El diseño de interiores no da la felicidad
Les platico: ¿esto es la realidad o la letra de un tango?
En tercero de primaria aprendí que una de las claves en la vida es aprender a escoger uno sus batallas.
Sucedió que un sobrino de mi profesora Dolores estaba en el salón y sabiéndose que tal rango le daba prioridad a la hora de todo en clase, el muy cabrón -así tan chiquito que estaba- bien que se aprovechaba.
Y la sabiduría colectiva del salón era que apechugaban, aunque por dentro se la mentaban.
Pero ahí me tienen, de pronto haciéndole al héroe, el día en que cansado de tanto atropello primario estudiantil, levanté la mano y estupefacta la maestra me escuchó decirle en público que no la jodiera, que ya era hora de que pusiera a su sobrino en su lugar.
Háganme el refabrón cavor.
Apenas terminé de pronunciar mi penúltima sentencia cuando el borrador que siempre tenía al alcance de su diestra en el escritorio, surcó los aires diáfanmente y vino a estrellárseme con endemoniada puntería entre ceja y ojo.
Mi última expresión fue uno de los ¡Ay! más lastimeros que he pronunciando en mi vida.
A un lado quedó mi justiciera petición de que la profesora Dolores cambiara la decoración de interiores del salón y mandara por fin a la última fila, al pupitre del sobrino y nos diera chance de estar a mero adelante a los que llevábamos dieces o nueves de calificaciones.
Y cómo no iba a hacer yo semejante petición si el muy cabrón sobrino era un cinco o cuatro consumado, pues no rebuznaba nomás porque en ese entonces el Dios de Spinoza no era aún lo grande que ahora es.
Tres lecciones recibí esa vez en mi vida; bueno, menos, como cuatro (ah cómo sigue resonando y rezumando en mi memoria el ex presidente Peña Nieto con su famosa frase aquella pronunciada cuando aterrizaba en el avión presidencial quién sabe dónde).
1.- Mi pupitre fue situado por el resto del año escolar en la mera cola del salón y a veces, cuando la profesora Dolores andaba embravecida, volteando a la pared.
2.- Me volvieron a amarrar mi mano izquierda al respaldo del pupitre para obligarme a escribir con la diestra. Es que desde entonces y desde antes, era zurdo consumado y sigo siéndolo aún más todavía debido a ese incidente.
3.- El diseño de interiores no da la felicidad. Esto lo he sabido más aún en estos días, cuando el presidente don Andrés Manuel proclamó en pleno 4 de julio, ante el mundo, que iniciemos una campaña para retirar de la entrada a Nueva York la estatua de la libertad donada por los franceses al pueblo norteamericano. Esto, si el gobierno de Estados Unidos coge preso a Julian Assange cuando fuere llevado a ese país.
4.- Uno debe de escoger muy bien sus batallas.
CAJÓN DE SASTRE
“Sea, pues”, remata la irreverente de mi Gaby.