Reflexiones sobre el suicidio
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Cuatro saltillenses se suicidaron esta semana.
En lo que va del año van 39 suicidios en la región; la frecuencia del hecho llamó la atención de la página editorial de VANGUARDIA y también para tema de esta columna.
De acuerdo con el Catecismo Joven de la Iglesia Católica "cuando se suicida una persona mentalmente enferma, su responsabilidad está no pocas veces disminuida y con mucha frecuencia totalmente anulada".
Por otra parte, el título de la nota, que describe la postura del Obispo de Saltillo ante el suicidio, decía: "Perdón divino ante el suicidio". Tanto el título de la nota como lo que dice el Catecismo para Jóvenes pudieran ser mal interpretados.
El primero pareciera que da el permiso para suicidarse sin consecuencias, casi animando a los que están pensando en suicidarse, a que lo cometan. Esto contribuiría a aumentar la ya de por sí larga lista de suicidas en Saltillo.
El contenido de la nota da más luz cuando se cita al Obispo: "La Iglesia ve hoy el suicido como efecto de una situación mental donde se reduce mucho el manejo de la libertad".
El Catecismo para Jóvenes es como un resumen del original y pretende hacerlo más accesible, por eso mismo no abunda en aclarar en qué casos se considera que una persona está mentalmente enferma.
No me atrevo a afirmar que todos los suicidas están mentalmente enfermos. El mismo Catecismo de la Iglesia, el completo, aclara más la cuestión: "Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura pueden disminuir la responsabilidad del suicida.
No se debe separar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él sólo conoce la ocasión de arrepentimiento salvador.
La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida. Nótese que el párrafo anterior aclara en qué circunstancias puede disminuir la responsabilidad del suicida. No dice que no pasa nada, dice que Dios puede haberles facilitado su arrepentimiento, pero no lo asegura.
El mismo catecismo también dice al respecto que: "Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios no ha confiado. No disponemos de ella, el suicidio contradice la inclinación natural del ser humano de conservar y perpetuar su vida.
Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Estas afirmaciones nos dan muchas claves para prevenir el suicidio: Si las personas estuvieran más conscientes del valor de su vida, si se les cultivara el amor a sí mismo tendríamos menos suicidios.
El mexicano valora en poco su vida, la canción la vida no vale nada, no vale nada la vida, la convierte en su himno.
Actualmente la vida es poco apreciada, predomina una cultura de la muerte, las conductas que se aprecian claramente: abortos, suicidios, eutanasia, ejecuciones, son los signos de esta tendencia.
Estas acciones se comenten con una facilidad increíble y ante cualquier pretexto insignificante.
El catecismo también dice que el suicidio ofende el amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con la familia. Está claro que la familia se siente culpable e incluso la sociedad.
"Si el suicidio se comete con intención de servir de ejemplo a los jóvenes, tiene el agravante de ser escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral".
No somos nadie para juzgar las circunstancias que tenían las personas que se han suicidado, pero sería incorrecto difundir que el suicidio en ningún caso lleva responsabilidad alguna porque Dios lo perdona.
Ya vimos que depende mucho de las circunstancias y los fines que busca la persona que lo comete, que también somos libres y responsables de administrar nuestra vida.
jesus50@hotmail.com