Muere otra librería
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No escribo para la sección policiaca, pero pensé que el titulo llama más la atención. La desaparición de una librería mas es una desgracia para la sociedad, que no debe pasar desapercibida. Es un atentado a la fama de Saltillo de ser "la Atenas de México." La autopsia revelo que la muerte de la librería Zaragoza fue por falta de ventas. Lo irónico del asunto es que donde antes estaba la librería ahora es un salón de belleza. Es un claro ejemplo de que nuestra sociedad está más interesada en la vanidad y la belleza que en la cultura. Muy atrás en las prioridades personales queda el crecimiento personal y el alimento espiritual que representa la lectura. Hay personas que detestan los libros de superación personal, que solo les gusta la literatura, llámese novela o cuento. Aunque a mí sí me gustan los de superación, opino que por regla general es mucho mejor leer el libro, que ver la película del libro. La nota lo dice: 3 librerías cerradas en 3 años. Son pocas las librerías que nacen y más las que mueren. A ese ritmo corren peligro de extinción. Las librerías grandes que permanecen en Saltillo están subsidiadas por el gobierno. De otra forma es difícil que sobrevivan.
Abrir una librería en Saltillo es un acto de alto riesgo, una aventura que difícilmente puede sobrevivir al fracaso. Las librerías tienen que reinventar su modelo para no cerrar, buscar maneras de reducir los precios y ganar por volumen. Pudiéramos plantear la hipótesis de que las librerías están cerrando porque los lectores están migrando a libros electrónicos. Bueno fuera, esto último parece poco probable, al menos en mi experiencia, no me ha tocado observar mucha gente leyendo en dispositivos para libros electrónicos. Estos últimos aparatos tienen la ventaja de que se pueden portar muchos libros sin tanto peso, tienen un menor costo y ocupan muy poco espacio. Además en esos dispositivos se tiene acceso a "descargar" literalmente millones de títulos en segundos. Ante eso las librerías tradicionales difícilmente pueden competir. Las campañas para promover la lectura no han dado los frutos que se esperarían. El objetivo debe ser prender la chispa que provoque el fuego interior del gusto por la lectura. En otras palabras, si un joven vive la experiencia de "picarse" con un buen libro, de ahí puede nacer su interés voluntario por leer más. Entre los jóvenes la lectura difícilmente compite contra las opciones de distracción cómoda que no dejan nada, como el Internet, los videos, películas, juegos, redes sociales. Son pocas las personas que leen. Los pocos que leen, ¿Qué es lo que leen? Un indicador más importante que medir la cantidad de libros que se lee, sería la calidad de lo que se lee. Se les llama "medidas de vanidad" a los indicadores que no sirven para tomar acciones, sino solamente para presumir. Contrario a las afirmaciones de que nadie lee, en un club deportivo local me llamó la atención lo que vi. Al lado de la alberca, como si fuera playa del Carmen o algo así, varias personas estaban leyendo. Movido por la curiosidad, no pude evitar ver los títulos en las portadas. Uno de ellos decía "Guerra Mundial Z". Pensé ¿Que será eso? Luego supe que se trata de la última película de Brad Pitt, un churro en el que los zombis muerden por morder. Aun así la lectura despierta más la imaginación y activa más la mente que cualquier imagen o película. Sin embargo, hay de lecturas a lecturas. No es lo mismo estar leyendo una revista de novelas, la caja del cereal o los chismes del Facebook, que libros sobre filosofía, religión, negocios, superación, biografías o cualquier tema relacionado con la profesión. Existen lecturas edificantes y otras que, también es válido, solo dejan el placer pasajero de su lectura. Leer buenos libros es como una buena inversión: requiere de algo de dinero, tiempo y esfuerzo. Esa inversión paga bien cuando se aplica lo leído, nos hace ser mejores profesionistas y seres humanos. Cuando nos damos cuenta de ello, nace el interés por leer.