Escritor Jaime Bayly desea que los Castro tengan fin similar al de Husein
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Señala el escritor peruano que experimentaría "un inmenso deleite y un júbilo enorme" si los hermanos cubanos siguieran la suerte de Sadam Husein y fueran ahorcados; presenta su última novela titulada El canalla sentimental
El escritor peruano Jaime Bayly, que está en Madrid para presentar su última novela, "El canalla sentimental", experimentaría "un inmenso deleite y un júbilo enorme" si Fidel y Raúl Castro siguieran la suerte de Sadam Husein y fueran ahorcados.
Así lo expresa al responder a un cuestionario, en el que, además de desearle lo peor a los Castro, aborda su vida sexual, sus problemas de censura en los diarios y las televisiones de Miami (EEUU) y su inquina hacia la jerarquía católica.
También se refiere a "El canalla sentimental" (Planeta), impúdica crónica de su alter ego, Jaime Baylys, un escritor y periodista cuarentón y bisexual, que ha perdido el interés por el sexo y el amor en pareja, y que no encuentra el equilibrio existencial.
Bayly (Lima, 1965) afirma que no se fía de los periodistas y que, por esa razón, no da entrevistas personales:
Pregunta: "¿Por qué nos concede la entrevista por e-mail y no personalmente?".
Respuesta: "Porque no me fío de los periodistas, especialmente los de prensa escrita. A menudo cambian o tuercen o manipulan las respuestas o no se dejan siquiera el trabajo de grabarlas sino que toman unas notas que luego descifran muy a su manera, de modo que el periodista termina siendo con frecuencia un traductor-traidor".
P: "¿Escribe usted novelas o una autobiografía por entregas?".
R: "Novelas en las que se entremezclan episodios de mi vida con la imaginación del autor. No todo lo que se cuenta ha ocurrido en la realidad, ni todo lo que se narra es pura ficción".
P: "¿A Jaime Bayly le sucede como a Jaime Baylys, que se ha jubilado sexualmente y ha perdido el interés en el amor y el sexo?".
R: "Sí. Jaime Baylys vive solo y no le interesa el sexo, de modo que su impotencia resulta menos un problema que un alivio. En eso, por suerte, nos parecemos mucho. Yo sí creo en el amor, pero en el amor a mis hijas, no a una persona que duerma en mi cama, use mi baño, me cuente su día entero y con la que tenga que negociar cada pequeña decisión doméstica, recortando mi libertad".
P: "¿Le sorprende que la gente aún se escandalice porque alguien escribe, por ejemplo, sobre su propia impotencia?".
R: "Sí, claro. No entiendo cómo un periódico puede censurar una crónica escrita con espíritu risueño contando que los sedantes y los antidepresivos me han vuelto impotente. Pero Miami o en sus periódicos en español son muy conservadores y a veces rozan la mojigatería".
P: "¿Se siente cómodo escribiendo para diarios que le censuran sus columnas?".
R: "No, claro que no. Pero ha ocurrido una vez y me dijeron que la columna era demasiado descarada, sexual y libertina para los lectores ajados y conservadores de ese periódico y me pareció razonable comprenderlos y no ser tan arrogante como para dejar de escribir allí. No creo que sean comisarios o talibanes morales, ni siquiera creo que sean homofóbicos, me parece que sólo evitaban escandalizar a sus lectores octogenarios, píos e impotentes, que probablemente son casi todos, lo que igualmente me parece triste y reprobable".
P: "¿Va a seguir trabajando para MegaTV después de que cortaran su programa en directo?".
R: "De momento, sí, porque al día siguiente me pidieron disculpas al aire y han respetado mi contrato, pagándome lo que me debían, y han apagado al aire acondicionado que estaba matándome, así que gané la batalla. Pero es difícil olvidar una humillación de ese calibre. Mi contrato vence en un año. Luego veremos".
P: "¿Cuánto de provocación por su parte hubo en la entrevista al periodista español Federico Jiménez Losantos?. ¿Realmente le gustaría ver colgando a Fidel Castro?".
R: "Me encantaría que Cuba sea libre y que los hermanos Castro y su pandilla de facinerosos sean enjuiciados y condenados por los crímenes abominables que han cometido durante medio siglo. Ver a Fidel y Raúl colgando como colgaron a Hussein me provocaría inmenso deleite, un júbilo enorme. ¿O cuando murió Franco no salieron los españoles a celebrar en las calles con cava y champagne?. ¿Qué de moralmente reprobable tiene desear la muerte de un dictador cruel y malvado, que ha conculcado las libertades de su pueblo y le ha hecho tanto daño? Yo estaría encantado de que Dios se apiade de los cubanos y los padecimientos anales de Fidel y lo lleve a su seno. Y si los españoles vivieran en Cuba oprimidos, muriéndose de hambre, leyendo un solo diario y viendo una sola televisora y sufriendo al ver cómo se prostituyen sus hijas, seguramente también desearían la muerte del tirano".
P: "¿Comparte la inquina que tiene este periodista por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que en parte tiene que ver con políticas de ampliación de derechos sociales como la ley de matrimonios homosexuales".
R: "No. Discrepo en esto con mi buen amigo Federico. Yo hubiera votado por Zapatero y no por Rajoy y creo que Zapatero ha sido admirable y heroico en su defensa de los derechos de los minorías sexuales, a pesar de la oposición de la iglesia católica y parte del PP y las señoras de alta sociedad, muy beatas y muy bien peinadas todas por peluqueros gays a los que adoran".
P: "¿Tendría cabida un programa de Jaime Bayly en la COPE (emisora de radio propiedad de la Conferencia Episcopal Española)?".
R: "No. Yo detesto a los curas, a los obispos, a los cardenales, al Papa. Me parecen unos impostores y unos farsantes. La abstinencia es la peor de todas las perversiones sexuales. Así como me gustaría ver morir a los dictadores y a los enemigos de la libertad, también me encantaría que Dios se lleve a toda la cúpula vaticana y que los Estados sean laicos, como en España, y no financien o subsidien a ninguna confesión religiosa, lo que me parece una injusticia grotesca con los contribuyentes de otras religiones, agnósticos o ateos".