Empresas se benefician por la escasez de chips en la actualidad
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Los años de consolidación de la industria eliminan el exceso de capacidad de producción
Tomás Karmelo Amaya para The New York Times
SAN FRANCISCO.- Desde 1989, Microchip Technology ha operado en un remanso poco glamuroso de la industria de los aparatos electrónicos, fabricando chips llamados microcontroladores que le brindan poder de cómputo a autos, equipo industrial y muchos otros productos.
Ahora, una escasez de chips a nivel mundial ha elevado el perfil de la empresa. La demanda de productos de Microchip supera más de un 50 por ciento lo que puede suministrar. Esto ha puesto a la empresa, con sede en Chandler, Arizona, en una posición de poder poco familiar que empezó a ejercer este año.
Aunque Microchip suele permitir que los clientes cancelen un pedido de chips dentro de los 90 días posteriores a la entrega, comenzó a ofrecer prioridad de envío a los clientes que firmaran contratos por doce meses de pedidos que no se puedan revocar o reprogramar. Estos compromisos redujeron la posibilidad de que los pedidos se evaporen cuando termine la escasez, por eso Microchip ha tenido más confianza para contratar trabajadores y comprar equipo caro a fin de aumentar la producción.
“Nos da la capacidad de ir a toda marcha”, comentó Ganesh Moorthy, presidente y director ejecutivo de Microchip, la cual informó el jueves que en el último trimestre las ganancias se habían triplicado y las ventas aumentaron un 26 por ciento, a 1650 millones de dólares.
Ese tipo de contratos es tan solo un ejemplo de cómo está cambiando la industria de los chips, con un valor de 500.000 millones de dólares, a causa de la escasez de silicio y es probable que muchos de los cambios persistan más allá de la carencia que impulsó la pandemia. La falta de componentes diminutos —la cual ha afectado a las automotrices, las consolas de video, los dispositivos médicos y muchos otros productos— se ha convertido en un crudo recordatorio de la naturaleza fundacional de los chips, los cuales actúan como los cerebros de las computadoras y otros productos.
El cambio principal es el giro a largo plazo en el poder de mercado de los compradores de chips a los vendedores, en particular a los que tienen fábricas que hacen semiconductores. Los beneficiarios más visibles han sido los gigantescos productores de chips como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC), los cuales ofrecen servicios llamados fundiciones que construyen los chips para otras empresas.
INFLUENCIA
Sin embargo, la escasez también ha apuntalado la influencia de fabricantes menos conocidos de chips como Microchip, NXP Semiconductors, STMicroelectronics, Onsemi e Infineon, que diseñan y venden miles de variedades de chips a miles de clientes. Ahora, estas empresas, las cuales hacen muchos productos en fábricas envejecidas, cada vez pueden darse más el lujo de elegir cuáles son los clientes a los que les venderán la cantidad que ellas deseen de los pocos chips que tienen.
Muchas les están dando preferencia a los compradores que actúan más como socios, quienes toman medidas como firmar los compromisos de compra a largo plazo o invertir para ayudar a los fabricantes de chips a aumentar la producción. Sobre todo, los fabricantes de chips les están pidiendo a sus clientes que les digan con más tiempo la información sobre los chips que necesitarán, pues esto sirve para guiar las decisiones en torno a cómo aumentar la producción.
“Necesitamos esa visibilidad”, opinó Hassane El-Khoury, director ejecutivo del fabricante de chips Onsemi, una empresa a la que antes se le conocía como ON Semiconductor.
Muchos de los fabricantes de chips mencionaron que estaban usando su nuevo poder con moderación, para ayudar a los clientes a evitar problemas como los cierres de las fábricas y aumentar los precios moderadamente. Según ellos, esto se debe a que cobrarles de más a los clientes podría provocar resentimientos que afectarían las ventas cuando termine la escasez.
A pesar de esto, el cambio de poder ha sido inequívoco. “Hoy no hay ventajas” para los compradores, opinó Mark Adams, director ejecutivo de Smart Global Holdings, uno de los principales usuarios de chips de memoria.
Es un cambio significativo en la psicología de una industria madura en la que en general el crecimiento ha sido lento. Durante años, muchos fabricantes de chips vendieron principalmente productos intercambiables y a menudo tenían problemas para mantener la rentabilidad de sus fábricas, en particular si caían las ventas de productos como las computadoras personales y los teléfonos inteligentes que generaban la mayor demanda de chips.
Sin embargo, en la actualidad, los componentes son esenciales para más productos, una de las muchas señales que el rápido crecimiento podía mantenerse. En el tercer trimestre, la venta total de chips aumentó casi un 28 por ciento, a 144.800 millones de dólares, señaló la Asociación de la Industria de los Semiconductores.
EXCESO
Los años de consolidación de la industria también han eliminado el exceso de capacidad de producción y han dejado que menos proveedores vendan tipos exclusivos de chips. Por lo tanto, los compradores que en algún momento pudieron ordenar y cancelar pedidos con poco tiempo de anticipación —y ponían a los fabricantes de chips a luchar entre sí para obtener precios más bajos— tienen menos influencia.
Un efecto de estos cambios fue que las fábricas de chips se volvieron más valiosas, incluidas algunas de las más antiguas propiedad de las fundiciones. Esto se debe a que los nuevos procesos de fabricación se han vuelto tan costosos que algunos diseñadores de chips no acuden a las fábricas más avanzadas para hacer sus productos. El resultado ha sido una contracción en la demanda de líneas de producción menos caras que tienen entre cinco y diez años de antigüedad.
Así que, en un importante giro estratégico, algunas fundiciones están empezando a invertir en tecnología de producción más antigua. Hace poco tiempo, TSMC señaló que iba a construir una planta en Japón. Samsung Electronics, una rival clave de las fundiciones, también mencionó que estaba considerando una nueva fábrica “legado”.
No obstante, esas inversiones tardarán varios años en rendir frutos. Y no resolverán los problemas que afectan a los chips como los microcontroladores, los cuales son un microcosmos para la restricción en la cadena de suministro.
Los microcontroladores combinan la capacidad de hacer cálculos con una memoria integrada para almacenar programas y datos y a menudo agregan funciones que solo provienen de fábricas especializadas. Además, la cantidad de aplicaciones se está disparando, desde los sistemas de frenado y motor en autos hasta las cámaras de seguridad, las tarjetas de crédito, los escúteres eléctricos y los drones.
“Es probable que en el último año hayamos vendido más microcontroladores que en la década pasada”, comentó Marc Barnhill, director comercial en Smith, un distribuidor de chips con sede en Houston. Ahora, la espera para recibir algunos de los microcontroladores más populares es de más de un año, comentó Barnhill, y los precios de los productos se han disparado unas 20 veces entre los intermediarios que compran y venden chips.
En medio de la turbulencia, las empresas que diseñan o usan chips han respondido con nuevas tácticas. Algunos diseñadores están adaptando sus productos para que se hagan en diferentes fábricas con una mayor capacidad de producción, comentó Shiv Tasker, vicepresidente mundial involucrado en esa práctica para la consultoría Capgemino.
Y los clientes que alguna vez compraron chips con base en el precio y el rendimiento también están considerando más la disponibilidad.
Aunque el cambio de poder en la industria de los chips ha ayudado a Microchip, también ha generado sus propios inconvenientes. Moorthy mencionó que la empresa había logrado producir más chips en sus tres principales fábricas de Arizona y Oregon, así como tener más fundiciones socias. Sin embargo, la demanda está creciendo más rápido de lo que puede producir. “Nos estamos retrasando más”, comentó el director ejecutivo.
TAREA DIFÍCIL
Para Microchip, expandir sus propias plantas no es sencillo. En primer lugar, la empresa siempre ha dependido mucho de la compra de equipo usado de fabricación, pero “todo eso ya se ha agotado”.
Adquirir nuevo equipo puede demorar entre doce y dieciocho meses y costar más, agregó. Aunque los acuerdos de compra a largo plazo han brindado una mayor estabilidad para realizar ese tipo de inversiones, Microchip y otros fabricantes también esperan que el Congreso apruebe un paquete de financiamiento de 52.000 millones de dólares, el cual se espera que incluya subvenciones para subsidiar más producción de chips estadounidenses.
“¿Estamos confiando en el paquete para dirigir nuestro negocio? No”, comentó Moorthy. “¿Nos ayudaría en algunas de nuestras decisiones de inversión? Por supuesto”. c.2021 The New York Times Company