los modos de trabajo del taller del artista florentino, ya es común en los grandes museos y archivos museísticos de todo el mundo.
Como en el Museo del Prado, el Louvre, el de Bellas Artes de Boston, el Metropolitano de Arte de Nueva York o la National Gallery, el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM tiene en sus instalaciones un Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte, que mediante distintas herramientas tecnológicas y científicas se dedica al estudio de las obras de arte, a partir de los materiales que integran la pieza.
Desde su fundación, hace una década, el laboratorio se ha encargado de someter a rigurosos estudios científicos distintas obras, de diversas épocas, con el propósito de identificar su composición, la selección de materiales y las mezclas utilizadas por el artista.
Integrado por un equipo multidisciplinario de restauradores, historiadores del arte, fotógrafos y químicos, el Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte se ha encargado de poner bajo la lupa la obra de destacados artistas del siglo XX, como Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, o de los siglos XVI y XVIII como Simón Pereyns o Miguel Cabrera, entre muchos otros.
"Lo que hacemos es caracterizar lo que constituye a una obra, a partir del análisis de sus materiales", dice en entrevista Elsa Arroyo, coordinadora del laboratorio.
El proceso de estudio es minucioso y abarca todos los componentes de la obra, desde su soporte y pigmentos, hasta sus capas pictóricas.
"Es como si las obras de arte nos dejaran leer en sí mismas toda la información que contienen", apunta la también historiadora del arte.
La interpretación de los resultados del estudio pueden tardar meses o años, pero el procedimiento de análisis comienza con un registro fotográfico a gran detalle, con luz visible y ultravioleta. Este procedimiento, explica Elsa Arroyo, permite diferenciar las zonas faltantes, las que fueron restauradas y las originales.
En seguida, a través de una pequeña toma de muestra, que implica desprender con bisturí menos de dos milímetros de la pieza, se realiza un estudio para saber qué tipo de pigmentos, cargas y aglutinantes están presentes en la obra.
Poco a poco, la obra va revelando sus secretos compositivos e incluso los trazos previos o dibujos preparatorios del autor. La especialista comenta que la identificación de estos "dibujos adyacentes" se obtiene con la toma de imágenes infrarrojas.
Descubriendo una técnica
Una de las investigaciones que ahora mantiene ocupados a este grupo de especialistas es la que realizan en torno a la identificación de una técnica utilizada por los pintores flamencos del siglo XVI, y que se introdujo en la Nueva España por medio del artista Simón Pereyns.
Todo comenzó con la inquietud de los investigadores por conocer el trabajo de las sociedades de artistas que existieron durante el siglo XVI en la Nueva España. En concreto, la que mantuvieron Simón Pereyns y el sevillano Andrés de Concha.
Sin embargo, el análisis de la composición de las obras realizadas por ambos artistas los llevó al descubrimiento de una técnica, hasta ahora, poco estudiada.
Elsa Arroyo comenta que al someter a un análisis de rayos X una de las obras de Simón Pereyns, se identificó una especie de maraña de pelos impregnados en el soporte, que tras el análisis de las muestras resultaron ser tendones de animal.
"Había una serie de mitos historiográficos que decían que esto era ixtle, pero cuando se le hizo el análisis nos dimos cuenta que era tendón de animal. Al hacer diferentes pruebas y hacer el mismo procedimiento con tendones, tanto de vaca, de cochino, como de ternera, nos dimos cuenta que los animales más jóvenes son los que tienen los tendones más aptos para este tipo de cosas", relata.
Al cruzar información del laboratorio con documentación histórica -continúa Arroyo-, se supo que era una técnica muy usada en la pintura flamenca de esa época.
"Resultó ser parte del proceso artístico de un artista flamenco, que lo va ejercer en la Nueva España y que seguramente generó una escuela", comenta la especialista, quien asegura que actualmente trabajan en la búsqueda de obras posteriores que hayan retomado esta técnica.
"Estamos tratando de rastrear más casos, cuando ya tengamos muchos vamos a poder hacer descripciones más amplias del gran panorama que fue la pintura del siglo XVI, a partir de esta técnica y en relación con toda la tecnología implicada en la ejecución de una pintura", comenta.
De acuerdo con la investigadora, buena parte de los proyectos de análisis, que van más allá de las demandas académicas del Instituto, se realiza de manera interdisciplinaria, con la ayuda del Archivo fotográfico Manuel Toussaint, del Laboratorio de Hipermedios, del Instituto de Investigaciones Estéticas, del Instituto de Física, de la UNAM, así como del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.
El examen técnico de una pieza para su estudio, comenta Elsa Arroyo, debería realizarse antes de intervenir cualquier obra, pues a un restaurador le ayuda para "hacer un dictamen del estado de conservación de la pieza y a entender cómo está hecha para poder intervenirla".
En la oficina del laboratorio, oculto en el edificio del Instituto de Investigaciones Estéticas, Arroyo confiesa que acceder a una obra de arte hasta sus fragmentos más íntimos es un privilegio: "Es como si pudieras acercarte a un libro único o incunable, es algo a lo que nadie más va a tener acceso; es como abrir por primera vez una tumba, es todo un trabajo arqueológico. Lo más increíble es que se va tejiendo a través de los materiales, es la diferencia entre lo que hacemos desde la interdisciplina y lo que hacen los historiadores clásicos".
La especialista comenta que para seguir a la vanguardia en tecnología de análisis de obras de arte, como proyecto a futuro buscarían conseguir un equipo multiespectral, como el que ahora busca revelar los secretos del proceso de creación, materiales y técnicas utilizados por Pablo Picasso en su obra El Guernica, considerada la obra maestra del siglo XX.
Autopsia de las pinturas
*Estudio. El laboratorio cuenta con las mismas herramientas que el Museo del Prado empleó para estudiar la copia de La Gioconda.
*Obras bajo la lupa. Entre otras se analiza "Las dos Fridas", de Frida Kahlo y una serie de piezas de David Alfaro Siqueiros.
*Labor minuciosa. El proceso implica estudiar desde el soporte y pigmentos, hasta las capas pictóricas de la obra.
*Trazos a la vista. A través de estudios de rayos X se puede ver hasta los dibujos preparatorios del autor.
*Muestras invisibles. Con dos milímetros desprendidos de la obra se puede conocer sus pigmentos, cargas y aglutinantes.