Las prácticas de conversión buscan “curar” la homosexualidad, pero lo cierto es que están ubicadas como ejercicios de tortura por organismos de derechos humanos; tanto el Congreso federal como local van por su penalización; grupos religiosos que las ejercen quieren evitarlo
- 16 enero 2023
Los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (Ecosig) o de otra forma llamadas por los grupos conservadores como “terapias de conversión”, son uno de los tópicos en los que la Iglesia cristiana del mundo ha insistido como una “nueva oportunidad de vida” para aquellas personas cuya orientación es diferente a la heterosexual y la identidad diversa a la binaria.
En octubre de 2022, el Senado de la República aprobó, a propuesta de la Legisladora Olga Sánchez Cordero, una reforma a la Ley General de Salud y al Código Penal Federal para que quienes realizaran este tipo de prácticas tuvieran una sanción o lo equivalente a un castigo penal.
Las manifestaciones contra el cambio legislativo no se hicieron esperar, y en Coahuila, la Alianza Ministerial Evangélica de Saltillo inició con una discusión en la que cada vez ha demostrado tener un músculo más fuerte y que deja entrever que en la capital del Estado, pese a los avances en pro de la comunidad LGBTTTIQ+, todavía hay numerosos grupos conservadores.
Pero ¿de dónde vienen estas prácticas?
Aunque en la historia moderna el rechazo a las orientaciones e identidades sexuales ha sido permanente en la sociedad y ha generado largas luchas en la comunidad LGBTTTIQ+, fueron los nazis uno de los grupos que iniciaron con las ideas de que, a través de una especie de “terapia”, se podía cambiar a las personas.
La “Guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG” que realizaron la ONU, la UNAM y el COPRED (Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación de la Ciudad de México), recuerda que aunque no hay una fecha exacta para determinar cuando nació la práctica, se tienen evidencias de que esta práctica era implementada como se conoce en los campos de concentración nazi.
“Hay evidencias de que en los campos de concentración nazis, se aplicaban medicamentos, presumiblemente dosis de testosterona a los hombres homosexuales con la intención de corregir su orientación sexual, bajo el supuesto de que su orientación estaba relacionada con un desbalance en su nivel de hormonas femeninas y masculinas”, dice la Guía.
Leo Classen fue uno de los cronistas víctimas de los campos de concentración que entre 1933 y 1945 y 10 años más tarde, escribió una serie de testimonios para una revista alemana sobre su experiencia en los campos de concentración. No fue hasta el 2021, cuando el escritor Carlos Valdivia hizo una recopilación y análisis de sus textos para publicar “Y Leo Classen habló”.
En sus textos, Leo Classen narra cómo fueron sometidos a la tortura, el hambre, la enfermedad, y como cada vez que uno más era ingresado, le era colocada su estrella rosa sobre el uniforme rayado que los distinguía como hombres homosexuales en proceso de reconversión.
Los desnudaban, los mojaban y los dejaban durante al menos una hora en las noches al aire libre de enero.
“Ahí estábamos: pobres, enfermizos y cansados. El frío sol del invierno molestaba a los ojos, que empezaron a llorar con miedo, con rabia, con vergüenza, con tristeza”.
Alrededor de Leo Classen, también se escribió el libro ‘The Pink Triangle’, donde el investigador Richard Plant habla de que en esos campos donde se ingresó a población gay pudo haber hasta 50 mil hombres privados de la libertad y entre 5 y 15 mil fueron asesinados dentro mismo.
Una de las principales motivaciones del nazismo para este tipo de prácticas era su ferviente creencia de que la raza aria debía prevalecer sí o sí, y que los hombres homosexuales estaban siendo una piedra en el camino para preservarla. En campos como Sachsenhausen, la práctica más común de la terapia era el trabajo duro, así como la tortura física y psicológica.
Pero la historia encabezada por aquél Führer parece haber dejado un hilo más largo de lo que se esperaba, aún en países que ante los ojos del mundo podrían ser de alto desarrollo.
Siete años después de Los Disturbios de Stonewall (1969), cuando la comunidad LGBTTTIQ+ empezó a demostrar su inconformidad ante las violaciones a los derechos humanos en las calles de Nueva York –que abrieron brecha al mes del Orgullo–, fue que nació la primera organización de “ExGays” en Estados Unidos: Exodus International.
Era 1976, cuando Exodus empezó sus primeras convocatorias para reclutar a ministros de la Iglesia que ayudaran a desarrollar un plan para llevar las “conversiones”, a través del Evangelio en Estados Unidos.
Después se expandió hasta Canadá y el resto del mundo con más de 320 ministros.
Pero la idea se quedó tan incrustada y fue tantas veces repetida, que los propios miembros que iban saliendo de las “terapias” terminaron fortaleciendo a la organización e impartiendo conferencias alrededor del mundo como “casos de éxito”.
Y aunque la idea se expandió, con el paso del tiempo también se fue derribando el muro que las albergaba, pues algunos de sus integrantes fueron regresando paulatinamente a la orientación de donde supuestamente “habían sido salvados”.
Para el 2013, Exodus International sostuvo una intensa charla, donde después de una serie de polémicas entre sus integrantes, admitieron que las “terapias de conversión” no solo no funcionaban, sino que además habían causado graves daños e incluso suicidios en personas que las habían requerido, aunque fuera voluntariamente.
Tras una sesión entre el Consejo Directivo, esa organización se disolvió y pidió disculpas por los daños.
En Coahuila, la Alianza Ministerial Evangélica ha negado que las prácticas que realizan se puedan considerar “terapias de conversión”; sin embargo, sí admiten que existe una práctica con la cual intentan “guiar” a las personas de la comunidad LGBTTTIQ+ a través del Evangelio, e incluso aseguran que existen “casos de éxito”.
LA DISCUSIÓN SOBRE LA PROHIBICIÓN EN COAHUILA
Además de la propuesta a nivel federal planteada en el Senado, en Coahuila se han propuesto, por lo menos, dos proyectos diferentes en torno al tema. Uno de ellos por parte del ciudadano, Miguel Morales, que pretende una reforma al artículo 239 del Código Penal del Estado, y otro de la Diputada Martha Loera, quien propuso también una reforma al artículo 246 además de adiciones a la Ley Estatal de Salud.
En el documento en el que se desarrolla la propuesta se establece que el castigo penal al que serían acreedores quienes practiquen terapias de conversión de entre 4 hasta los 12 años de prisión, y pagos por multas que alcanzan hasta los 192 mil pesos.
La propuesta entró en las Comisiones Unidas de Gobernación, Puntos Constitucionales y Justicia y de Salud, Medio Ambiente, Recursos Naturales y Agua, donde podría tardar varios meses para retomarse en el Pleno del Congreso del Estado.
En la propuesta, la Diputada plantea que estas prácticas no solo provocan un daño a las personas que son sometidas, sino que además realzan la continuidad de la homofobia que puede llegar hasta crímenes de odio por homicidio, de los que al menos 441 personas de la comunidad LGBTTTIQ+ han sido víctimas en México del 2015 al 2020.
A nivel estatal, los datos del INEGI dicen que si la discriminación prevaleciera por la práctica, o que si las Ecosig pudieran ser legales, podrían ser aplicadas a por lo menos a 109 mil 457 personas de la población LGBTTTIQ+.
Esa cifra representa al 4.5 por ciento de la población total de Coahuila, mientras que el resto está definido, según el informe del INEGI, todavía como población heterosexual.
La propuesta, además recuerda que fue desde 1990 cuando la Organización Mundial de la Salud sacó a la homosexualidad de su catálogo de trastornos mentales, tiempo que para muchas organizaciones de la comunidad fue tardío.
Al respecto, la Alianza Ministerial Evangélica ha realizado una serie de manifestaciones y exhortos a las legislaturas en un intento por frenar que la discusión avance y la reforma termine por aplicarse.
E incluso realizaron una colecta de poco más de 4 mil 800 firmas, donde ciudadanos principalmente de Saltillo se manifestaron contra la reforma exponiendo su identidad con datos personales.
“Queremos hacerle saber a los diputados y diputadas que queremos que voten en contra de la iniciativa que prohíbe las terapias de conversión, ya que nosotros queremos seguir aportando el apoyo que hasta el día de hoy hemos ejercido a este grupo, ya que esta ley está siendo encausada a aquellas personas que tienen alguna situación de confusión en su identidad sexual”, dijo Jaime Reinoso, presidente de la Alianza, junto a Eduardo Pacheco, representante legal de la organización Cristo Vive.
“Creemos que es muy importante expresar nuestra postura como creyentes de fe que se respete nuestra libertad constitucional de creencias de fe y sobre todo los derechos de patria potestad que tenemos sobre nuestros hijos para poderles proporcionar la ayuda necesaria para que ellos puedan resolver sus problemáticas”, dijo Eduardo Pacheco.
Pero un dato interesante es que, recientemente, la misma Alianza se deslindó de otro grupo cristiano de al menos 100 personas que acudió al Congreso del Estado irrumpiendo con una comparecencia de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Coahuila, para hacer notar su oposición frente la penalización a esta práctica.
Y mientras esas organizaciones han insistido en que las “reorientaciones” son un derecho, la organización Comunidad San Aelredo AC en Saltillo ha reiterado que los liderazgos de la comunidad cristiana en Saltillo han entrampado el discurso, sin admitir que las prácticas que realizan pueden ser vistas como actos violatorios para los derechos humanos.
“Las terapias o Ecosig no están valoradas por un especialista, son cuestiones que se basan en la oración cuando sabemos que la tortura que se vive en las personas que son sometidas, son inhumanas. El hacer sus manifestaciones lo único que nos recalca es que al interior de esas terapias hay tortura y recordemos que esos procesos no son gratis”, expresó Noé Ruiz Malacara, presidente.
En 2016, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas creó un mandato que dio lugar a la contratación de un experto en materia de discriminación, Víctor Madrigal-Borloz, quien en el 2020 presentó un informe ante dicho Consejo donde reveló los motivos por los cuales las terapias debían desecharse de los 68 países donde se descubrió que todavía se realizan, entre ellos, países de América Latina como México.
“Las ‘terapias de conversión’ causan profundos traumas físicos y psicológicos a las personas que las sufren. Por ese motivo, los mecanismos de las Naciones Unidas de lucha contra la tortura han concluido que esas terapias pueden equivaler a tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”, dice el informe.
Además, en el 2017 el CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) realizó un pronunciamiento en el que dijo que: existe un consenso internacional, tanto científico como de los máximos organismos de protección de derechos humanos que llevan a concluir que las denominadas “terapias de conversión” parten de supuestos científicamente falsos, consistentes en: uno. La posibilidad de que la orientación sexual puede ser modificada por terceras personas; y, dos. La consideración de que las orientaciones sexuales no normativas, tal como la homosexualidad, constituyen una patología o enfermedad susceptible de ser “curada”.
En Coahuila, la Diputada que planteó la nueva propuesta ante el Congreso habla de por lo menos 20 casos, entre Torreón y Saltillo, de personas que han sido sometidas a las terapias y que en las mismas tuvieron experiencias de violencia.
Por su parte, Noé Ruiz Malacara, también dijo que existen casos que han llegado a exponerse ante la Comunidad San Aelredo; sin embargo, las personas son obligadas por medio de una carta de responsabilidades a guardar silencio sobre todo lo que ocurre ahí dentro.
“Lo que el Estado necesita son leyes, lo que la religión necesita es su fe y nada más. A las personas se les hacen firmar documentos de secrecía para que no puedan hablar de este tipo de cosas al salir”, manifestó.
A nivel nacional, desde 2018 existen 11 entidades que ya penalizaron esta práctica: Ciudad de México, Hidalgo, Puebla, Baja California, Jalisco, Colima, Yucatán, Zacatecas, Baja California Sur, Estado de México y Tlaxcala.
A nivel mundial, países como Estados Unidos, Canadá, España, Ecuador, Francia, Alemania y Albania ya tienen prohibiciones para este tipo de prácticas; sin embargo, en los tres primeros países las limitaciones únicamente se encuentran en ámbitos locales.
“SI NO ME PUEDES QUITAR LO GAY, MEJOR MÁTAME”
Rafael Rodríguez Otero vivía en Acapulco y a los 21 años sus padres lo enviaron a Saltillo, a la casa Mesón del Cielo, de la Iglesia Comunidad Cristiana de México, para que con sus “terapias” dejara de ser gay, luego de uno o dos años de que la familia se enterara de su orientación sexual.
Lo internaron para que “restaurara” su identidad. Llegó a Saltillo el 16 de octubre de 2003, en aquel entonces Mesón del Cielo se encontraba en la colonia Virreyes. El pastor principal era Isidro Galindo, conocido de la familia.
La “terapia” consistía en acudir al templo a leer la Biblia y hacer oración de 7:00 de la mañana a una de la tarde.
“Era un adoctrinamiento, un lavado de coco 100 por ciento. Recuerdo estar solo y decir ‘¿sabes qué, Dios? Si no me puedes quitar lo gay, mejor mátame, mejor llévame’, porque yo no podía por más horas de oración que hacía”, narra.
“Todos los días era el mismo bombardeo, que el problema lo tenía yo, que había abierto la puerta al Diablo para que me ensuciara”.
Si no seguía las instrucciones, apunta, le imponían castigos como tallar la estufa y el piso, sin guantes, o levantar aproximadamente 400 sillas plegables del templo, entonces ubicado cerca de Emilio Carranza.
Tenía prohibido salir de la casa o del templo, y tampoco le permitían llamar a la familia, que pagaba 5 mil pesos al mes por su internamiento.
“Fue un secuestro”, asegura. Esto duró ocho meses, desde que llegó a Saltillo.
Luego tuvo problemas con personal del Mesón del Cielo y lo llevaron a una casa al final de la colonia Mirasierra. Lo tuvieron ahí más de tres semanas, sin baño, sin cocina, sin luz y duraba dos o tres días sin comer hasta que llegaban los pastores. No había casas en los alrededores ni manera de pedir auxilio.
En ese periodo, añade, incluso lo golpearon en una ocasión. A la cuarta semana lo sacaron de esa casa, lo llevaron a otra vivienda para que se aseara y cambiara de ropa, para luego trasladarlo al templo, donde celebraban un círculo de oración y donde llegaron sus padres, ya “terapeados”.
“Mi mamá se sentó y me dijo: tú tienes la culpa de esto, ya hablaron conmigo”, recuerda.
Con el tiempo, Rafael restableció comunicación con su familia, pero siguen sin aceptar su orientación sexual. Para superar lo vivido, acudió tres años a terapia psicológica. Ahora, está felizmente casado, la familia de su pareja lo acepta y respeta.
“ES UNA MANIPULACIÓN, TE ASUSTAN PSICOLÓGICAMENTE”
Roberto Tovar Villalobos, de 26 años y cantautor, refiere que a los 15 años llegó a la Casa de Rescate Cristo Vive, de Ramos Arizpe, en agosto de 2011, donde estaba internado su padre por alcoholismo. Al descubrir que era homosexual, lo enviaron a la Casa de Rescate, en Saltillo.
“Me cortaron el cabello, me ponían a hacer trabajos pesados de albañilería, como cargar blocks, porque según cargar cosas pesadas iba a cambiar mi orientación sexual”, expone.
“También optaban por decirme insultos, decían ‘¿para qué eres maricón? A los maricones no los quieren afuera’. Pensaba, ‘me voy a ir al infierno’, porque es una manipulación, te asustan psicológicamente, para que cumplas con los requisitos que, según ellos, Dios manda”.
La terapia consistía en hacer oración, desayunar, asistir a estudios de la biblia para ver el modelo de vida de Jesucristo, comer y hacer trabajo de limpieza en general.
“El método era estar orando y era como hacerte exorcismos, oraban por ti, te ponían aceite, decían que la homosexualidad era un demonio, entonces te agarraban, te imponían las manos en la cabeza y te decían ‘en el nombre de Jesús reprendo todo espíritu de homosexualidad, de lujuria, para que salga de tu cuerpo’”.
Sabía que tenía una orientación sexual definida, pero ahí lo hicieron dudar cuando le leyeron versículos de la Biblia sobre la homosexualidad, o cuando lo ponía a ver películas y documentales sobre personas que se habían suicidado por ser homosexuales.
“Siempre haciendo ver que la vida homosexual era miserable, esa era la constante en Cristo Vive... ese es el núcleo principal de la conversión, el que te hacía sentir culpable para que quisieras cambiar, salirte de lo que eres de tu orientación, entonces era como sí es cierto, estoy mal, permití esto, lo desarrollé, es mi culpa, lo piensas de ese modo y empieza a tomar fuerza ese tipo de pensamientos”.
“¿Por qué está mal ser homosexual? Porque en la Biblia dice que Dios creó a hombre y mujer, era la típica frase. También que los homosexuales no entrarán al Reino de los Cielos, varón que se acueste con varón será muerto”.
Al interior, una persona de la diversidad sexual no puede andar sola, siempre debe estar acompañada por algún líder. “Piensan que vas a estar seduciendo o corrompiendo a los hombres”. Salió expulsado de la Casa de Rescate cuando tuvo un conflicto personal con otro interno.