Política mesiánica

COMPARTIR
TEMAS
Lamentablemente en México tenemos la falsa percepción de que el gobernante es un mesías todopoderoso que resuelve nuestros problemas como un favor y no como parte de su responsabilidad, por ello lo llenamos de alabanzas y regularmente le perdonamos todos sus actos de corrupción.
Este tipo de creencias no son exclusivas de los ciudadanos, sino también de los propios gobernantes. Si no, basta ver cómo los alcaldes se desviven en salamerías hacia el gobernador para que éste no les cierre la llave del presupuesto o a su vez cómo los gobernadores (aunque no todos) van a rogarle al Presidente que les mande recursos.
Pero este es un camino incorrecto. El presupuesto se debe invertir en el país, por ende todo gasto de la Federación debe ir dirigido a un territorio, es decir a un estado y municipio. Ninguna inversión pública es un regalo, más cuando son los mismos habitantes de dichas zonas quienes con sus impuestos mantienen a todas las esferas gubernamentales.
Por lo anterior es triste ver arrastrarse y humillarse a los alcaldes de Coahuila y tener que decir en cada obra que inauguran ¡que ésta no hubiera sido posible sin el apoyo de Moreira! Supongo que Moreira de su cartera sacó todos los recursos para la obra, como si éstos no provinieran invariablemente del bolsillo de los ciudadanos que están frente a ellos oyendo el discurso.
Y es que parece un deporte y hasta competencia ir en busca y encontrar al alcalde más lambiscón. Quizá alguien va contando las veces que los ediles mencionan el nombre del Gobernador y al final del año les dan algo así como un puente para sus municipios.
Este tipo de política mesiánica donde se olvida a las instituciones por poner en un pedestal al gobernante, debemos de cambiarla a partir de nuevos esquemas legales o, dicho en términos más sencillos, debemos encontrar nuevos mecanismos para distribuir el presupuesto bajo una regla muy sencilla: quitarles discrecionalidad tanto a la Federación como al Estado en cuanto al envío de recursos y clarificar lo que le toca a cada Municipio.
Pero debemos clarificar lo que le toca a cada municipio con muchas restricciones. La primera de ellas es no etiquetar por adelantado el destino de esos recursos, es decir cada localidad tiene sus necesidades y por ende debe haber mucha flexibilidad, pero esos proyectos deben tener candados financieros y técnicos para garantizar la viabilidad del proyecto, donde participen entidades consultoras y se cuente con participación ciudadana (quizá a través de las universidades).
Uno de los grandes temores de restarle presupuesto a la Federación y dárselo a los municipios (o peor, dejar que éstos recauden) es que la corrupción es mayor en los segundos, por lo que hay que apostar a fortalecer las contralorías y generar esquemas de castigos a servidores públicos, no más severos, pero sí más eficaces.
Otra alternativa es generar bolsas de recursos temáticos, pero con mayores niveles de publicidad que las actuales, donde mediante convocatorias los municipios compitan con proyectos por los recursos disponibles, así los municipios tenderán a mejorar sus esquemas de planeación (aunque existen peligros inherentes de acaparamiento por parte de los municipios más desarrollados).
La apuesta es clara: acabemos con los mesías y fortalezcamos las instituciones municipales que al final son las más próximas al ciudadano.
victorsanval@yahoo.com.mx