INAH descubre más de tres mil pinturas rupestres

Círculo
/ 29 septiembre 2015

    Las imágenes distribuidas a 40 sitios rocosos aluden a diversos rituales

    México.- Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en el noreste de Guanajuato más de tres mil motivos pictóricos rupestres, distribuidos en 40 sitios rocosos.

    Se trata de imágenes que aluden a rituales de paso, curación, petición de lluvias o de culto a los cerros, que fueron hechas por antiguas sociedades de cazadores-recolectores que ocuparon esa zona durante el primer milenio de nuestra era (siglos I al X d.C.).

    Los investigadores también encontraron representaciones religiosas e inscripciones correspondientes a la época colonial, realizadas por comunidades otomíes, además de otras hechas por rancheros y religiosos en los siglos XIX y XX.

    El hallazgo fue registrado durante la cuarta temporada de investigación y registro del proyecto Arte Rupestre en la Cuenca del Río Victoria, que abarca la zona semidesértica de Querétaro y Guanajuato y que es dirigido por el arqueólogo Carlos Viramontes.

    "Los motivos pictóricos hallados están distribuidos en 40 sitios, entre frentes y abrigos rocosos, distribuidos en los municipios de Tierra Blanca, San Luis de la Paz, San Diego de la Unión, Xichú y Victoria, en Guanajuato", detalló el arqueólogo.

    Explicó que estos espacios, que se suman a los más de 70 sitios con arte rupestre hallados en dicha entidad desde finales de la década de 1980, se clasificaron en públicos y privados.

    "Los públicos son donde quizá participó un gran número de personas en la creación de la iconografía como parte de algún ritual, ya que es fácil accesar al ubicarse cerca de los pies de monte en los valles; y los privados, donde se cree que un pequeño número de individuos hacían ceremonias, pues existe dificultad para llegar hasta ellos al hallarse escondidos en cañadas y barrancas", precisó el arqueólogo.

    Ejemplo de ello, agregó, son los sitios conocidos como Manitas, en la comunidad de Tierra Blanca, y Cerro Redondo, en el municipio de San Luis de la Paz.

    El primero corresponde a un lugar de ritual privado, donde quizá sólo participaban el especialista de rituales y sus aprendices, ya que se ubica cerca de una cumbre montañosa de alrededor de tres mil 400 metros de altura, escondido en una cañada, que dificulta su acceso.

    Las improntas aluden a figuras humanas, plantas y animales que en algunos casos son semejantes a seres fantásticos, así como algunos trazos geométricos y manos en colores rojo y negro, hechos por grupos de cazadores-recolectores.

    "Mientras que Cerro Redondo lo consideramos un espacio público para rituales, en el que participaban gran número de personas; se trata de una pequeña elevación en medio de una planicie que fue habitada por sociedades de cazadores-recolectores por cientos de años. Allí se hallaron iconografías rupestres antropomorfas, así como de plantas, o de animales e insectos", añadió el arqueólogo.

    Subrayó los tonos amarillos, faldellines y escudos en manos, así como algunos instrumentos no identificados aún, son la principales características de las representaciones hechas por cazadores-recolectores.

    "También hay una gran diversidad de animales representados, principalmente ciervos, cánidos, insectos como ciempiés y arácnidos, y gran cantidad de aves junto a círculos radiados que probablemente sean representaciones solares", abundó Carlos Viramontes.

    Mencionó que para los antiguos cazadores-recolectores el acto de plasmar imágenes en roca iba más allá de dejar huella de la memoria colectiva de momentos históricos, climáticos y rituales, puesto que para ellos los abrigos y frentes rocosos utilizados para pintar, eran el punto de contacto entre el mundo material y el espiritual.

    "Según se ha determinado por medio de la misma iconografía, en la que reflejaron el culto ancestral a la piedra y al cerro como entidades vivas", dijo el experto del INAH.

    De la pintura rupestre relacionada a la época colonial, compartió que ésta se integra por representaciones de cruces, capillas, altares e inscripciones con fechas; todas estas improntas fueron hechas con pigmentación blanca, propia de los grupos otomíes que se asentaron en el semidesierto guanajuatense y queretano a partir del siglo XVI.

    De "las imágenes del siglo XIX se observan cruces, altares y personajes pintados por rancheros, lo que se determina por los trazos burdos y la pigmentación roja con la que fueron hechos. Además, las representaciones humanas portan pantalones bombachos y sombreros en la cabeza propios de aquellos años", apuntó.

    Respecto a motivos del siglo XX, el arqueólogo destacó que únicamente se encontraron pinturas de copas y cruces, quizá realizadas durante la Guerra Cristera, en la década de 1920, según referencias de la gente de la comunidad, quienes informaron que durante esa época el abrigo rocoso fue ocupado como refugio por diversos religiosos y donde realizaban algunos de sus ritos, comentó Viramontes.

    Finalmente, el director del proyecto Arte Rupestre en la Cuenca del Río Victoria anunció que actualmente se elabora el informe detallado de estos sitios y la iconografía rupestre que contienen, los cuales quedarán inscritos en la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas del INAH en febrero de 2012.

    Adelantó que "continuaremos trabajando en la localización, investigación y resguardo de este rico patrimonio rupestre del noreste de Guanajuato".

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