Coahuila, va de nuevo... con el PRI
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La administración de Manolo Jiménez apenas comienza. Para bien o para mal, es costumbre arraigada vivir por y para lo inmediato, reaccionar de “bote pronto” y olvidar el pasado. Para el gran público quedará atrás cualquier comentario sobre su desempeño como diputado, como alcalde y como titular de la SIDS. Por lo demás fue arrollador su triunfo en las casillas de la capital coahuilense, pareciera que los votantes saltillenses no vieron mayores desaciertos.
Para esos coahuilenses la seguridad, los servicios públicos, la vialidad, el transporte público, el combate a las adicciones, la honestidad de los gobernantes y la armonía e integración social de Saltillo, son propias del primer mundo. Así habla su voto.
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En estos pocos días, ya podemos vislumbrar las habituales y archiconocidas formas y actitudes del público más visible y de los medios de comunicación oficiosos frente al nuevo poder, formas que parecen gustar tanto al coahuilense medio: elogiar, vitorear al recién llegado como salvador y depositario de todas nuestras esperanzas. Tal parece que nada cambia. El arranque de la nueva administración nos deja ver, una vez más, las viejas prácticas, la pleitesía, la esperanza simplona, dignas del circo romano, “Ave César, los que van a morir te saludan”.
Lo hemos dicho antes, el PRI coahuilense se llevó la corona, es el mejor PRI de todo México, o si se quiere, el más longevo, el más correoso, el más eficaz en el ejercicio de las características prácticas del viejo sistema político. Primero cayó el poderoso Grupo Atlacomulco que el PRI coahuilense. Ignoro si ello habla más de la eficacia política del PRI; o del votante coahuilense que tan a gusto parece sentirse en su sometimiento.
Vistos desde la sociedad civil, los casi 100 años del PRI en el Gobierno de Coahuila pueden resumirse en la perpetuación de graves problemas sociales, violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, tortura, despojos y violencias, todo ello agravado por cincuenta años de políticas públicas que benefician sólo a los cercanos al régimen. Coahuila no es la élite que se beneficia del poder.
Pero generalizar no es prudente ni realista, existen muchas razones para explicar la centenaria hegemonía del PRI. No olvidemos que la sociedad ha confiado frecuentemente en ciertos liderazgos, como una opción de cambio. Liderazgos o partidos que, por múltiples razones, no supieron estar a la altura de las expectativas y demandas sociales. Algunos lo hicieron mejor que otros, era tarea de varios, la transición no sólo era política, también debía ser cultural.
Manolo tiene 39 años. Es un ser humano con flaquezas y debilidades. Depositar las esperanzas del pueblo en su persona e investidura es, para decir lo menos, absurdo, irreal, insostenible. La población no verá la transformación que nos vende la prensa, nunca la han visto, aunque la promesa sexenal se repita una y otra vez. Se trata sólo de un juego de la élite, en el que se intercambian puestos y prebendas, juego de intereses que parece no tener fin y se da al margen de las mayorías. Es Coahuila Sociedad Anónima.
Estos primeros días ratifican también la nulidad de las oposiciones partidistas en el estado, no existe ningún contrapeso que valga. El PAN dejó de existir, el sistema se lo comió, como sólo el sistema sabe hacerlo. Las dos secretarías que le fueron concedidas hablan del casi nulo aporte panista a la elección. Hace mucho que el PRD es un apéndice insignificante. La chiquillada no merece comentario alguno. Sorprende, en cambio, que Movimiento Ciudadano y Morena no terminen de despegar. ¿Divisiones internas?, ¿repulsa de una sociedad muy conservadora?, ¿comodidad de las élites con sus privilegios?, ¿eficiencia del sistema para aprovechar esa comodidad en organización, votos, control político, dinero y poder?
Llama la atención la composición del gabinete. A estas alturas de la vida, ya es cosa de corrección política: proporcionalidad entre géneros, edades y regiones. Como es normal, Saltillo y Torreón se llevan la mayor tajada. El norte quedó representado por el PRI de Piedras Negras. Manolo necesita evitar una ruptura entre Claudio Bres y la alcaldesa Norma Treviño. Pareciera que Piedras Negras y hasta Sabinas pesan más que Monclova. Era de esperarse que las posiciones panistas correspondieran a Monclova, pero hubiera significado fortalecer al único bastión que conserva el PAN, por eso la cuota para el panismo se cubrió con militantes del sureste, donde ha perdido toda presencia.
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Deseo que le vayan bien las cosas al gobernador Jiménez. Si le van bien, debería irle bien a Coahuila, pero no espero mucho. Los intereses son los intereses. El nearshoring será manzana de la discordia. Van por la sobre explotación del Sureste, porque ahí están sus principales intereses personales. Después La Laguna y así hasta llegar al Norte, donde unos pocos reciben contratos gubernamentales y otros más trabajan para los municipios. Los que no reciben beneficios, guardarán sus esperanzas para cuando llegue el siguiente virrey, quizá la suerte les sonría dentro de seis años. La esperanza muere al último.
A quienes todavía militamos en la resistencia, individual o colectiva, por más débil que se vea, va un saludo. Coahuila los necesita hoy más que nunca. La falta de contrapesos nos obliga a ser más activos, a resistir con más fuerza y claridad. Hay que estar del lado correcto de la historia. Lo demás es circunstancial.
Encuesta Vanguardia
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