La causa de estas ruinas que ves
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Es una lástima que ya no seamos una nación con pretensiones. Ya nadie llama a México el "cuerno de la abundancia", ni a su capital "la ciudad de los palacios" y, asimismo, ya nos estamos olvidando de México como el "gigante de la Concacaf". Y aunque dicen que hay una provincia donde aún existen los que suelen mirar a su alrededor y después exclamar: "Modestia aparte, somos la Atenas de por aquí", hoy, a pesar de ese reducto de optimismo, en toda esta república se percibe a un pueblo con fatiga de combate, cansado de un gobierno que mucho prometió una "patria ordenada y generosa".
Y es que, según se ve, la gente tiene nostalgia por la justicia social, el Estado benefactor y hasta de su ogro filantrópico. Y aunque parezca increíble pero en Monterrey ya extrañan a don "Halconzo" y a Villagra Caletti. En la frontera anhelan a un Ficachi para que detenga el flujo de armas y, asimismo, se dice que en Tepic añoran al temerario Sam López, en Saltillo a un tal Mario Guerra y en todo México a don Fernando Gutiérrez Barrios y a Florentino Ventura.
Lo cierto es que son muchos los que están de acuerdo en que este país ha visto mejores días, excepto don Felipe Calderón y su canciller Patricia Espinosa quienes, para tratar de simular la decadencia que vivimos, les da por hablar de lugares tan remotos como Haití, Libia y Fukushima.
Pero ¿quiénes fueron los que socavaron las grandes obras que fueron estas ruinas que hoy vemos? Fuimos muchos, cada cual en su ámbito de influencia, principalmente como dijera Octavio Paz "de los ministros a los ujieres y desde los magistrados y senadores a los porteros" y, por supuesto, pasando por personajes como Marcial Maciel, el "Diablito" de las Fuentes, los Bribiesca, Abraham Cepeda, algunos masones que se pelearon frente a Juárez el lunes pasado, Evaristo Madero Marcos y Fabián Lavalle, entre otros.
Y, para ilustrar lo anterior, bastan dos ejemplos de hechos decadentes que fomentaron la ruina de este país. A mediados del siglo pasado, el director de la Facultad de Derecho de la UNAM, Mario de la Cueva, presentaba su renuncia ante el rector Nabor Carrillo, diciendo: "Las autoridades de la Universidad han ordenado que se conceda examen a un alumno que no llena los requisitos, colocándolo así en una situación de privilegio, frente a los demás alumnos". El alumno era Miguel Alemán junior, hijo del Presidente que construía la ciudad universitaria. Sus examinadores, José Campillo llegó a secretario de Comercio y Raúl Medina Mora, asesor en Pemex, padre de Eduardo, el mismo que llegó a la PGR.
Aquí en Coahuila, allá por los años ochenta, cuando José de las Fuentes gobernaba el estado, en una situación igualmente bochornosa (sin la dignidad de un Mario de la Cueva), al hijo del gobernador, Fernando de las Fuentes, se le otorgaban privilegios especiales por encima de los alumnos regulares de la Facultad de Derecho de la UAdeC. El gobernador De las Fuentes, que fue rectorde la Universidad, no se inmutó. Tampoco otras autoridades de la UAdeC. Hoy, el "Diablito light" De las Fuentes es diputado local, cabeza del Poder Legislativo, donde se aprueban las leyes que norman la conducta social en Coahuila.
El espacio no permite más ejemplos como el de Chente Fox y su título de la Ibero, así como de otros que nos han llevado a la ruina, desde Felipe Calderón hasta el alcalde de Parras, Evaristo Madero Marcos, quien con recursos del pueblo mantiene la nómina de su empresa y construye obras para su beneficio personal. "Cuántas ruinas humanas en aquel país", diría hoy el gran judío de Varsovia.