Ciudadanos demócratas

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Este 4 de junio el reto será vencer a un terrible enemigo común: el abstencionismo que denuncia a una sociedad que ha decidido aceptar el autoritarismo, la indiferencia
El próximo domingo, los coahuilenses estamos convocados para custodiar y seguir construyendo la democracia. Estamos emplazados para ir a las urnas y votar, en libertad, por el futuro de nuestros hijos y el porvenir de nuestro Estado.
En este contexto, sería conveniente recordar que el gran Bertrand Russell dijo que la democracia fue concebida como un recurso para conciliar al gobierno con la libertad, yo agregaría que también es el medio mediante el cual cada uno de los ciudadanos podemos “amigar” -gracias a la tolerancia- nuestros comunes puntos de vista y diferencias con el afán de generar una versión mejorada de nosotros mismos. De ahí que debamos decir sí al voto y no al abstencionismo, que optemos por el sufragio secreto, libre, responsable, respetuoso y, sobre todo, razonado.
Votar es un ejercicio individual, pero también colectivo, que le brinda a la democracia un espacio para perfeccionarse. Al ejercer este derecho y obligación estaremos siendo mexicanos y coahuilenses responsables.
Es necesario afirmar que los ciudadanos demócratas creen en la importancia de la igualdad de derechos y oportunidades para todos los miembros de la sociedad, así como en la protección de las libertades individuales y los derechos humanos fundamentales. También valoran la transparencia, la rendición de cuentas, la justicia, la tolerancia y el respeto a la diversidad.
Las votaciones en los países democráticos recuerdan a sus ciudadanos eso que Churchill sentenció: “la democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes”.
El rey
Kahlil Gibran (1883 -1931), escribió “El rey”, pensamiento que hoy nos viene como anillo al dedo:
“Y el pueblo de Sadik estaba asombrado y había alegría en su corazón. Y cierto día los ancianos y jóvenes acudieron a rodear la torre del rey Sadik, clamando por él. Y el rey descendió con la corona en una mano y el cetro en la otra.
Y les habló diciéndoles: -Ahora ¿qué quieren de mí? Vean, les devuelvo lo que querían que yo tuviera. -Pero ellos gritaron: -No, no, tú eres nuestro legítimo rey. Limitaste esta tierra de víboras y aniquilaste a los lobos, y venimos a cantar nuestra acción de gracias. La corona es tuya en majestad y el cetro es tuyo en gloria.
Entonces, les dijo el rey:
-Yo no, yo no. Ustedes mismos son el rey. Cuando me consideraron débil y mal gobernante, ustedes mismos eran débiles e injustos. Y ahora el país marcha muy bien porque tal es nuestra voluntad. Yo no soy sino un pensamiento en la mente de todos ustedes, y no existo si no en sus acciones. Los gobernantes no existen. Sólo existen los gobernados, para gobernarse a sí mismos.
Y el rey volvió a entrar en su torre con su corona y su cetro. Y los ancianos y jóvenes siguieron cada cual su camino y se quedaron contentos. Y cada uno de ellos se imaginó a si mismo rey, con la corona en una mano y el cetro en la otra”.
Cierto: el verdadero poder no reside en una figura de autoridad externa, sino en la capacidad de cada individuo para gobernarse a sí mismo y, al mismo tiempo, ser ciudadanos auténticamente demócratas.
La moraleja del escrito de Gibran radica en la importancia de la autodeterminación, la responsabilidad individual y la capacidad de tomar decisiones justas y valientes para construir un mundo mejor y en eso reside la responsabilidad de razonar el voto y de votar por el bien común.
Mientras
En relación con este tema Fernando Savater comenta: “no hay democracia mientras existan la miseria y la ignorancia; ambas excluyen al individuo del ejercicio democrático y deberían considerarse ilegales, al igual que la esclavitud”. Savater define a la ignorancia como eso que “impide expresar nuestras demandas con claridad, escuchar las peticiones de los demás y valerse de la argumentación y la persuasión, y aquella que no posee más información que la que ofrece la página deportiva de los diarios”.
Inmoral
Abstenerse representa una omisión ciudadana y una gravísima irresponsabilidad; significa haberse dejado secuestrar por el hartazgo, la apatía, la indiferencia y la violencia que desgraciadamente predomina en el ambiente.
No votar significa segregarse voluntariamente de un derecho, pero también de una obligación moral y del compromiso de construir la nación que requieren las nuevas generaciones y todos los que padecen injustica social, desigualdad y marginación. Por eso, el abstencionismo voluntario es una actitud inmoral.
Este 4 de junio el reto será vencer a un terrible enemigo común: a ese abstencionismo que denuncia a una sociedad que ha decidido aceptar el autoritarismo, la indiferencia, la ignorancia, la mediocridad y la hipocresía. El desafío es desterrar esa grave irresponsabilidad.
Como ciudadanos debemos exigir al gobierno y a las autoridades electorales brindar la seguridad para ejercer nuestro voto en libertad. México los responsabiliza de todo el proceso electoral (antes, durante y después), para que se desarrolle con transparencia, tranquilidad y confianza. Esto implica que ningún ciudadano sintamos miedo por ir a votar; o se nos presione hacerlo por tal o cual candidato; o que los partidos intenten manipularnos o comprar nuestro voto, porque estas circunstancias son incompatibles con la democracia.
Razonar
En la democracia los candidatos tienen tiempo para proponer, persuadir y convencer, pero tres días antes de la votación tienen la obligación de respetar otorgando silencio, la seguridad y la tranquilidad a los votantes para que ejerzamos libremente nuestra personal decisión.
Para cerrar el círculo de la democracia, los ganadores deberán responsabilizarse de la confianza otorgada, y los no elegidos tendrán que asimilar su derrota con madurez (que realmente, si en verdad son personas demócratas, no tendrían ningún problema de asumir la decisión de la mayoría).
Ellos han de saber perder, pues en esto también consiste que gane la democracia. Los “no ganadores”, desde la oposición, serán los responsables de contribuir a preservar el orden democrático mediante la responsabilidad que la “derrota” les confiere: saber ser oposición crítica y comprometida, prepararse para las próximas elecciones, apoyar y vigilar a los ganadores mediante propuestas honestas y propositivas siempre salvaguardando el bien común, jamás provocando la violencia o sugerencias mercenarias.
¿Para qué?
El Nobel Saramago afirma: “Nos hemos convertido en seres pasivos. Resignados. Seres que no cuestionamos, patéticos seres sentados a esperar que la ciencia y la tecnología nos aporten nuestra cuota diaria de bienestar. Somos responsables de este mundo desgraciado en el que nos toca vivir. Yo aspiro a morir en un mundo un poco menos desgraciado, por eso digo lo que pienso: porque es mi deber, como hombre público que soy”.
Ser “ciudadanos públicos”, implica volcarnos a votar enérgica y racionalmente; participar cívicamente sabiendo que el futuro será lo que hagamos y también lo que, este 4 de junio, dejemos de hacer.
Creo que México, a pesar de su frágil y atacada democracia, con el tiempo, con la fuerza y visión de la juventud, con su inmanente negación a regresar al trágico pasado, a la funesta “dictadura perfecta” que dañó tanto al país y que hoy intenta resurgir de sus propias cenizas, sabrá conquistar realidades sociales y económicas justas e igualitarias; creo que, a pesar de lo que hoy padecemos, México, paulatinamente, será un país auténticamente democrático.
Creo que encontraremos nuestra identidad, nuestra mexicanidad en la propia paradoja de la universalidad; creo en un porvenir promisorio porque somos conjunción étnica y multicultural: representamos un mestizaje incluyente de mundos distintos.
Creo en ese futuro porque, a pesar de nuestras contradicciones, sufrimientos y distancias, estoy convencido que en nuestra sangre fluye la sagrada fuerza, el espíritu y los poderes mágicos de nuestro esplendoroso ser mexicano.
Lo anterior para muchos quizá suene a utopía, pero ¿para qué sirven las utopías? Galeano responde: “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
Si nos empeñamos en construir una democracia genuina en estas elecciones, si cada ciudadano nos asumimos como demócratas; si en verdad comprendemos el sentido profundo de este concepto; si consideramos el sufragio personal como un compromiso ineludible que debe ser razonado, el resultado de este próximo domingo 4 de junio será una ganancia para Coahuila, pero también para todo México.
cgutierrez@tec.mx
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey
Campus Saltillo