La fresa
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Posee una notable riqueza mineral, especialmente de hierro -es la fruta más rica en él, junto a la frambuesa y la grosella- y magnesio. También aporta potasio, calcio, fósforo, manganeso, cobre y silicio, por lo que es un alimento muy indicado en curas de remineralización y en el tratamiento de déficits nutricionales.
Esta fruta es asimismo una excelente fuente de vitaminas C, K y ácido fólico. Concretamente 200 gramos cubren más del 200 por ciento de las necesidades diarias de vitamina C, una tercera parte de la vitamina K, la sexta parte del ácido fólico y cantidades notables de vitaminas del grupo B. ¡Con sólo 66 calorías!
Las destacadas cantidades de vitaminas y minerales de las fresas las hacen especialmente indicadas para muchas dolencias. Sin embargo, en algunos casos estas frutas están contraindicadas.
Específicamente, están indicadas en caso de gota, ya que la fresa facilita la eliminación de ácido úrico; reumatismo y artritis, pues su poder depurativo beneficia al organismo y el ácido salicílico influye positivamente sobre las articulaciones; personas que deban seguir dietas de energía controlada, pues su aporte energético es mínimo y su contenido en fibra crea sensación de saciedad; anemias y déficit de hierro, ya que su contenido en este mineral no es espectacular, pero gracias a la elevada dosis de vitamina C su absorción es más efectiva. Además, por su alta dosis de ácido fólico, es recomendada a las mujeres embarazadas.
Las fresas están contraindicadas en el caso de personas con un intestino delicado, con litiasis renal y con problemas de alergia. Esto, debido a que tienen cierto poder irritante y, por su contenido en ácido salicílico, producen en algunas personas reacciones alérgicas que normalmente no van más allá del hinchazón de labios o una simple urticaria. Se trata de las mismas personas que tienen alergia a la aspirina.
La mejor forma de consumir la fresa es tomarla al natural como postre de mesa o en ensaladas. Para conservarlas bien se deben guardar en el refrigerador, y si es posible en un recipiente cerrado, pues así se evita que impregnen con su aroma a otros alimentos.
Las fresas, por lo general, no admiten bien la congelación, pues al descongelarse pierden gran parte de su estructura y aroma y se deterioran rápidamente.