La ciruela
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Es una fruta con personalidad propia que, además de consumirse fresca, es empleada en gran variedad de preparaciones dulces y saladas.
Hasta el siglo 19, el cultivo de la ciruela se localizaba principalmente en la zona del Mediterráneo, de donde se extendió al resto de países de clima templado y subtropical. Actualmente, Italia y el estado de California, en Estados Unidos, son las regiones más importantes en cuanto a su cultivo.
La ciruela, cuyo nombre científico es Prunus domestica, aparece en los meses de verano, como una fruta redonda u oval de color rojo, violáceo o amarillo. Su sabor va desde el más dulzón al más fresco y ácido, y existen entre 300 y 400 variedades.
A pesar de que es una fruta que no presenta grandes cantidades de vitamina C ó E, contrarresta dicha carencia con su alto contenido en otros componentes y minerales. En realidad, la ciruela cuenta con un listado de virtudes beneficiosas para el organismo.
Desde la antigüedad, ya era conocido el efecto laxante y diurético de la ciruela (especialmente de las ciruelas secas), por su alto contenido en fibra, sodio y magnesio. Sus propiedades como fruta depurativa y estimulante la convierten en alimento ideal para aquellas personas que sufren de pereza intestinal.
También son ricas en potasio, un mineral esencial para el buen funcionamiento de las células. De igual modo, contienen hidratos de carbono y vitamina A, beneficiosa para la vista, los músculos y el crecimiento.
La ciruela puede consumirse como fruta de mesa, pero también es deliciosa en postres, ensaladas, mermeladas y como complemento de carnes. Las mejores para cocer son las que poseen una carne muy jugosa y un sabor ácido.
A la hora de comprar ciruelas, elige las firmes al tacto, de piel suave, sin magulladuras, golpes, hendiduras o manchas. Como maduran muy rápido, debes guardarlas en el refrigerador o congelarlas, para lo cual son más aptas las ciruelas de color oscuro, que soportan mejor este método de conservación.
Una ciruela está madura si la pulpa cede cuando la presionas suavemente. Si las compras y resulta que todavía están verdes, debes dejarlas madurar a temperatura ambiente durante dos o tres días y luego guardarlas en el refrigerador.
Muchas personas encuentran difícil de digerir la piel de las ciruelas. Las de piel fina se pelan, introduciéndolas en agua hirviendo durante pocos minutos. Cuando cocines en baño maría las de piel gruesa, perfórales la piel con un palillo para que no estalle.
Las ciruelas también pueden desecarse para obtener la ciruela pasa. Las variedades carnosas y de piel oscura son las más indicadas para este tipo de conservación. La temperatura del horno debe mantenerse baja (alrededor de 50 grados centígrados/100 grados Fahrenheit) hasta que la piel empiece a arrugarse, en caso contrario se corre el riesgo de que se quemen.
Para comprobar si una ciruela está suficientemente seca, oprime el fruto con los dedos; si la piel no se rompe ni suelta jugo, la operación de secado está concluida.
La mermelada de ciruela es un buen remedio contra la tos. Para suavizar la garganta, disuelve una cucharada de mermelada de ciruela en una taza de agua caliente con limón antes de ir a la cama.
Crepas con ciruelas
Ingredientes
* 10 ciruelas, deshuesadas y cortadas en cuartos
* 1/2 barra de mantequilla
* 3/4 de taza de azúcar
* 1 pizca de clavo molido
* 6 crepas comerciales
Procedimiento
Pon las ciruelas en la mantequilla, calienta con el azúcar y el clavo, y déjalas cocinar por 10 ó 15 minutos. Cuando estén tiernas, rellena las crepas y colócalas en un refractario con un poco de mantequilla y azúcar encima. Introduce en el horno y cocina durante cinco minutos a 180 grados centígrados (350 grados Fahrenheit).