El momento Tesla: ahora o nunca
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A principios de año, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, señaló que un tercio de la economía mundial entraría en recesión en este 2023. En Estados Unidos, aún no está del todo claro cuándo finalizará el ciclo alcista de tasas de interés. Lo que es un hecho, es que la Reserva Federal está dispuesta a todo para contener las presiones inflacionarias, aun cuando sus acciones de política monetaria induzcan a una recesión.
En ese entorno de incertidumbre y nerviosismo, atravesaremos por un periodo en el cual escasearán las inversiones de las empresas más allá de sus fronteras. La transformación digital en diversos sectores, la cual vino a acelerarse con la pandemia, continuará de manera irreversible.
Ante este panorama complejo e incierto, la mejor apuesta consiste en propiciar un entorno amigable a la inversión, basado en la certeza jurídica.
El hecho de que en días pasados se haya confirmado la inversión de Tesla en Nuevo León, constituye una extraordinaria noticia por cualquier ángulo por el que se le quiera ver. No solamente es la llegada de 5 mil millones de dólares -alrededor del 14% del monto total de Inversión Extranjera Directa (IED) recibida el año pasado- que habrá de ingresar al país, sino también la consecuente generación de empleos.
Pero algo igual o más importante que eso -si se visualiza en un horizonte de largo plazo-, es que ayudará enormemente a posicionar a México como una opción confiable en proyectos de este tipo, caracterizados por el uso de tecnología innovadora. Sabemos que más temprano que tarde llegará el momento de caducidad de los autos impulsados por gasolina y que habremos de transitar -queramos o no- hacia autos eléctricos. Eso representará un golpe letal para la estructura productiva de nuestro país, cuya manufactura es esencialmente automotriz o dependiente en buena medida de esta rama.
El arribo de Tesla ayudará en visibilizar a México como una opción atractiva y con experiencia en este tipo de producción, pero sobre todo, proyectaremos la imagen de que estamos dando los primeros pasos hacia un cambio que será inevitable. Será además una bocanada de oxígeno para la confianza en el país tras los vergonzosos episodios protagonizados por nuestro Gobierno en el sector energético, en el que insistimos en retroceder décadas en el tiempo.
Ojalá la actual Administración tuviera la sensatez de aprovechar este momento con Tesla para convertirlo en un parteaguas, a partir del cual se reconozca explícitamente la importancia que guarda el sector privado en el desarrollo y la necesaria colaboración con los empresarios para generar un clima de certidumbre.
Ciertamente sólo quedan dos años y ya se han perdido cuatro, tirándolos completamente a la basura. No obstante, siempre es bueno para rectificar el camino. Se ve difícil, pero lo conseguido con Tesla demuestra que sí se puede. Continuar con esta inercia de hostilidad nos condenará a perder lo que hemos ganado en un par de décadas. Es ahora o nunca
Economista y catedrático de la Universidad La Salle Saltillo
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