El quijote semanal
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Con toda razón, quien tenga el propósito de leer El Quijote se planteará de entrada: ¿y en qué edición? La pregunta es pertinente porque a lo largo de cuatro siglos se han publicado cientos de ediciones en español, idioma en el que se escribió el libro. Hace casi seis décadas, Luis Astrana Marín âquizá el mejor biógrafo de Cervantes- calculó en 850 el número de ediciones en castellano que hacia 1957 llevaba ya El Quijote.
Si de leerlo se trata, cualquier edición que se tenga a la mano es buena. Sin duda, una muy recomendable es la conmemorativa del IV centenario de la aparición de la I Parte de la obra, publicada hace una década. Se encargó de su preparación la Real Academia Española, RAE.
Ese Quijote, de espléndida factura, 1,350 páginas y pasta dura, se imprimió simultáneamente en México y Madrid en octubre de 2004 y su tiraje fue de un millón de ejemplares, con una reimpresión varios meses después. Por increíble que parezca, su precio en nuestro país fue entonces de 93 pesos.
El libro trae un estupendo prólogo de Mario Vargas Llosa titulado Una novela para el siglo XXI, que el ahora premio Nobel elaboró exprofeso para esta edición. Asimismo incluye un par de excelentes ensayos introductorios escritos por dos prestigiosos cervantistas: Martín de Riquer, cuyo estudio sobre Cervantes y el Quijote ha servido de guía a muchas generaciones de lectores; y Francisco Ayala, quien en el exilio americano escribió La Invención del Quijote, un ensayo que es clásico.
Contiene también una interesante Nota al Texto escrita por Francisco Rico, en la que con todo detalle y sabrosa amenidad explica al lector la forma como se llegó al texto, que llama crítico, de esta edición. Dice que está constituido sobre la consulta de un centenar de ediciones antiguas y modernas (de El Quijote) y sobre la aplicación de los métodos filológicos mejor contrastados.
Señala Rico que tal texto crítico de la suprema obra de Cervantes se presenta sistemáticamente modernizado en cuanto a grafía y puntuación. Aclara asimismo que no hemos regularizado (quiere decir, modernizado) ninguno de los momentos en que la novela da signos claros de estar recurriendo deliberadamente a un lenguaje arcaico, rústico o vulgar
Huelga decir que el texto incluye abundantes notas de pie de página. Sin embargo, el lector se queda con la sensación de que son sólo las pertinentes y tienen una redacción clara, precisa y breve, salvo cuando el caso amerita otra cosa. En fin, que tales notas no pecan de exceso o defecto, ni hacen lenta o aburrida la lectura sino que más bien invitan a continuarla.
Al final, esta edición conmemorativa preparada por la RAE trae un glosario de palabras del Siglo 17 que por haber caído en desuso no nos resultan familiares. También incluye otros ensayos de bastante provecho para quien ha concluido ya la lectura de la novela. Entre otros uno de Margit Frenk, que en realidad es un resumen de su libro Entre la voz y el silencio. La lectura en tiempos de Cervantes, al que ya me he referido anteriormente.
Si usted amable lector llega a encontrarse por ahí un ejemplar de esta edición de la RAE, rezagado en alguna librería o aun usado, no dude en adquirirlo. Será una magnífica compra.
No es ésta la primera vez que la RAE publica El Quijote. Lo editó en el Siglo 18, como lo referiré en el próximo artículo. (10)
jagarciav@yahoo.com.mx