El estigma de los tatuajes y las perforaciones
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El tener tatuajes no hace a las personas menos humanas, profesionales o moralmente correctas, sin embargo, pese a que vivimos en mundo abierto y progresista aún pesan demasiados los prejuicios que terminan estigmatizando a quien lleva una obra pictórica en su piel
México, DF. Las personas con tatuajes son propensas a prejuicios basados, muchas veces, en estereotipos y estigmatizaciones que derivan en una imagen errónea que antepone el aspecto físico o estético a la calidad humana.
Tanto hombre como mujeres que llevan una o varias obras gráficas en la piel, alguna perforación o expansión son falsamente estigmatizadas y suelen ser tachados de ser delincuentes, violentos, asiduos a algún tipo de droga, vagos y un sinfín de cuestiones despectivas.
Para una sociedad que tiene insinuaciones de querer ser progresista pero en la que aún permean en muchos vicios conservadores y morales que ven lo diferente o extraño como un tabú, el portar tatuajes sigue siendo algo incomprensible y hasta cierto punto censurado. Una situación que debe empezar a cambiar.
La necesidad de entender el mundo en ocasiones ha llevado a la sociedad a segregar a las personas basándose en estereotipos, provocando que muchas veces se juzgue y estigmatice por miedo, ese miedo a lo diferente suele conducir a una acción negativa.
Las apariencias engañan, un tatuaje no nos hace menos moral, honesto, sano, profesional o comprometido. Sin embargo, a causa de que la sociedad sigue prejuzgando , muchas personas se ven en la necesidad de ocultar sus grabados debido a que en el trabajo, escuela o incluso en la familia no son bien vistos.
Pero, no hay que dejarse engañar, el portar en la piel un grabado de tinta no tiene que ver con la condición social de las personas, por el contrario, es una decisión personal que parte de diversas razones: expresión personal, emocional, ideológica, convicción, valores, conmemoración de momentos significativos, entre muchas otras razones. Y las que los portan, suelen ser personas de todas las condiciones sociales, económicas, educativas, culturales, género o edad.
Lamentablemente esto parece importar poco, pues así como muchos deben ocultar sus tatuajes en el trabajo, tampoco pueden ser libres en otros escenarios pues muchas veces son objeto de prejuicios y discriminación en tiendas, restaurantes, locales comerciales o de comida, centros comerciales.
También las corporaciones de seguridad o policiacas caen en esta equivocación y al ver un tatuaje prejuzgan o estigmatizan a las personas y asumen que deben ser sospechosos de algo o que son delincuentes.
Las cosas deben cambiar, actualmente existen grupos, asociaciones e individuos que se involucran en la causa y deciden hacer los que está de su parte para crear conciencia en las personas y, de alguna manera, reeducar para que entendamos que debemos evitar los prejuicios.
Como muestra está la muestra Las apariencias engañan, del fotógrafo y diseñador gráfico español, Oscar Quetglas, quien en colaboración con el tatuador José Juan Real, de Laureato Tattoo Studio, creó un proyecto fotográfico con el que pretende eliminar el prejuicio hacia la gente con tatuajes.
En la colección de imágenes que crece con el tiempo (durará todo el 2015), se muestra a las personas que participan en dos facetas; una con su aspecto cotidiano en su trabajo o de vida diaria, y otra con ropa que les permita lucir los tatuajes de su cuerpo. El objetivo es tratar de concientizar a las personas y hacerles ver que llevar un tatuaje no los hace menos profesionales, y desde luego tampoco menos o peor persona.
México debe cambiar, en el país hay una industria del tatuaje que crece firmemente para constituirse como un sector que contribuye a la economía nacional, se ha profesionalizado y hay quienes pugnan por legitimar esa actividad profesional.
En el país hay estudiantes, obreros, personas con oficios âalfareros, electricistas, plomeros, serigrafistas, entre otrosâ y profesionistas âmédicos, ingenieros, abogados, comunicadores, artistas, doctores, por mencionar algunosâ que portan tatuajes y son actores importantes de la sociedad.
Pese a que es muy difícil cambiar el pensamiento de las personas, y que las instituciones han hecho algunos esfuerzos (aunque insuficientes), hace falta reforzar la educación no sólo escolarizada, sino la cívica, la familiar, hacer crecer los valores entre nuestra sociedad e inculcar el respeto y la tolerancia.
Es necesario que combatamos la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones, no está demás que nosotros, desde la pequeña parte de la individualidad, empecemos a hacer un poco la diferencia. Puede parecer poco o mínimo el esfuerzo, sin embargo, vale la pena intentarlo.
Al final, el tatuaje no hace a la persona, sólo es parte de ella.