El amor indomable

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El amor es una de las palabras más repetidas constantemente. Sin embargo su significado está tan escondido que para descubrirlo se requiere más de la fe que de la razón, creer en él es previo a su descubrimiento.
Para comprender el amor de alguien, para rotular una acción como amorosa se requiere ser amoroso. Por ello es más fácil decir yo te amo que afirmar tú me amas.
Por supuesto que estas frases se pueden decir fácilmente de manera superficial debido a innumerables motivaciones que se pueden experimentar en ese momento, como cuando se dan o reciben unos chocolates o una corbata el 14 de febrero.
Sin embargo la realidad es que decirle a alguien te amo de manera convincente y comprometida requiere una conciencia de esa experiencia personal del amor, una responsabilidad permanente y un compromiso que nace de sí mismo y no de las circunstancias.
La persona que ama tiene que darse cuenta de que experimenta algo más que una emoción pasajera, o un deseo de poseer a la otra persona, hacerla su instrumento de placer, de poder o de seguridad. La experiencia verdadera de amar es tan subjetiva y llena de misterio, tan elusiva que el que la experimenta se puede autoengañar muy fácilmente. Es una experiencia que no está sujeta a comprobaciones, solamente a señales. Una señal bastante segura se da cuando alguien es consciente de amar incondicionalmente.
La toma de conciencia del amor, genera algo muy definitivo en quien lo experimenta: lo vuelve responsable. Es decir genera dentro de sí una fuente indomable de pensamientos, actividades, emociones, sueños, ilusiones, creencias, preocupaciones, alegrías, tristezas que no son respuestas a la otra persona sino energía que nace del amor que verdaderamente se siente no como obligación sino como fecundación, creatividad, evolución personal... esa persona ya no se mueve solamente por sus necesidades y derechos, sino que el amor le exige moverse, arriesgarse, cambiar y dejar todo lo que paraliza esa energía amorosa que hace erupción constantemente. Es una responsabilidad permanente no una ocurrencia efímera.
Ese es el amor que experimenta una madre que se desvela y misteriosamente no se cansa, el que experimenta un cónyuge después de décadas de conflictos conyugales y su energía no se extingue, el que tienen el médico y la enfermera que no tienen horarios, el que fortalece a los que luchan por la justicia y la democracia esperando contra toda esperanza, el tesoro que poseen la carmelita descalza y el monje cisterciense que van gastando de manera incomprensible sus años en el silencio y la oración...Todos esos son amores indomables.
Esta experiencia de amor responsable incondicional es la raíz y la savia del vivir humano, es la que explica el compromiso monolítico de ser un persona que sirve, atiende, escucha a los demás sin preocuparse demasiado de ser escuchada, atendida o servida. Es la que genera una alegría secreta y silenciosa... pero muchas veces desconocida o denigrada.