Hay que leer El Quijote

Opinión
/ 30 marzo 2016

Quienes pertenecemos al mundo hispánico tenemos una ventaja incomparable: la obra fue escrita en nuestra lengua, el castellano

Hace poco más de un siglo, el insigne cervantista español Francisco Rodríguez Marín se quejaba del escaso interés que ya se observaba en su tiempo por leer El Quijote. Hoy en día es increíblemente alta la proporción de personas, aun profesionistas, que no lo ha leído. En contraste, es mayor el porcentaje de quienes declaran conocer las novedades de éxito. De éxito más bien comercial, los llamados best seller, muchos de éstos verdadera basura que después de una o dos décadas nadie recordará.

Ni remotamente es el caso de El Quijote, del que aún se habla y escribe después de más de 400 años de haberse publicado. Un libro que ha superado la más dura de todas las pruebas: la del tiempo. Se trata sin duda de una obra literaria inagotable, que por serlo jamás pasará al olvido.

Además, quienes pertenecemos al mundo hispánico tenemos una ventaja incomparable: la obra fue escrita en nuestra lengua, el castellano. Se dice que Freud se dio a la tarea de aprender el español, para poder leer El Quijote en su texto original.

Para estimular su lectura, vale la pena señalar que Dostoievsky, el gran novelista ruso, por el tiempo en que concebía Los hermanos Karamazov, con referencia a El Quijote escribió lo siguiente:

No hay en todo el mundo una obra literaria más profunda y magnífica. Ésta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano y si el mundo llegara a su fin y se preguntara entonces a la gente: ¿habéis entendido vuestra vida en la Tierra, y a qué conclusión habéis llegado? El hombre podría señalar, en silencio, El Quijote.

Por su parte, el gran escritor Marcelino Menéndez y Pelayo hace poco más de un siglo afirmó que en opinión de muchos, constituye El Quijote una nueva categoría estética, original y distinta de cuantas fábulas ha creado el ingenio humano;  una nueva casta de poesía narrativa, no vista antes ni después,  tan humana, trascendental y eterna como las grandes epopeyas, y al mismo tiempo doméstica, familiar, accesible a todos, como último y refinado juego de la sabiduría popular y de la experiencia de vida.

Bien vale la pena entonces leer esta incomparable obra de Miguel  de Cervantes. Por fortuna en nuestro país casi no hay librería que no la tenga disponible y al alcance prácticamente de cualquier bolsillo. Hay ediciones desde setenta, hasta miles de pesos.

Se comenta con frecuencia que cuesta mucho trabajo iniciar la lectura de El Quijote. El desánimo empieza, se dice, desde que se observa lo voluminoso del libro. Sin embargo, no hay razón alguna para temerle. Comenzada la lectura se observará, como se suele decir,  que su texto es muy amigable. También puede plantearse como ejercicio de perseverancia. El libro comprende en promedio, según la edición que se consiga, alrededor de mil páginas. Si se fija como propósito leerlo en un año, será suficiente la lectura de tres páginas por día en promedio. O bien de 21 cada fin de semana, que no es mucho.

Cualquiera que sea la edad que se tenga, nunca será tarde. Sirva de acicate la siguiente expresión de Martín de Riquer, fallecido en septiembre de 2013 casi a los cien años de edad y quien fue presidente de la Real Academia Española, que alguna vez escribió: ¡Qué suerte, no haber leído nunca El Quijote y poder leerlo por primera vez!

jagarciav@yahoo.com.mx


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