El río Nazas fue desviado hace más de 50 años. Hoy, ciudadanos piden su regreso para evitar el colapso del acuífero lagunero y restaurar el vínculo con la naturaleza. El obstáculo: una gestión del agua ineficiente.
- 15 septiembre 2025
Donde antes corría el río Nazas, hoy sólo hay polvo. Pero también esperanza. A principios de agosto un grupo de ciudadanos se reunieron en el lecho, desecado hace más de medio siglo. A través de arte, música y discursos, exigieron la restauración del río como parte de la campaña Nazas Vivo, una iniciativa ciudadana que surgió en el colectivo ProDefensa del Nazas.
Nazas Vivo es un movimiento que plantea un objetivo tan ambicioso como urgente: que el río, estrangulado desde la construcción de las presas, vuelva a correr por su cauce urbano. Los beneficios son amplios, pero el principal: la recarga del acuífero principal de la Comarca Lagunera, el cual se encuentra sobreexplotado.
“Es la única forma de volver a recargar un acuífero” considera Gladys Aguirre, ambientalista e integrante de ProDefensa del Nazas.
Actualmente el acuífero presenta un déficit de disponibilidad de -111.4 millones de metros cúbicos anuales, según datos oficiales de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Aunque ambientalistas y expertos estiman que el déficit es mayor.
El futuro de la región depende de que se regule el uso del agua y se creen reservas para el futuro. “Si no, la región se colapsa”, afirma Gerardo Jiménez, miembro de Encuentro Ciudadano Lagunero y parte del equipo de ProDefensa del Nazas.
Francisco Valdés Perezgasga, presidente de ProDefensa del Nazas, dice que en la región el agua se ha usado como si se tratara de una actividad minera; es decir, se saca lo más rápido posible para que unos cuantos se hagan millonarios. Esa dinámica, impulsada por la producción de forrajes para mantener la cuenca lechera más importante del país, ha destrozado el acuífero.
“Si se sigue minando el agua va a ocurrir lo mismo que en los viejos pueblos mineros que hay en el país: abandonados después de que le extrajeron todos los metales preciosos”, compara Valdés Perezgasga.
El tiempo apremia. Cada vez se perfora a más profundidad para extraer agua y cada vez se obtiene más contaminada. Por ello la urgencia de poner sobre la mesa el regreso del río a su cauce natural, sobre todo en el contexto de la sentencia 543 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que ha sentado a la Conagua y a la Secretaría de Medio Ambiente y Recurso Naturales (Semarnat), a dialogar y negociar acciones para combatir el abatimiento y la sobreexplotación en la Laguna producto de sus omisiones.
“Estamos en el proceso de negociación para implementar medidas para recuperar el acuífero, para cumplir las 19 omisiones en que incurrió y que la Corte señaló. Nosotros le hicimos un planteamiento a Conagua de sentar las bases para recuperar el acuífero”, explica Gerardo Jiménez.
Diseñar un plan de recuperación del acuífero lagunero es parte de la negociación. Y es allí donde entra la lucha por recuperar el caudal del río, pues es una fuente natural de recarga, asegura Ignacio Sánchez Cohen, hidrólogo, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
El proyecto representa recuperar el último tramo vivo del río y el río urbano: 60 kilómetros que van desde la presa Francisco Zarco a la represa San Fernando.
“¿Por qué no tendríamos un río urbano, un río que siga nutriendo y recargando el acuífero?”, cuestiona Natalia Sánchez Aguirre, integrante de Canto al Agua, una agrupación de jóvenes laguneros que también ha abrazado la iniciativa.
¿Es esto posible? El director de Cuencas Centrales del Norte de la Conagua, Gabriel Riestra, dijo que es un tema complejo y que requiere un estudio profundo para entender su viabilidad y los beneficios reales, especialmente en relación con la recarga del acuífero, pues enfatizó que no puede afirmar si el caudal del río recargaría el acuífero sin un estudio adecuado.
“En este momento no sabemos dónde estamos paramos”, comentó durante una rueda de prensa al ser cuestionado sobre la iniciativa.
Ambientalistas y expertos aseguran que sí es posible, pero hace falta voluntad política e involucramiento ciudadano.
ATENDER LA GESTIÓN
La iniciativa Nazas Vivo no nace de un capricho romántico, sino de una crisis hídrica estructural. El ambientalista Gerardo Jiménez es contundente: “El problema del agua en La Laguna es un problema de gestión”.
Para el ambientalista se trata de un problema en dos vías: la falta de regulación que incluye el manejo de las concesiones de agua superficial y subterránea, y la segunda, la ineficiencia en el manejo.
De las presas se extraen normalmente unos 930 millones de metros cúbicos, de los cuales el 60 por ciento representan pérdidas, mientras que el agua del subsuelo está sobreexplotada.
La razón principal de la resistencia a recuperar el caudal es que el agua está concesionada, dice Jiménez. Existe un volumen concesionado de mil 40 millones de metros cúbicos (de todos los usos) de agua subterránea, según datos del Registro Público de Derechos de Agua (REPDA). El agua de las presas está concesionada a 17 asociaciones que abarcan más de 30 mil usuarios.
De toda esta agua, cerca del 80% se destina a la agroindustria, una actividad económica que no está vigilada y, sobre todo, medida, lo que deriva en el tráfico ilegal de agua.
Ignacio Sánchez Cohen señala que, si bien la infraestructura existe para desviar agua al lecho que actualmente está seco, la decisión depende de consensos entre usuarios y autoridades, especialmente considerando las fluctuaciones en la disponibilidad de agua y los compromisos ya existentes con los distritos de riego.
Para la Conagua, las fluctuaciones y variables hidroclimáticas son el principal freno. Semanario cuestionó por transparencia a la Conagua sobre la factibilidad, y la subdirección General Técnica respondió que esta tendría que ser evaluada y aprobada por los usuarios, y que no se puede garantizar la existencia de un volumen destinado al caudal. Por otro lado, el Organismo de Cuencas Centrales fue más determinante en su respuesta: “En un escenario sin la existencia de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, no es factible que el caudal del río Nazas en Coahuila y Durango se mantenga de forma permanente”, respondió a la solicitud de información.
Y argumentó en su respuesta:
“De acuerdo con los registros históricos de las estaciones hidrométricas existentes antes de la construcción de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, se observa que durante el periodo de estiaje comprendido entre los meses de noviembre a mayo— no se presentaba escorrentía en el tramo del río ubicado aguas abajo de San Fernando. Esta condición se evidencia en las estaciones Coyote, El Cuije y Colonia, localizadas en la zona conurbada de Torreón-Gómez Palacio-Lerdo, las cuales registraban caudales nulos en dicho periodo.
Esta observación se refuerza con los datos de la estación hidrométrica Cañón Fernández I, que operaba antes de la construcción del sistema de presas. Durante el estiaje, dicha estación registraba gastos mínimos de hasta 0.01 m³/s, caudal que, debido a la alta capacidad de infiltración y evapotranspiración del terreno, difícilmente alcanzaba zonas más bajas, como las inmediaciones de Raymundo”.
Los impulsores de Nazas Vivo sostienen que con una correcta administración del agua, es decir, corrigiendo la sobreexplotación, el tráfico y las fugas, es posible usar ese ahorro de volumen para recuperar un caudal ecológico.
Para Jiménez, regular el uso del agua significa fundamentalmente que se midan las extracciones, pues los estudios de disponibilidad evidencian que las mismas están por encima de los volúmenes concesionados. Además, señala que la regulación no significa afectar a nadie legalmente.
Como parte de la sentencia de la SCJN, el juez ordenó a la Conagua inspeccionar pozos. Recientemente acudieron a más de 900 y encontraron que al menos 150 pozos no tenían medidor o si lo tenían, estaban alterados o presentaban irregularidades.
Gabriel Riestra, director de Cuencas Centrales del Norte de la Conagua, informó hace unos días que se planea integrar un sistema de 200 medidores telemétricos con una inversión de 300 millones de pesos. Estos dispositivos no solo verificarán la extracción en puntos específicos, sino que también monitorearán el comportamiento de los niveles piezométricos del acuífero.
Actualmente la medición telemétrica no es obligatoria porque se rige por una NMX. ProDefensa del Nazas está proponiendo en la mesa de negociación con Conagua y Semarnat, que se modifique a Norma Oficial Mexicana, lo que lo haría obligatorio no solo en La Laguna sino en todo el país.
Sin embargo, la vigilancia y control también es necesario en el agua superficial, es decir, la que se extrae de las presas. El volumen que se pierde en el traslado o que se trafica ilegalmente, equivale a entre 150 y 200 millones de metros cúbicos por año, volumen que sería suficiente para recuperar el caudal del río urbano.
Ignacio Sánchez Cohen, investigador del INIFAP, asegura que en promedio los distritos de riego del país no alcanzan el 50 por ciento de eficiencia. En el caso de La Laguna, señala que hay deficiencias en la red mayor, la red menor y a nivel parcelario, además de errores en donde promedian los porcentajes de eficiencia en la conducción y la aplicación, lo cual asegura que es incorrecto.
Comenta que en los distritos de riego hay un fuerte deterioro de la infraestructura e inclusive califica de “increíble” el nivel de deterioro en la red menor.
El río se desertificó por la gestión que se hace del agua, señala Celso Manuel Valencia Castro, especialista en recursos naturales y ecología. Por eso cree que la justificación más importante para regresar el caudal es que el río necesita agua.
Un agua que existe, considera Gladys Aguirre. “Nosotros dentro del desierto somos de los más privilegiados”, dice. El problema es el manejo y la falta de previsiones frente al cambio climático, comenta.
Aguirre señala que los lecheros tendrían que ser los primeros en estar interesados en que se tuviera un acuífero sano. “Todos deberíamos estar unidos en decir ‘esto es lo que tenemos que resolver y vamos a ver cómo”.
Nazas Vivo plantea recuperar el río vivo, es decir, desde el Cañón de Fernández que es un área protegida, donde también se requiere regular concesiones de la franja federal, así como extracciones ilegales.
“El agua es vida y un derecho. Si no tenemos acceso al agua tendríamos que buscar otras formas, otros lugares dónde habitar”, dice Natalia Sánchez de la agrupación El Canto al Agua, organización que también ha emprendido una campaña para recolectar firmas a favor de regresar el río a su cauce.
Para Gladys Aguirre, se tiene que empezar con voluntad, pues si no se comienza ahora, “más adelante los hubiera no existen”. Gerardo Jiménez sentencia que si no se empiezan a tomar medidas, va a llegar un punto que será irreversible el daño.
ENFOQUE DE CUENCA
El investigador Celso Manuel Valencia refiere que se necesita un enfoque de cuenca, el cual hasta ahora se ha perdido. “Si yo quiero restaurar el río, tengo que hacerlo desde esta perspectiva”, señala.
Un enfoque de cuenca comprende recuperar las zonas donde hay recargas, es decir, las áreas forestales, principalmente; evitar la erosión, medir cuando llueve para conocer qué tanta agua escurre, qué tanta agua se infiltra. Además, en la parte media realizar siembras de pastos para que se vuelva una esponja.
Valencia Castro asegura que hay concesionarios chupando el agua desde la parte alta hasta la parte más baja del río.
Dice, también, que para que prospere la vegetación se requieren conexiones hidrológicas entre el agua y la ribera.
De acuerdo con el estudio “La regulación del río Nazas, ¿acierto o desacierto?”, la construcción de la presa Lázaro Cárdenas afectó los escurrimientos a la Comarca Lagunera con pérdidas de 322.9 millones de metros cúbicos anuales y con la construcción de la presa Francisco Zarco, las pérdidas anuales se incrementaron 429.6 millones de metros cúbicos. Lo que en 36 años (1968-2003), hace un total en pérdidas de 15 mil 468 millones de metros cúbicos.
Todo esto contribuyó a la desertificación de casi la mitad de la longitud del río Nazas y sus lagunas, incluyendo la desaparición de las lagunas de Tlahualilo, Mayrán y Viesca, así como los manantiales que emanaban abundantes en la región de Viesca.
“Tenemos dudas muy justificadas y sustentadas de que a lo mejor ya no hay recarga arriba de la cuenca, o están muy mermadas”, comenta Celso Manuel Valencia Castro.
Para el especialista, debe existir una visión holística de todo el sistema porque no se puede separar el enfoque de cuenca del enfoque ripario, así como no se puede separar la corriente del río con la recarga del acuífero.
El hidrólogo Ignacio Sánchez Cohen del INIFAP, refiere que están realizando un proyecto para construir una plataforma digital que permitirá analizar cualquier cuenca o subcuenca del país y ver qué le depara el futuro en términos de escurrimiento, mediante el análisis del pasado y ver cómo pudiera preverse el futuro.
“En la mayoría de las cuencas que hemos visto nosotros, va para abajo el asunto, o sea, los escurrimientos cada vez son más inciertos porque la precipitación es más incierta. Hay eventos muy húmedos, pero seguido de eventos muy secos”, señala.
BENEFICIOS ECOLÓGICOS
La ambientalista Gladys Aguirre comenta que las ciudades que tienen río son ciudades en donde la calidad de vida es mejor. Además, señala que en el contexto de cambio climático, el desierto es el ecosistema que más se va a extender y más problemas de agua va a tener.
Celso Manuel Valencia lamenta que actualmente sea el desierto el que vincula a la región en lugar de un eje azul, un eje de agua con muchos beneficios y efectos ambientales.
El investigador y ambientalista Francisco Valdés Perezgasga, refiere que es una pena que no haya estudios de las afectaciones ambientales a raíz del estrangulamiento provocado por las presas.
Lo que es un hecho es que la actividad agrícola y ganadera modificó el panorama natural. El estudio “Análisis de cambio en la cobertura vegetal y uso del suelo en la región centro-norte de México. El caso de la cuenca baja del río Nazas”, señala que entre 1990 y 2016, se deforestó el 32.1% de las coberturas naturales en la cuenca baja del río Nazas, lo que representa el 33% de su superficie original, principalmente debido a la expansión agrícola. Esto ha afectado gravemente a ecosistemas como el matorral xerófilo y el bosque de galería, vitales para el hábitat de aves acuáticas.
El estudio refiere también que a pesar de que los impactos en la cubierta vegetal no han sido cuantificados, sí se han reconocido alteraciones significativas como la pérdida de arbolado ribereño, incluyendo especies milenarias como los sabinos que son microhábitats importantes para la fauna regional y considerados estratégicos para la conservación.
Hay estudios, sí, de lo que queda. En el Cañón de Fernández —el último tramo vivo del Nazas— habita una biodiversidad única, como una especie endémica de tortuga dulceacuícola, más de 200 especies de insectos, hongos, plantas y animales. Si el río volviera a fluir, muchas de esas especies podrían regresar a tramos hoy desecados.
Aunque no hay datos sobre las pérdidas y afectaciones, hay aspectos básicos como la baja concentración de oxígeno, un clima más caliente. Se trata de aspectos intangibles, pero que están presentes y se valoran poco, asegura Celso Manuel Valencia.
Sara Valenzuela Ceballos, bióloga, parte de la asociación civil ConservaCiencia, y maestra de la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), explica que un río en la ciudad podría fungir como corredor para la biodiversidad que migra en los alrededores.
“Hay registros de mariposa monarca dentro de la ciudad. El hecho de que pudiera haber agua y vegetación asociada al agua nos traería esa biodiversidad que año con año migra, como el caso de las aves que normalmente encontramos en el Cañón de Fernández o en algunas lagunas que se encuentran al exterior de la zona metropolitana”.
Otros beneficios ecosistémicos son el descenso de las temperaturas o regular las temperaturas ambientales, debido a que el concreto de las ciudades hace que se caliente la ciudad al crearse las llamadas islas de calor. “El agua funge como un amortiguador para controlar las temperaturas”, comenta.
Otro beneficio sería el aumento de la humedad en el ambiente que podría ayudar a condensar más las nubes en los alrededores, lo que podría significar un beneficio con las lluvias.
Además, la bióloga explica que otros servicios que surgen son los polinizadores, la fijación de suelos o que pudiera también ayudar como controladores de plagas para algunos cultivos cercanos.
Gerardo Jiménez agrega que se podría contribuir a recargar el acuífero en una zona donde se bombea agua para el abasto doméstico.
Dice que con la propuesta no se va a tener el río todo el año, “hay que decirlo claramente”, acota. Pero sí se puede tenerlo una parte del año a partir de un plan de gestión en función del agua disponible.
“No quiere decir que una vez que sueltes agua se va a recargar o recuperar el acuífero. Eso requiere un plan de gestión, pero sí es posible. Los abatimientos en la zona urbana andan en 450 metros de profundidad. Se requiere un plan de gestión de años, pero para eso tiene que dotarse de un caudal ecológico. Tiene que haber un decreto en donde el río tenga estos derechos”.
RÍOS CON DERECHOS
Para Francisco Valdés Perezgasga, presidente de ProDefensa del Nazas, el tema va más allá de lo técnico. “¿Con qué derecho mataron al río? La naturaleza tiene derechos intrínsecos, no sólo por lo que nos da, sino porque existe. No podemos seguir tratándola como una mina”.
Inclusive la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente considera entre sus criterios para el aprovechamiento sustentable del agua, mantener caudales básicos de las corrientes de agua, y la capacidad de recarga de los acuíferos. Desde 1968, año en que dejó de correr agua por el cauce, han ocurrido siete avenidas del río Nazas, fenómeno que únicamente ocurre cuando las presas se encuentran a su máxima capacidad.
Valdés Perezgasga resalta que se trata de un asunto moral y señala que este punto se inscribe en una corriente mundial que establece que la naturaleza tiene derechos, como los tiene una persona.
“Debe de existir no solo por lo que nos da, sino por él mismo, porque ha existido. El derecho a circular libre, sin contaminación. Es el derecho intrínseco”.
Considera que tiene que ir permeando ese pensamiento en la conciencia de la gente con el fin de crear una corriente de opinión que obligue a los tomadores de decisiones a adoptar políticas públicas conducentes a una mejor gestión del agua.
Así como concesionarios y agricultores tienen derechos, también la naturaleza debe tenerlos, señala el presidente de ProDefensa del Nazas.
Inclusive esta postura ya fue llevada por la asociación civil a instancias internacionales. El 10 de septiembre, los integrantes informaron que llevarían a juicio al estado mexicano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y ante la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA), con el objetivo de reconocer los derechos del río y mantener sus procesos ecológicos esenciales como se ha hecho en otros países, incluyendo el ciclo hidrológico y su interconexión con la flora y fauna acuática y ribereña.
Luis Pedroza, abogado de ProDeNazas, explicó que las propias leyes mexicanas establecen que la gestión del agua tiene que respetar la conservación ecológica, el uso ambiental, y no generar desequilibrios ecológicos, situación que a su parecer no está ocurriendo. La estrategia con estos procesos, es sentar a negociar al Estado mexicano para acordar las acciones necesarias que permitan que el río vuelva a correr.
En el mundo existen antecedentes de este movimiento. El río Klamath en el norte de California, ríos en Ecuador, Colombia o Perú, han logrado el reconocimiento para que tengan agua y estén libres de presas. Ecuador, por ejemplo, reconoció desde 2008 los derechos de la naturaleza en su constitución, mientras que en 2011, Bolivia introdujo los derechos de la naturaleza a través de su Ley de la Madre Tierra.
“Es fundamental la ciudadanía. Las tribus indígenas del norte de California, en el río Klamath lo lograron y están descubriendo que se ha recuperado con velocidad pasmosa, quitaron presas mucho más grandes y se ha recuperado, ha vuelto a ver la fauna”.
La recuperación del río Klamath que desemboca en el océano Pacífico, inició con una campaña a principios del 2000 que logró un proyecto para eliminar cuatro represas hidroeléctricas, mismo que concluyó en 2024. Apenas dos meses después, autoridades y ambientalistas informaron la restauración de la población de salmón chinook, del que dependían tribus locales y estaba en peligro de extinguirse.
Para la bióloga Sara Valenzuela, es necesario dotar de derechos a un río porque se ha hecho con ellos lo que se ha querido. “Los hemos explotado hasta donde hemos querido y el que pudieran tener ya algunos derechos, como derecho propio de la naturaleza, ayudaría para detener políticas o ideas de políticos o empresarios que pueden dañar el medio ambiente y en última instancia dañarnos también a nosotros como personas”.
El tema no es distante en el plano nacional. En la Península de Yucatán, comunidades mayas en Homún (Yucatán) y Hopelchén (Campeche) han impulsado solicitudes para que los cenotes y las abejas sean reconocidos legalmente como sujetos de derechos.
En febrero de 2022, la LXVIII Legislatura del estado de Chiapas presentó una iniciativa de ley denominada “Los Derechos de la Naturaleza”, con el objetivo de reconocer a la naturaleza como un sujeto de derecho en la Constitución del Estado.
En el Estado de México, en 2022, el Congreso local propuso que los derechos de la naturaleza sean reconocidos al mismo nivel que los derechos humanos en la Constitución federal, además de promover humedales artificiales como parte de estrategias ambientales.
En el ámbito federal, desde 2018, el grupo parlamentario de Movimiento Ciudadano introdujo en el Senado la iniciativa “Derechos con la naturaleza”, proponiendo cambios constitucionales para salvaguardar a la naturaleza como ente viviente.
En febrero de 2022 se presentó una propuesta para agregar un título “De la naturaleza” en la Constitución mexicana, buscando que la naturaleza sea considerada un sujeto de derechos, con deberes concurrentes para el Estado y la población en su protección, y el derecho a reparación en caso de daño.
“La naturaleza está ahí antes que nosotros. Los ríos están antes que nosotros”, señala el investigador Ignacio Sánchez Cohen del INIFAP.
Explica que las presas resolvieron un problema como controlar los flujos, las aguas broncas y “controlar” la entrega, pero crearon otro: el abatimiento de los mantos.
De hecho, para el investigador del INIFAP, el derecho lo tienen y fue despojado por las personas, y un claro ejemplo es la frase “vencimos al desierto”: “No lo vencimos, lo hicimos. Aquí había 12 lagunas”.
