Crean en México el primer club privado para empresarios de alto nivel
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Cd. de México.- Herederos de los yuppies (los young urban professional person), estereotipo de los jóvenes tiunfadores de la década de los 80, los profesionistas exitosos de nuestros globalizados días han configurando un particular estilo de vida.
Según el Baquia Magazine, órgano de Baquia Knowledge Center, en una encuesta levantada en Inglaterra entre casi dos millares de empleados de vanguardia (los nuevos yuppies), para sentir que han alcanzado el estatus más alto, necesitan tener dos teléfonos celulares (uno para los negocios y otro para su agitada vida social); una BlackBerry (dispositivo inalámbrico que admite correo push, telefonía móvil, SMS, navegación web y otros servicios de información inalámbricos), y un iPod.
En cuanto a sus hábitos, suelen comer sushi, ensaladas orgánicas y sándwiches de rellenos exóticos; toman capuchino en sus reuniones y van al trabajo con una bolsa deportiva para ponerse en forma en el gimnasio después de las horas de oficina.
Por último, las nuevas generaciones de yuppies buscan conjugar lo útil con lo agradable. En otras palabras, los negocios con las actividades de tiempo libre.
Las nuevas generaciones de yuppies buscan conjugar lo útil con lo agradable. En este sentido, han dado lugar a un nuevo tipo de clubes urbanos donde los jóvenes financieros, ejecutivos, profesionistas en general, combinan los negocios con la vida social y el gimnasio.
Un detalle a resaltar: admiten mujeres, cosa impensable hasta hace algunos años en los clubes empresariales. De este modo, ha nacido en el mundo una nueva generación de clubes privados exclusivos. En México, se acaba de abrir el primero de ellos.
En los últimos cinco pisos del edificio más alto de la capital se encuentra mucho más que una vista impresionante. Se trata de Piso 51, como se denomina el club que, según los cuatro jóvenes emprendedores que le dieron vida (Alberto Cinta, Eduardo Solórzano, Fernando Aramburu y Sergio Berger),viene a llenar un vacío en esta urbe, "donde no existía un club para empresarios de alto nivel".
Alberto Cinta (político y ex candidato a la jefatura de gobierno del Distrito Federal), dice que en esta ciudad hay una tradición importante de clubes de negocios, pero los que hay se han quedado atrás en cuanto al tipo de servicios que ofrecen.
"Este negocio -agrega-se empezó a gestar hace aproximadamente año y medio; nos tardamos seis meses en desarrollar el concepto y negociar con los dueños de la Torre Mayor. Seguimos otros tres o cuatro meses más en el proceso de juntar el capital y ver la construcción. La obra se llevó otros seis meses y abrimos, finalmente, hace tres".
Alberto, Eduardo, Fernando y Sergio están contentos y orgullosos de su logro: "Este es un lugar ideal para fraguar negocios, para descansar, relajarse, hacer deporte o hacer una fiesta, entre otras actividades", dicen. Asimismo, resaltan: "Somos una comunidad plural, aquí hay hombres y mujeres jóvenes de diferentes profesiones; no sólo banqueros o arquitectos, también abogados, periodistas, empresarios, políticos".
En un recorrido por el club se comprobó que el lujo y el confort son dos de sus características. Hay restaurante, lounge, bar, salones multieventos (adecuados para reuniones de negocios, seminarios, bodas.), un auditorio para conferencias, proyecciones de películas, salas de juntas, un business center, cuartos de hotel y gimnasio con spa (vapor, sauna, jacuzzi, más cuartos de bronceado.
En un mismo piso se integran los servicios de negocios, salud y vida social. Los socios pueden combinarlos a su gusto.
Cinta dice que eligieron la Torre Mayor porque buscaban un lugar "súper exclusivo", espectacular, que diferenciara al club de otros. "Lo primero que tuvimos en mente fue conseguir el mejor sitio de la ciudad; esta vista no la tiene nadie", comenta satisfecho.
El costo de la membresía es de 14 mil dólares (unos 154 mil pesos) y se paga una cuota de mantenimiento de 2 mil 500 pesos mensuales. Los servicios de spa y bar también se pagan por separado y, para preservar la exclusividad, el número de socios está limitado a mil 500 y hasta ahora tienen cubierta la tercera parte.
Según Fernando Aramburu, los jóvenes que se hacen socios del Piso 51 buscan un estilo de vida de alto nivel. "Quieren formar parte de una comunidad empresarial, compartir experiencias de negocios, planear proyectos juntos, hacer viajes e intercambiar opiniones".
Dicen los que saben que el nombre del club al que se pertenece, con frecuencia es más importante que los méritos profesionales o los títulos académicos. Y que el apoyo recíproco que se ofrecen entre sí los miembros de los clubes con renombre, a menudo es el trampolín para el éxito profesional y social. Por algo se habla del "capital social": no solo es importante lo que sabes o lo que tienes, sino a quién conoces.
En este sentido, hay otro tipo de clubes para jóvenes exitosos, hermanados por sus aficiones. Así, en Barcelona opera el GentlemenDrive, exclusivo para 150 personas, que ofrece una flota de vehículos de "alto standing" para que los alquilen los socios a voluntad, y según la ocasión.
Los administradores del club "tientan" a sus sobresalientes afiliados con autos como Ferrari 360 Módena F1 o Porsche 911 turbo. Con un sistema operativo basado en puntos, la persona puede canjearlos por distintas experiencias al volante, eligiendo en cada ocasión el vehículo de su preferencia.
Considerando que, en promedio, cada auto cuesta alrededor de 150 mil euros (cerca de 2 millones y medio de pesos), los servicios de GentlemenDrive son perfectos para quienes no se conforman con un solo automóvil y quieren probar todos los de súper lujo.
Además, se ahorran los gastos inconvenientes, como los originados por robo, mantenimiento, seguro e impuestos.
Para formar parte de este club hay que pagar una cuota de acceso de hasta 8 mil 500 euros (unos 136 mil pesos) y otra anual de hasta 29 mil euros (unos 464 mil pesos).
Uno de los socios es el piloto español de Fórmula 1 Marc Gené.
Oriel Vilanova, dueño del club, dice que se le ocurrió crearlo cuando vio que en Inglaterra se había puesto de moda este tipo de empresas. Hasta julio pasado, ya tenía unos 30 socios.
Cada cliente tiene derecho a usar determinado automóvil en cierto tiempo. Los precios que se pagan corresponden a un cierto número de puntos, dependiendo si el vehículo se utiliza entre semana o en el fin de ésta; en invierno o en verano.
Y no todo queda ahí: los socios del GentlemenDrive pueden acceder, además, a servicios exclusivos como horas de vuelo en jets privados, semanas en yates de lujo de todo tipo (velero, catamaranes), si bien, esto implica gastar más puntos y una cantidad de dinero extra.
Como sea, en el mundo se conservan los clubes privados exclusivos que agrupan a la gente que llegó a la cumbre más alta. En este caso, empresarios y financieros multimillonarios y desde luego, con algo más de 40 años.
En ese campo, los nombres más venerados son el Clubino, de Milán, que rebasa los cien años de vida; El Boodle s de Londres (que data de 1762), frecuentado por el actor David Niven y por Ian Fleming, creador del agente 007); el Knickerbocker de Nueva York; y el Nouveau Cercle, de París.
Bien sea en estos o en los que se han creado los jóvenes de éxito, todos ellos son templos de la intercomunicación entre la mundanidad y el negocio.
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