Con Castella a hombros en la Monumental Monterrey
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El torero galo fue el vencedor de la corrida del 80 aniversario del coso regiomontano
Cálida y ventosa la tarde del domingo en Monterrey, en la que se festejó el 80 aniversario de la Monumental Plaza de Toros Monterrey Lorenzo Garza, y a donde se dieron cita taurinos regios y saltillenses, estos últimos, quizá, después del ayuno impuesto en nuestro territorio.
Con media plaza se celebró la corrida en la que estaban en el cartel el galo Sebastián Castella y los mexicanos Fermín Rivera y Juan Pablo Sánchez, y quienes se enfrentaron a astados de la ganadería de Begoña.
Fue el francés Castella quien salió a hombros después de haber cortado una oreja a su primero y dos a su segundo; aunque el mismo diestro regaló una de ellas a su subalterno por parecer excesivo el premio.
Los toros de Begoña resultaron sosos, sin bravura ni casta; al entrar al ruedo carecían de alegría, no se empleaban en el capote ni arremetieron al caballo. Excepto el primero y cuarto que correspondieron a Castella.
El galo, en su primero, hizo una faena templada con muletazos bien hilados que calaron en el tendido, gustándose Castella se le vio con ganas, sin embargo, el diestro se dio cuenta que el toro no aguantaría más faena y lo despidió pronto con tal certeza en el estoque que fue premiado con la primera oreja.
A su segundo le hizo una faena de lucimiento con el capote y espectacular con la muleta con un cambiado de espalda, firmes los pies en la arena, una estatua en medio del coso, dejó que el de Begoña hiciera su recorrido tres veces con muletazos de factura.
Mató Castella con tres cuartos de estoque y el juez le concedió sin pensarlo mucho las dos orejas que la afición protestó. El diestro paseó solo una, dando conformidad al respetable.
Fermín Rivera tuvo pinceladas de su clásico toreo, pero su lote fue débil y descastado; siempre esforzado y siempre en torero, pero tampoco el viento ayudó mucho al diestro, quien además tuvo fallas con la espada.
Juan Pablo Sánchez brindó su primero al francés, Castella, y mostró el temple para cuajar una faena lucida, pero la espada no fue tan certera al entrar a matar. Su último toro fue el peor de los de Begoña sin opciones para hilar faena.