Desde aquí los ‘toy tanteando
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Antiguamente las pastorelas eran llamadas coloquios. Todavía en algunas representaciones populares la pastorela es antecedida por un coloquio
La representación de las pastorelas ha dado lugar siempre a pintorescas interpolaciones que dan sabor de pueblo al texto casi litúrgico de esas tradicionales obras navideñas.
En un picoso parlamento Luzbel le dice al arcángel San Miguel:
Vencites, Miguel, vencites.
Guarda tu potente espada.
Y ora que ya me jodites
vete mucho a la chingada.
En otra versión pícara el diablo desafía al celeste adalid antes de empezar su fragoroso duelo singular:
Me presumes de tu pelo,
muy güero y resortijado.
Yo fui el más bello del Cielo,
y nunca anduve polveado.
A esa procaz insinuación responde Miguel con términos muy poco comedidos, sobre todo tratándose de un ángel:
Me aguanto, aunque no me cuadre,
ese verso que dijites,
y no te miento la madre
porque ni madre tuvites.
A los pastores les advierte Lucifer:
Desde aquí los ‘toy tantiando,
pastores nalgas chorriadas.
Y le responden todos al unísono:
Anda a tantiar a tu madre,
hijo de siete chingadas.
Luego uno de ellos asegunda, desafiante:
No nos eches tanta hablada,
ni presumas de cabrón.
Tus cuernos son de cartón,
y tu cola está apestada.
Según Guillermo Prieto, el primero que usó la palabra “pastorela” en México fue José Joaquín Fernández de Lizardi, llamado “El Pensador Mexicano”. La usó el 7 de mayo de 1815 para anunciar una función en el Teatro de Niños, local situado en las calles de Moneda de la Ciudad de México. Antiguamente las pastorelas eran llamadas coloquios. Todavía en algunas representaciones populares la pastorela es antecedida por un coloquio en el cual los pastores dialogan acerca del venturoso acontecimiento que se acerca: el nacimiento de Jesús.
Quiera él que no muera la tradición de las pastorelas, y que sigan siendo al mismo tiempo fuente de diversión y de fe.