Evaristo Madero Marcos y su `raza'
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La grandeza de don Evaristo Madero Elizondo tiene rasgos de epopeya. Así lo expresa José Vasconcelos, cuando afirma en su libro "Biografía de un Patricio", que los antepasados de don Evaristo habría que buscarlos entre "los hombres de a caballo que en la Iliada y la Odisea ofrecían convites con vino grueso de uva".
Asimismo, "entre los romanos que invadieron el Mediterráneo y fundaron más tarde la cultura católica".
De igual forma dice que doña Rafaela Hernández, la primera esposa de don Evaristo, era descendiente de Alonso de León, el enviado del virrey Portocarrero que expulsó a los franceses de Espíritu Santo y que luego fundara el presidio de Panzacola: "Tal era la casta de doña Rafaela Hernández, casta de conquistadores y fundadores de civilización".
Y eso no es todo. Don Joaquín Madero San Martín, abuelo de don Evaristo, era hijo de José M. Madero y de doña Francisca Angela de San Martín, que según Vasconcelos, llevaba el apellido y la sangre del Generalísimo José de San Martín, nada menos que el Libertador Sudamericano.
Asimismo, según afirma el historiador Antonio Corona Páez, doña Victoriana Elizondo, la madre de don Evaristo, emparentaba con los Urdiñola, dueños del más basto latifundio del virreinato y con los García de la Garza, dueños de lo que hoy es García, Nuevo León.
Total, que ante la grandeza abrumadora de don Evaristo Madero Elizondo, descrita por Vasconcelos, vale la pena meditar en lo que Enrique Krauze desliza como una moraleja en el prólogo de dicha obra: "El destino de México hubiese sido distinto (y afirma que aún podría serlo) si el ejemplo de don Evaristo Madero Elizondo hubiese trascendido más allá del círculo familiar".
Y aunque Vasconcelos exagera con las analogías de los Madero y los clásicos, es acertada la definición de don Evaristo como un constructor histórico y como el precursor del capitalismo en Coahuila y Nuevo León.
El asunto aquí es reflexionar ante el concepto planteado por Enrique Krauze, con respecto a eso de que México sería hoy distinto si el ejemplo de don Evaristo hubiera trascendido. Y sin ánimo de molestar a Evaristo Madero Marcos, descendiente del patriarca y actual Alcalde de Parras, diremos que si el heredero del nombre y linaje de don Evaristo, no sigue su ejemplo en Parras, haciendo un buen gobierno, entonces significa que la esperanza de Krauze está liquidada para todo México.
Porque hay que decir que Vasconcelos dedica un capitulo especial para describir cómo don Evaristo tenía el don de mando y el tino para elegir a sus colaboradores, siempre honorables
y eficientes.
Asimismo relata Abraham Nuncio, en su libro "El Grupo Monterrey", cómo es que los Madero, Zambrano, Garza Sada, Lagüera, Milmo, González Treviño, Muguerza, Maiz, Elizondo y Ortiz, entre otros, "son apellidos que siempre procurarán prestigio en sus relaciones con los demás, circunscritos en ciertas nóminas sociales, en directorios selectos y exclusivos".
¿Cuál es la nómina selecta que el alcalde Evaristo nos ha impuesto en el Ayuntamiento de Parras? Todo el pueblo lo sabe: proxenetas, usureros, tinterillos, bufones, alcahuetes, fulleros, ganapanes, macuarros, trápalas, cubicularios y atorrantes. Es cierto que hay excepciones pero, la mayoría, son un insulto a los parrenses y para la memoria de los Madero también.
Por cierto, ningún otro hombre de empresa en México, como don Evaristo, ha tenido un biógrafo del nivel de José Vasconcelos, el "Ulises Criollo", el filósofo, el ministro de Educación. ¿Quién será el biógrafo que llevará a Madero Marcos a la posteridad? Tal vez el Chato, el Toto o el Huachi. Y a lo mejor, por esa "raza" hablará su espíritu, como dijera Vasconcelos.