Herradero en el Congreso

Especial
/ 2 octubre 2015

    Uno de los defectos más calamitosos del diputado Fernando de las Fuentes, mejor conocido como el "Diablito", es el de pretender imitar la picaresca natural de su padre, el ex gobernador de Coahuila, don José de las Fuentes Rodríguez. Y decimos que el asunto es deplorable porque frecuentemente, en el ámbito de su actuación pública, cuando don Fernando busca la gracia, lo único que consigue es dejar ver a un personaje burdo, carente de ingenio, de ética y estética, justo como le pasó al diputado del PAN, Carlos Ulises Orta, mismo que, al referirse a Juan Pueblo, lo hizo con un símil canino que es, por antonomasia, el emblema de los agentes de tránsito mordelones y todos aquellos fanáticos del "hueso".

    Lo cierto es que por angas o por mangas, la semana pasada el Congreso local se convirtió en un herradero, un asunto que lesiona al pueblo y a las instituciones, donde el ente ganancioso es una minoría con muy escasa representación, políticamente agotada por su incapacidad para representar a las mayorías en el estado y su ineptitud para gobernar el país.

    Es parte de la derecha desesperada, con un temor demencial de perder la Presidencia de la República. Por otro lado, así como el legendario Ambrose Bierce, que está sepultado en las candentes arenas de Sierra Mojada, redactó su "Diccionario del Diablo", parece ser que el "Diablito" de las Fuentes ya implementa el suyo, incluyendo sus chispeantes declaraciones y el verdadero significado que para él tienen los conceptos, como es el caso de la palabra "Congreso", cuyo significado interpreta como: "Un cuerpo de legisladores con altas dietas y funciones que, en ciertas ocasiones, realiza hechos demasiado bajos".

    Asimismo este columnista, que conoció y trató al diputado Carlos Ulises Orta, siempre respetuoso, no logra entender cómo pudo calificar a los que pagan su dieta, o mejor dicho su "hueso", como unos pobres cánidos. Una explicación puede ser que, como cazador, el diputado Ulises quiera mucho a los sabuesos, así como su tocayo Ulises, el rey de Itaca, tuvo alto aprecio por su perro Argos, por el cual lloró de cariño al ver que el chucho lo reconocía a su regreso de Troya, según relata "La Odisea", aunque, sinceramente, va a ser muy difícil que la gente ofendida acepte esta explicación. En fin, ese es problema suyo.

    Lo que si es cierto, es que el sujeto más patético en este ridículo sainete de "desagravio" al diputado Orta, lo es el regidor panista Edmundo Gómez Garza, un gris burócrata que debería estar avergonzado con las cámaras empresariales a las cuales, supuestamente sirvió como delegado de Economía, y que seguramente lo han de ver como un mamarracho picapleitos, que hoy trata de socavar instituciones, tan necesarias para la gobernabilidad de este país que se derrumba y que, de un modo tan insensato, este individuo pretende disolver.

    Y en relación con las ofensas a la diputada Hilda Flores Escalera, cuya función en este momento es la de velar por las libertades de todos los legisladores y el equilibrio entre los grupos parlamentarios, sólo diremos que se trata de una canallada de cobardes, un atentado que no debe volver a repetirse en contra de ningún legislador.

    En la novela de Carlos Fuentes, "La Silla del Aguila" (Cap. 48), hay un diálogo entre dos diputados (Tardegarda y Canabal) donde uno le dice al otro lo siguiente: "El Congreso tiene tres misiones. Una, pasar leyes. Otra, impedir que pasen. Pero la más importante consiste en asegurar que los asuntos se alarguen indefinidamente, que nada se resuelva por completo, que la agenda esté llena de pendientes. Si no, mi querido amigo ¿cómo justificamos la chamba, sino dándole largas a todos los asuntos?".

    Concluimos exhortando a los diputados Mario Dávila Tardegarda y al "Diablito" Donato Canabal, con todo respeto, ¡ya déjense de babosadas!

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