Nuestro desilusionado vivir

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"Toda desilusión, al quitar al hombre la fe. hace que descubra la realidad de lo que le queda y en la que no había reparado".
Si la desilusión quita la fe en Dios, el hombre se queda solamente con lo que tiene, con su naturaleza. y su intelecto. Pero si pierde la fe en su razón. el hombre se ve forzado a sostenerse en lo único que le queda y que es su desilusionado vivir.
El hombre se pregunta: ¿qué es esta única cosa que me queda: mi vivir, mi desilusionado vivir?. Y si responde a esta pregunta, descubre su trayectoria humana, la historia de sus experiencias con las que ha construido su presente".(La Historia como Sistema. José Ortega y Gasset)
Disculpe, usted mi estimado lector, que le proponga estos párrafos tan densos de un filósofo tan brillante que fueron escritos en 1941 desde el exilio. Cuando su patria, España, sufría una trágica guerra civil y Europa padecía los estragos de la II Guerra Mundial. Cuando él habla de desilusión humana no está escribiendo una novela de ficción literaria, sino que está describiendo y reflexionando acerca de una realidad que abrumaba a toda la sociedad.
Hoy nos podemos hacer la pregunta (y la encuesta): ¿Estamos ya en un estado de desilusión?. Lo que ha sucedido y sucede a nuestro alrededor: actuación política, administración pública, crímenes y extorsiones, severa inseguridad en las calles y en los barrios, en el día y en la noche es una realidad que no teníamos ¿es lo único que nos queda?. ¿No será que todo ello descubre, gracias a la desilusión, una realidad en la que no habíamos reparado: la corrupción como una costumbre no solo política sino social y ciudadana?.
La desilusión del presente se debe a que añoramos un pasado sin aparentes contratiempos, un pasado disfrazado de avances tecnológicos donde se incubaba un deterioro moral, un pasado que nos vendió la idea de que "vivir era una cosa fácil" sin esfuerzo, ni trabajo agotador, sin compromisos familiares ni ciudadanos, sino sólo con "derechos humanos".
Sin darnos cuenta fabricamos una fe que determinó nuestra manera de pensar y actuar: la fe en la corrupción. La mentira, la tranza, la agresión, el desprecio, la falsedad, el engaño, el "cochupo", la irresponsabilidad, el enriquecimiento inexplicable, el abandono familiar, el fraude educativo, la superficialidad de los juicios, el convertir lo bueno en dañino para la imagen y el progreso y lo malo como escalera del éxito. todo esto y mucho mas, fueron serios indicadores de la nueva fe en la corrupción. Todas estas actitudes, creencias y conductas viciadas han sido las experiencias personales que han construido nuestra trayectoria personal y nuestra historia inmediata tanto social como familiar.
Todavía no llegamos al "desilusionado vivir" del diagnóstico de Ortega a pesar de los acontecimientos que nos abruman porque todavía creemos ingenuamente que el problema está en los otros. ojalá que perdamos la fe en la corrupción antes de que sea tarde. Ojalá que recuperemos la fe en Dios para no quedarnos solamente con lo que tenemos a la mano.